Piden amputar el pene a los violadores seriales
La propuesta la presentó el abogado de una mujer que fue abusada y ultrajada. También piden la amputación del pene para violadores seriales. ¿Solución o venganza? ¿Qué dice la ley?
El abogado de una mujer que fue torturada y vejada en La Plata pidió la castración química para Máximo Castro, quien ya había sido condenado por ataques múltiples. Asimismo, Cristian Pettorosso pidió que se considere "bregar en la sentencia por una pronta reforma legislativa al Código Penal, a fines de incluir en el Artículo 119 (delitos contra la integridad sexual) la figura de castración por método químico y/o la amputación del pene por método quirúrgico para el caso de violadores seriales, como el tratado en el marco de este debate".
La drástica decisión de Lorena Bobbit de amputar el pene a su marido en 1993, no le sirvió de mucho. Cansada de los abusos y violaciones de John Wayne Bobbit, le cercenó el pene de un cuchillazo y lo tiró a un descampado. Sin embargo, el mutilado hombre consiguió recuperar su virilidad cuando los cirujanos le volvieron a colocar el miembro. Y, hasta sacó provecho del suceso al convertirse en estrella porno.
En la antigüedad, los eunucos contaban con una plena aceptación entre emperadores y reyes, puesto que, castrados como estaban, los harenes que cuidaban no corrían ningún tipo de peligro. Además, eran considerados como un género diferente al hombre-mujer, por lo que, también, eran preciados sus favores sexuales. Famoso fue el eunuco persa Bagoas, propiedad de Darío III, del que se habría enamorado el gran Alejandro Magno.
En la actualidad, la castración –al menos en la sociedad occidental- se dejó de practicar. En cambio, en algunos países tomó repercusión la denominada “castración química” a la hora de hablar de violadores y abusadores sexuales, una opción que busca dar una solución a la famosa premisa: “Si va a la cárcel y sale, vuelve a violar”. ¿Qué hacer entonces? ¿Es la castración química un castigo o una salida elegante para el agresor?
Sin embargo, el sexólogo y psiquiatra Adrián Sapetti aclaró los tantos a 24CON: “La castración química no es como una castración física, en la que cortas los testículos. Por ejemplo, a los eunucos se les cortaban los testículos pero las suprarrenales seguían produciendo andrógenos, seguían teniendo deseo. En cambio, con la castración química se bloquea los andrógenos. Es decir, la idea la tiene, pero no comete el acto”.
Entonces, “cuando la gente dice: “No va a tener erecciones pero va a tener el dedo, la mano”, en el caso de la castración química esto no se da –a diferencia de la física- porque les saca la agresividad, la violencia y la actitud compulsiva. Cuando no se la saca totalmente hay que agregar algún anticompulsivo, que le bloquee la acción”.
Eso sí, Sappeti aclara que el paciente “se tiene que controlar todos los meses. Es un tratamiento permanente, no se puede cortar, porque sino es lo mismo que nada”. Asimismo, en Argentina, el tratamiento tiene que ser autorizado por un juez para poder ser aplicado, a diferencia de otros países, “donde se utiliza sistemáticamente”.
Pero, ¿es efectivo el mecanismo? “Se utiliza mucho en Estados Unidos y es una de los posibles abordajes, no sé si es la solución pero sí puede ser eficaz para mantener al individuo sin que cometa el acto. El tema es que el violador que sale de la cárcel y vuelve a violar porque no puede dejar de hacerlo debido a que tiene una actitud compulsiva-obsesiva muchas veces ritualizada (tiene que hacerlo de determinada manera, a tal hora, a tal momento del día, con tal práctica, recurren a insultos, a vejámenes y algunos le dicen cosas a mujeres que vienen de otra historia personal)”, responde el especialista y agrega: “No todos los violadores son seriales que no vuelven a hacerlo nunca más”.
Por su parte, María Elena Leuzzi, presidente de la ONG Ayuda a Víctimas de Violación (AVIVI) no cree que la castración química “no es la solución porque nadie invertiría en el país en semejante medicina. Es un tratamiento muy caro. Además, se aplica para que ellos no puedan erguir el miembro, pero no evita que su cerebro piense en cómo violar. Y, me parece que, aunque no pueda con su pene, lo va a hacer con algún objeto lo que hace mucho más traumático, más doloroso todo esto”.
En ese sentido, Leuzzi manifestó a este medio que “es un medicamento de permanencia, no podemos darle esto por un año y después dejarlo. De lo contrario, sería lo mismo que encerrarlo por un par de años en la cárcel y después soltarlo. Vuelve a violar. Entonces, me parece que esta no es la solución”.
AVIVI acompañó y dio contención durante dos años a las seis víctimas que denunciaron a un violador serial de Pablo Nogués al que, el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Martín condenó a 31 años y siete meses de prisión. Al respecto, la titular de la organización calificó al fallo como “excelente”. “El tribunal trabajó muy bien. Las chicas fueron sin abogado porque cuando llegaron a AVIVI la causa ya estaba elevada a juicio”.
Asimismo, la mujer destacó la actuación de la fiscal Amalia Belaunzarán: “Es una excelente profesional que trabajó a conciencia por lo que las seis fueron muy bien representadas. Sentimos satisfacción por la condena”. Y recordó un veredicto sin antecedentes y ejemplar: El año pasado, en San Isidro, el juez Alberto Ortolani le dio 45 años a Hugo Vallejos, quien violó a 23 mujeres. “Este tipo de fallos les da confianza a las víctimas para que vayan a la Justicia porque, tienen que saberlo, se va a hacer justicia”, dijo al respecto.
¿Se puede reformar a un violador? “No se puede reformar, ni tampoco el Servicio Penitenciario de la provincia de Buenos Aires, ni del país, ofrece algo para que se puedan controlar. Yo creo que son seres humanos que están con una falla, que hay que alejarlos del resto de la sociedad, pero cuidarlos, protegerlos. No son enfermos, son psicópatas. Necesitan atención y cuidado pero lejos del resto de la sociedad”, concluyó.