El club de las lesbianas
Algunas famosas internacionales confesaron su inclinación lésbica. La actriz Megan Fox se enamoró de Angelina Jolie y la cantante Fergie dijo que le gustan las mujeres. Cuáles son las fantasías de las argentinas.
Desde tiempos inmemoriales, el rejunte, seducción y manoseo de chica contra chica es asunto casi de Estado. Cuando alguna señorita mira con ojos lascivos la figura sutil de una congénere, la hoguera de la masculinidad se enciende. Nada como esa estrategia para prenderle fuego a la fantasía de los muchachos. Y en los últimos tiempos, las féminas de la esfera pública han abierto sus bocas al respecto, en pos de la confesión lésbica.
El jueves pasado se estrenó en el país la bomba infanto-teen Transformers 2. La pantalla abunda en monstruosidades varias, explosiones de diverso tenor, pero sobre todo, el cine se ilumina cuando aparece en escena la nueva diosa del firmamento hollywoodense, Megan Fox. Considerada en las últimas encuestas como la joven más sexy de Estados Unidos, la bomba de ojos celestes disparó en estos días munición gruesa en repetidas ocasiones. No contenta con la confesión de que las actrices del país del Norte eran como prostitutas, la linda de Megan entrecerró más sus ojos gatunos y expresó su deseo sexual para con las chicas. Y por si esto fuera poco, le declaró su amor a Angelina Jolie, diciendo que no dudaría un minuto en irse con ella y que cada vez que pensaba en Angie se agitaba por demás. La señora de Brad Pitt es la mujer que más corazones femeninos ha roto. Todas quieren pasar una noche con ella. Y la solidaria por antonomasia ha alimentado esa fantasía como ninguna, diciendo que ella se enamora de personas, hombres o mujeres por igual. Fox aprendió de su musa como nadie y horas antes de su estreno cinematográfico, vomitó lesbianismo a granel.
Hace unas semanas otra chica bonita sacudió las bateas del mismo modo. La ahora solista Fergie admitió haber tenido relaciones sexuales con mujeres y haberla pasado más que bien. La contoneadora de pelvis tiene novio casi marido, quien sólo sonríe con las declaraciones de su chica.
La otra jovenzuela díscola de Hollywood es Lindsay Lohan. La niña actriz devenida en borracha desmedida, internada, escapada y vuelta a internar en cuanto instituto de rehabilitación glam existiera en Estados Unidos, se hartó de ser víctima de los tabloides por sus amores y desvaríos, y le juró amor eterno –en conferencia de prensa– a la DJ Samantha Ronson, y pasó de tirar manotazos de marketing al acto lésbico completo. La Lohan se animó, puso el cuerpo en serio y se apareó con una chica. Por supuesto, el amor no fue más fuerte y la actriz se retiró del lecho para rebotar de disco en disco, a la búsqueda de un nuevo amor.
Sin embargo, las ninfas modelo XXI no son las primeras figuras públicas internacionales que jugaron con la ambigüedad. La diva de todos los tiempos, Marlene Dietrich, fue la auténtica precursora en estas lides. Casada y con una hija, coqueteó como ninguna con las muchachas de la época. Greta Garbo, Imperio Argentina, y alguna otra más, sedujeron y se dejaron seducir por la germana. Y los amagues se convirtieron en rumores a los gritos para escandalizar a la comunidad artística toda.
En nuestro territorio las fanáticas de Lesbos, o al menos inducidas por la mercadotecnia del alto impacto, crecen minuto a minuto. Pero las grandes mentoras del club de las lesbianas tienen nombre y apellido famoso. La abanderada es la diminuta María Eugenia Ritó. La rubia debilidad confiesa sin cesar que le gusta el juego entre chicas. Alguna que otra la acusó en cámara de haber sido manoseada por la bajita, pero ella desmitificó el acto. Y para que no hubiera dudas, se dedicó a besar en público a actrices, conductoras, vedettes y demás profesiones públicas. ¿Elección sexual o juego mediático? A nadie le importa, menos a ella.
Leticia Brédice, antes de ser madre primeriza del pequeño Indio, mostró su trasero en la red carpet de los premios MTV, hizo pecho contra pecho siliconado de Luciana Salazar en una fiesta pública y respondió siempre con ambigüedad cuando se la interrogó al respecto. Se le adjudicaron romances con María Victoria Onetto, María Fernanda Callejón y alguna chiquilina más. Y “Letu” sólo mostró sus dientes sonrientes sin ensayar ninguna respuesta.
En el mercado del Norte o en el nuestro, el impacto lésbico tiene sus seguidoras. Hace unos años irrumpió la serie The L World en un canal de cable norteamericano, con historias de mujeres en serio contadas por mujeres y dirigida por una mujer. Y explotó en el público de ambos sexos. ¿Será esa la razón por la que las chicas con pantalla incluida hicieron de eso una necesidad de vida? Contar sus inclinaciones sexuales con pelos y señales para que el público se escandalice y en su defecto, las elija. Por amor o por provecho, todas acusan el deseo femenino en su duplicación.