El líder de los Juancitos "no puede parar de matar"
La hermana de la primera víctima de Juan Pagnotta escribió un libro para alertar sobre la falta de impunidad sobre el acusado. Desde esa fecha a hoy, cometió cuatro crímenes más. Ahora, es juzgado.
A Alicia se le caen las lágrimas. No las puede contener. Pese a que edificó un fuerte con anotaciones en papeles, fotocopias de expedientes y recortes de periódicos, el dolor siempre gana la batalla y atraviesa los muros como una lanza encendida. En ese momento, todas las defensas quedan expuestas al pasado. Un pasado que es su presente, que la invade en cada una de sus fibras, pero lo hace porque ella decidió no olvidar, no ceder y no bajar los brazos ante lo que ella llama el monstruo de tres cabezas: los poderes político, judicial y policial, unidos en pos de la impunidad. Para, al menos, combatirlo supo que debía pelear en todos los frentes y así lo hizo. Golpeó todas las puertas de comisarías, juzgados y despachos políticos. No podía hacerlo sola, se enfrentaba a un mafia muy poderosa. Llamó a los medios y les contó cada detalle del homicidio de su hermano, pero cuando las luces se apagaron, volvió a quedarse sola en la inmensidad de aquel laberinto sombrío y sórdido. En su búsqueda, la justicia, aún estaba a años luz y los sirvientes del mal hacían lo imposible por evitarla.
El libro "Mi querido hermano. Impunidad Abierta”, es la manera que Alicia encontró de apaciguar una herida que siempre sangra y que nunca dejará de hacerlo porque tiene la capacidad de provocar impotencia, un sentimiento que, a su vez, produce una bronca visceral nacida de un sufrimiento que quema y desgarra. Es la pérdida injusta de un ser querido. “Al 90 por ciento de la edición, la regalé y es muy costoso hacer un libro, pero, desde que lo escribí, obtuve tanta información que podría hacer una segunda parte”, dice a 24CON sentada en medio del bunker que armó luego de que la tragedia tocó a su puerta.
Alicia Angiono de Reynoso es una de las tantas familiares de víctimas de la inseguridad. Su cruzada comenzó el 9 de abril de 2003 cuando su hermano Eduardo Angiono, de 62 años, fue atacado por uno de los vándalos más temibles de Ituzaingó, el célebre Juan Pagnotta, líder de la banda “La Curva de Videla” o “Los Juancitos”, que por ese entonces rondaba los 18 años.
“Al principio, la causa estaba caratulada como “Robo calificado” porque mi hermano había sobrevivido tres horas” al disparo mortal que recibió en el abdomen y, pese a que Pagnotta había sido imputado, la pena que pesaría sobre él, de encontrarlo culpable, sería benévola en relación al delito que efectivamente cometió: homicidio. Para colmo, dos meses y medio después, la causa se archivó y el asesino de Eduardo quedó libre de culpa.
Mientras elaboraba el duelo, se zambulló de lleno en el estudio del expediente, aprendió términos legales y cómo moverse en el mundillo político para que la escuchen. Casi accidentalmente, tras una reunión con el HCD de Ituzaingó, Alicia lo supo: a poco menos de la muerte de Eduardo, Pagnotta se había cobrado otra víctima. Se trataba de Mario Alejandro Medina, un joven que cumplía 30 años el día de su deceso. Luego de terminar con la vida de Medina, el criminal remató a tiros a un perro que persiguió la moto en la que se trasladaba.
“Hacen lo que quieren, roban, matan porque el sistema los hace impunes”. Así, Alicia intenta darle sentido a las actitudes de un peligroso delincuente que empezó a los 13 robando bicicletas y planeaba robos a bancos frente a las maestras de su escuela. “La policía es cómplice y si los jueces, en lugar de encerrarlos, les darían contención, los chicos tendrían la oportunidad de cambiar. Pero, en lugar de eso, los meten en los institutos de menores y después los largan. La muerte de mi hermano era evitable y eso es lo que me llena de impotencia”, concluye.
Mientras la familia Angiono continuaba su batalla personal, “Juancito” seguía haciendo de las suyas y, un año más tarde, el 8 de abril de 2004, Pagnotta comete el error de asesinar a Daniel Bogani, uno de los “históricos” de Castelar. Todo el barrio se hizo eco del homicidio del comerciante de 44 años y una marcha multitudinaria puso el foco en Morón. Los medios volvían a posar la lente en la banda de “Los Juancitos”, sin saber, aún, que ya habían dejado un tendal de sangre en su corta carrera delictiva. El caso Bogani tuvo la “grandeza” de arrastrar consigo a los olvidados Medina y Angiono. Días más tarde, una aglomeración se junta para protestar en Ituzaingó. Allí, Alicia conoce a Nelly Arata, a quien le fue arrancado su hijo Fabián, según sospecha, a manos del mismo verdugo. Ambas, en 2006 presentan oficialmente la ong denominada “Madres y Familiares de Víctimas”.
El gobernador Felipe Solá y su ministro de Seguridad, León Arlanian, esta vez, no pudieron esquivar semejante exposición pública y aceptaron recibir a los familiares de las víctimas de Pagnotta. Por su parte, la Justicia no podía seguir con la venda en los ojos y no tuvo más remedio que detener al brutal homicida. Y, lo mejor, el amigo personal y abogado de Bogani, Claudio “Pachi” Martínez desarchivó la causa de Eduardo y logró el cambio de carátula a “homicidio agravado por criminis causa, robo agravado por ser cometido con arma de fuego y tenencia ilegal de arma de fuego”. Ahora sí, Pagnotta estaba contra las cuerdas y, desde entonces, aguarda su veredicto tras las rejas. Pero ni el encierro puede contener la naturaleza del asesino, el 1º de marzo de este año mató a Gabriel Chacoma, su ex cuñado y cómplice.
