Revista Siete Días
Luis María Peña, el socio de las dictaduras
Fue conocido en los noventa como uno de los “Intocables” de la DGI, que realizaba sonadas denuncias contra famosos que nunca llegaban a nada. Asesoró a todos los gobiernos de facto y ahora se alió con la Mesa de Enlace.
Ingresó a la administración pública en 1955 y asesoró a todos los gobiernos de facto, incluso en tiempos de José Alfredo Martínez de Hoz. Ahora se alió con la Mesa de Enlace y antiguas actrices que cenaban con los torturadores de la ESMA. El pico de su carrera se produjo entre 1992 y 1994. Como director de Auditoría Fiscal de la antigua Dirección General Impositiva (DGI), bajo el ala del por entonces todopoderoso ministro de Economía Domingo Cavallo en la presidencia de Carlos Menem, Luis María Peña realizó más de 800 sonadas denuncias contra famosos por supuestas evasiones.
La mayoría de las presentaciones no llegaron a nada, pero igual Peña se daba el gusto de montar espectaculares operativos que incluían a la policía y funcionarios de la DGI montados en vehículos que entraban a contramano en las calles para terminar sobre las veredas de los supuestos evasores.
En la mayoría de los casos, la documentación contra los “famosos” era escasa, y casi nunca se reunían pruebas suficientes para procesar a nadie, pero la falta de rigor investigativo contrastaba notablemente con la profesionalidad con que se manejaba la oficina de prensa del organismo, que lograba en cada movimiento la cobertura de los medios.
Por esa época Peña y sus sabuesos empezaron a ser conocidos como “Los Intocables” y el propio jefe de la DGI alimentó el mito de personificar en el país una especie de Eliot Ness, aquel famoso e incorruptible agente del tesoro estadounidense que luchó a capa y espada contra la evasión impositiva de la mafia y logró encarcelar nada menos que a Al Capone. Lo cierto es que el hombre que ingresó a la administración pública en 1955, sobrevivió y escaló posiciones durante cuatro décadas en gobiernos democráticos y sangrientas dictaduras.
Se trata del mismo personaje que después fundó una lucrativa consultora impositiva junto a otro ex DGI, Raúl Cuello, para asesoras a seis provincias del NOA. En Tucumán presentó una querella, reclamando 500 mil pesos de haberes adeudados por sus servicios durante el gobierno de Julio Miranda servicios imposibles de verificar porque tenían el mismo rigor que aquellos viejos operativos de la era menemista.
En el caso de Salta, es bien conocida su relación con la familia Romero que gobierna la provincia desde hace décadas y que se consolidó con la cercanía del ex gobernador salteño con Carlos Menem. La promesa de Peña a Romero era lograr un ajuste de las cuentas fiscales –siempre a través de mecanismos pseudoextorsivos a empresarios no afines con el caudillo– para que Salta pudiera acceder a los requerimientos de organismos internacionales de crédito como el BID o el Banco Mundial.
Por estos días, Peña volvió a los medios, formulando recetas eficientistas convenientemente explosivas al tono con la Mesa de Enlace y el reclamo por “mayor seguridad” de ricas que pasaron por el Maipo.
La primera actriz que salió a pedir mano dura y pena de muerte, fue Susana Giménez. Más tarde se sumó Moría Casán, quien ganó más celebridad con una frase temeraria: “Vivo en una burbuja, viajando en mi auto blindado con vidrios polarizados, no me importan los pobres ni la pobreza”.
Ante esta especie de vocería del espanto que los grandes grupos de comunicación se encargan de difundir día tras día, el ex sabueso fiscal musitó: "Últimamente, la AFIP comenzó a investigar a productores agropecuarios, en medio del conflicto del campo". Peña parece olvidar que todos los ciudadanos, ya sean rutilantes figuras de los medios, dueños de campos, empresarios, o industriales, deben cumplir con sus obligaciones impositivas para proveer de recursos al Estado y así atender las necesidades de todos los habitantes del país.
Pero la curiosa reentré en los medios del Eliot Ness de cabotaje tal vez tiene que ver con la pelea de fondo en donde talla un oscuro interés que moviliza su vuelta a la palestra. Hace un tiempo, el profesor de posgrado en Administración Tributaria de la Universidad de Belgrano, calificó al actual sistema impositivo como “un traje de payaso porque está lleno de parches” y rechazó los planes para repatriar capitales radicados en el exterior e implementar una moratoria.
