La política tiene -muchas veces- varios puntos en común con un rompecabezas. Si bien uno es un juego y un pasatiempo lúdico, y el otro determina la vida de las personas y los destinos de un país, comparten conexiones vitales. Si se analiza cada pieza por sí sola parece insulta, insignificante, con un valor muy relativo y sin peso específico. Pero al sumarse a la gran masa, al conjunto, va ganando poder y definitivamente cuando está todo listo y aceitado, multiplica su figura y le da la real dimensión.
Apenas asumió Alberto Fernández al poder y también después de las PASO, que dejó en claro su triunfo en las urnas y una situación irremontable para Mauricio Macri, de cara a la primera vuelta, el discurso del presidente hizo foco en intentar renegociar la deuda externa para no asfixiar su mandato, ponerle palos en la rueda tan grandes que iba a ser imposible avanzar.
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Para eso, comenzó a diseñar una red de Embajadores, de socios políticos estratégicos para poner en marcha su gobernabilidad. Claro que en el medio, planificó que figura de peso en Europa como la alemana Ángela Merkel, el español Pedro Sánchez y el francés Emmanuel Macrón le dieron un espaldarazo público y su promesa de hacer fuerza a favor de Argentina para que el FMI entre en razón y acepte renegociar la millonaria deuda que dejó la gestión macrista.
Con las últimas designaciones de Ricardo Alfonsín a España y María Fernanda Silva a El Vaticano, el mapa de Embajadores que ideó Alberto, junto con el Canciller Felipe Solá, comienza a dejar pocas vacantes libres. En este armado la idea fue sumar cuadros políticos de otras fuerzas, como lo es el hijo del ex presidente Alfonsín, una persona que siempre tiró buena onda hacia la posibilidad de que Alberto comande los destinos del país.
Otra designación central para el gobierno de Fernández es Rusia. Allí la responsable política será Alicia Castro, una kirchnerista dura que ya representó al país en Venezuela y el Reino Unido. Allí, intentará recomponer la relación con el gobierno de Vladimir Putin, que era muy sólida hasta el final del Gobierno de Cristina, y se enfrió con la llegada de Macri.
Para Israel, el elegido fue Sergio Urribarri. Su elección fue bien recibida en la comunidad israelita y se busca no sólo reafirmar los lazos con el gobierno Benjamin Netanyahu, sino que esa simpatía llegue a uno de sus grandes aliados en el mundo: Estados Unidos. Justamente para ese destino el escogido por Fernández es Jorge Argüello, un amigo personal del presidente y quien estuvo en carpeta para ser Ministro de Relaciones exteriores.
Si se analiza el armado en América, hay menos espacios libres aún. Para comenzar de arriba para abajo, Carlos Tomada irá a México; Carlos "Chacho" Álvarez a Perú; Daniel Scioli a Brasil; Rafael Bielsa a Chile; Domingo Peppo a Paraguay; y Alberto Iribarne a Uruguay.
El perfil de la mayoría tiene más el componente político que una carrera ligada a la diplomacia. De hecho, solo Silva (Vaticano) y Luis María Kreckler, quien asumirá en China, son los únicos con una vida ligada a la misma actividad.
Los casilleros se completan, el mapa político de Alberto tiene cada día menos puestos vacantes, y el armado del poder del presidente puertas para afuera queda cada día más claro.