El autor de la muerte está preso y con fecha de juicio oral, pero a Alicia no le basta, sabe que detrás de las muertes de la inseguridad hay corrupción en cada uno de los estamentos del Estado y le parece que lo que hace es poco, en relación al “monstruo” que enfrenta. “Es como luchar con molinos de viento”, reflexiona. “Lamento haberme comprometido en esta lucha después de la muerte de mi hermano. Tal vez, si me hubiera interesado más antes, Eduardo estaría vivo. Pero, claro, uno ve estas cosas por televisión, se lamenta pero nunca llega a pensar que le puede pasar a uno”. Sin embargo, hace una pausa, retoma la fuerza que la invadió desde la muerte de su hermano y vuelve a decir con convicción: “Por eso, con la asociación queremos crear conciencia, de que esta situación tocó fondo y que tenemos que hacer algo para revertirla entre todos. No quiero que otros sufran lo que nosotros sufrimos. Yo sé que estoy dejando una semillita sembrada”.
Los días 26, 27, 28 y 29 de octubre, Juan José Pagnotta será juzgado por el Tribunal Oral Nº 1 del Poder Judicial de Morón. ¿Cuál será el veredicto?
Alicia Angiono de Reynoso es una de las tantas familiares de víctimas de la inseguridad. Su cruzada comenzó el 9 de abril de 2003 cuando su hermano Eduardo Angiono, de 62 años, fue atacado por uno de los vándalos más temibles de Ituzaingó, el célebre Juan Pagnotta, líder de la banda “La Curva de Videla” o “Los Juancitos”, que por ese entonces rondaba los 18 años.
“Al principio, la causa estaba caratulada como “Robo calificado” porque mi hermano había sobrevivido tres horas” al disparo mortal que recibió en el abdomen y, pese a que Pagnotta había sido imputado, la pena que pesaría sobre él, de encontrarlo culpable, sería benévola en relación al delito que efectivamente cometió: homicidio. Para colmo, dos meses y medio después, la causa se archivó y el asesino de Eduardo quedó libre de culpa.
Mientras elaboraba el duelo, se zambulló de lleno en el estudio del expediente, aprendió términos legales y cómo moverse en el mundillo político para que la escuchen. Casi accidentalmente, tras una reunión con el HCD de Ituzaingó, Alicia lo supo: a poco menos de la muerte de Eduardo, Pagnotta se había cobrado otra víctima. Se trataba de Mario Alejandro Medina, un joven que cumplía 30 años el día de su deceso. Luego de terminar con la vida de Medina, el criminal remató a tiros a un perro que persiguió la moto en la que se trasladaba.
“Hacen lo que quieren, roban, matan porque el sistema los hace impunes”. Así, Alicia intenta darle sentido a las actitudes de un peligroso delincuente que empezó a los 13 robando bicicletas y planeaba robos a bancos frente a las maestras de su escuela. “La policía es cómplice y si los jueces, en lugar de encerrarlos, les darían contención, los chicos tendrían la oportunidad de cambiar. Pero, en lugar de eso, los meten en los institutos de menores y después los largan. La muerte de mi hermano era evitable y eso es lo que me llena de impotencia”, concluye.
El gobernador Felipe Solá y su ministro de Seguridad, León Arlanian, esta vez, no pudieron esquivar semejante exposición pública y aceptaron recibir a los familiares de las víctimas de Pagnotta. Por su parte, la Justicia no podía seguir con la venda en los ojos y no tuvo más remedio que detener al brutal homicida. Y, lo mejor, el amigo personal y abogado de Bogani, Claudio “Pachi” Martínez desarchivó la causa de Eduardo y logró el cambio de carátula a “homicidio agravado por criminis causa, robo agravado por ser cometido con arma de fuego y tenencia ilegal de arma de fuego”. Ahora sí, Pagnotta estaba contra las cuerdas y, desde entonces, aguarda su veredicto tras las rejas. Pero ni el encierro puede contener la naturaleza del asesino, el 1º de marzo de este año mató a Gabriel Chacoma, su ex cuñado y cómplice.
El autor de la muerte está preso y con fecha de juicio oral, pero a Alicia no le basta, sabe que detrás de las muertes de la inseguridad hay corrupción en cada uno de los estamentos del Estado y le parece que lo que hace es poco, en relación al “monstruo” que enfrenta. “Es como luchar con molinos de viento”, reflexiona. “Lamento haberme comprometido en esta lucha después de la muerte de mi hermano. Tal vez, si me hubiera interesado más antes, Eduardo estaría vivo. Pero, claro, uno ve estas cosas por televisión, se lamenta pero nunca llega a pensar que le puede pasar a uno”. Sin embargo, hace una pausa, retoma la fuerza que la invadió desde la muerte de su hermano y vuelve a decir con convicción: “Por eso, con la asociación queremos crear conciencia, de que esta situación tocó fondo y que tenemos que hacer algo para revertirla entre todos. No quiero que otros sufran lo que nosotros sufrimos. Yo sé que estoy dejando una semillita sembrada”.
Los días 26, 27, 28 y 29 de octubre, Juan José Pagnotta será juzgado por el Tribunal Oral Nº 1 del Poder Judicial de Morón. ¿Cuál será el veredicto?