Echan al empleado que denunció a "La Escondida"
El joven había denunciado en 24CON los atropellos que sufren los empleados y niños presuntamente esclavizados en "La Escondida". Allí, trabajan entre cinco mil gallinas rodeados de enfermedades, tóxicos y excrementos.
El día martes 25 de agosto, la “granja del horror” tuvo repercusión pública cuando 24CON visitó “La Escondida”, uno de los 60 establecimientos de producción avícola que la empresa Nuestra Huella S.A. tiene en el país. Allí, el Diario del Conurbano escuchó lo peor: “la explotación laboral y el trabajo infrahumano de niños” rompe la calma campestre que caracteriza el lugar.
Ubicada en Panamericana a la altura del kilómetro 64,5 de la localidad de Fátima sobre el ramal Pilar, la granja tiene a cinco familias trabajando, cada una de ellas, en un galpón con casi 5000 pollos entre “moscas, tóxicos de alto calibre y excrementos”, revelan.
Y todo esto “sin las medidas de protección correspondientes”, reclamó Agustín Navarro Farias, el trabajador y delegado de Unión de Trabajadores de Granjas Avícolas, UTGA, gremio que los nuclea. Él había presentado sus denuncias a este medio, en su intento por revelar una situación que excedería el trabajo esclavo y tendría consecuencias aún peores. Navarro Farías, el viernes 28 fue despedido por la empresa “sin justificación jurídica alguna porque no se invocó el artículo de la ley de Contrato de Trabajo que avale dicha decisión”, resaltó el abogado representante Pablo Sernani.
Para el letrado, la actitud de la empresa “demuestra claramente que dicho despido fue una represalia tanto por la denuncia realizada en este medio como por la conformación de la entidad gremial”.
La historia antes y después del cesanteo
Agustín trabaja en la granja hace 4 años de los cuales más de tres su condición fue “ilegal”, porque no estuvo registrado en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS), según contó a este medio. Así fue como luego de la denuncia penal (IPP Nº 2.199/08) presentada ante la UFI 2 del departamento judicial de Zárate Campana, se “blanqueó” a las esposas de cada uno de los trabajadores. Ante la solicitud de libre circulación (porque denunciaron que no los dejaban salir del lugar), consiguió, también, su registro.
Pero esto no lo conformó, ya que “trabajamos de lunes a lunes sin descanso, no podemos parar hasta terminar la producción que nos piden (unas 14 horas diarias), y además nos obligan a hacer trabajar a nuestros hijos que la mayoría son menores de edad”, señalaron.
Entonces, luego de sufrir las paupérrimas condiciones que admite haber vivido, comenzó a organizarse con los otros trabajadores de las demás granjas para convocar a una asamblea general el día 23 del corriente. El lugar de la cita fue en “La Mimosa II”, otra de las granjas pertenecientes a Nuestra Huella S.A., donde se juntaron para conformar el gremio Unión de Trabajadores de Granjas Avícolas (UTGA) cuyo trámite de inscripción gremial se presentó ante Trabajo bajo el Nº 1.343.915 (COPIA ADJUNTA).
Los trabajadores comprobaron en la reunión la presencia de Maria Luz Luaces (26), titular junto con su madre Leticia Ester García, de la empresa Nuestra Huella quien habría levantado en peso a Lucas Dimota, el encargado de dicha granja por “permitir que la reunión se hiciera en frente a la tranquera de la Mimosa”, afirmaron.
Producto de la publicación realizada por 24CON, el día 25, "ocho sujetos respondiendo a Trabajo se apersonaron en la sede central de la productora avícola (cita en Panamericana Km. 53,5, Pilar) y labraron un acta constatando todo lo que Agustín denunció en el artículo "Obligan a niños...", confirmó Sernani.
Acorralados, los responsables de la firma "al día siguiente aparecieron con todas las medidas de protección: botas, un traje de neoprene y barbijos", destacó el trabajador rural quien contó también: "Trajeron esos barbijos truchos que no sirven para nada y yo se los devolví porque si quiero trapos los consigo. Después me trajeron uno profesional".
Despido sin excusas