En principio, fue terminante, “no va a volver ningún capital”, y en cuanto a la moratoria, “es como fue en la presidencia de Cámpora, que abrió la puerta de las cárceles para que salgan los detenidos políticos y en realidad salieron los delincuentes comunes”. Curiosa afirmación de un hombre formado dentro de la estructura del Estado, que vio e instrumentó buena parte de las 27 moratorias y blanqueos de capitales que llevaron a la práctica distintas gestiones desde la autotitulada Revolución Libertadora. El año en que Peña hizo sus primeros pasos en los pasillos de la antigua DGI.
La mayoría de las presentaciones no llegaron a nada, pero igual Peña se daba el gusto de montar espectaculares operativos que incluían a la policía y funcionarios de la DGI montados en vehículos que entraban a contramano en las calles para terminar sobre las veredas de los supuestos evasores.
En la mayoría de los casos, la documentación contra los “famosos” era escasa, y casi nunca se reunían pruebas suficientes para procesar a nadie, pero la falta de rigor investigativo contrastaba notablemente con la profesionalidad con que se manejaba la oficina de prensa del organismo, que lograba en cada movimiento la cobertura de los medios.
Por esa época Peña y sus sabuesos empezaron a ser conocidos como “Los Intocables” y el propio jefe de la DGI alimentó el mito de personificar en el país una especie de Eliot Ness, aquel famoso e incorruptible agente del tesoro estadounidense que luchó a capa y espada contra la evasión impositiva de la mafia y logró encarcelar nada menos que a Al Capone. Lo cierto es que el hombre que ingresó a la administración pública en 1955, sobrevivió y escaló posiciones durante cuatro décadas en gobiernos democráticos y sangrientas dictaduras.
Se trata del mismo personaje que después fundó una lucrativa consultora impositiva junto a otro ex DGI, Raúl Cuello, para asesoras a seis provincias del NOA. En Tucumán presentó una querella, reclamando 500 mil pesos de haberes adeudados por sus servicios durante el gobierno de Julio Miranda servicios imposibles de verificar porque tenían el mismo rigor que aquellos viejos operativos de la era menemista.
En el caso de Salta, es bien conocida su relación con la familia Romero que gobierna la provincia desde hace décadas y que se consolidó con la cercanía del ex gobernador salteño con Carlos Menem. La promesa de Peña a Romero era lograr un ajuste de las cuentas fiscales –siempre a través de mecanismos pseudoextorsivos a empresarios no afines con el caudillo– para que Salta pudiera acceder a los requerimientos de organismos internacionales de crédito como el BID o el Banco Mundial.
Por estos días, Peña volvió a los medios, formulando recetas eficientistas convenientemente explosivas al tono con la Mesa de Enlace y el reclamo por “mayor seguridad” de ricas que pasaron por el Maipo.
La primera actriz que salió a pedir mano dura y pena de muerte, fue Susana Giménez. Más tarde se sumó Moría Casán, quien ganó más celebridad con una frase temeraria: “Vivo en una burbuja, viajando en mi auto blindado con vidrios polarizados, no me importan los pobres ni la pobreza”.
Ante esta especie de vocería del espanto que los grandes grupos de comunicación se encargan de difundir día tras día, el ex sabueso fiscal musitó: "Últimamente, la AFIP comenzó a investigar a productores agropecuarios, en medio del conflicto del campo". Peña parece olvidar que todos los ciudadanos, ya sean rutilantes figuras de los medios, dueños de campos, empresarios, o industriales, deben cumplir con sus obligaciones impositivas para proveer de recursos al Estado y así atender las necesidades de todos los habitantes del país.
Pero la curiosa reentré en los medios del Eliot Ness de cabotaje tal vez tiene que ver con la pelea de fondo en donde talla un oscuro interés que moviliza su vuelta a la palestra. Hace un tiempo, el profesor de posgrado en Administración Tributaria de la Universidad de Belgrano, calificó al actual sistema impositivo como “un traje de payaso porque está lleno de parches” y rechazó los planes para repatriar capitales radicados en el exterior e implementar una moratoria.
En principio, fue terminante, “no va a volver ningún capital”, y en cuanto a la moratoria, “es como fue en la presidencia de Cámpora, que abrió la puerta de las cárceles para que salgan los detenidos políticos y en realidad salieron los delincuentes comunes”. Curiosa afirmación de un hombre formado dentro de la estructura del Estado, que vio e instrumentó buena parte de las 27 moratorias y blanqueos de capitales que llevaron a la práctica distintas gestiones desde la autotitulada Revolución Libertadora. El año en que Peña hizo sus primeros pasos en los pasillos de la antigua DGI.