La gran final de la Copa Davis.

El ladrón de raqueta blanca

Nalbandian le ganó a Ferrer y había preparado la ensalada, pero Feliciano López empató ante Del Potro. La mesa está servida, los invitados sentados, el asado listo, falta la Ensaladera.

Por Germán Campisi
La mesa estaba servida, la tira de asado a punto, los comensales ya habían ocupado su silla. El parrillero venía desde el fondo del jardín con la bandeja repleta de cortes para que cada cual se sirviera a su gusto pero la doña no salía de la cocina. Un intruso de nombre Feliciano López le arrebató la ensaladera de prepo, poco le importó el clima festivo que se vivía.

En Mar del Plata el rey David dejó la serie como todos imaginaban que quedaría, con un 1 a 0 inobjetable. El cuadro, mejor, no podía ser. Juan Martín Del Potro, la mejor raqueta argentina -por lejos- de la temporada, salía a escena para dejar los platos servidos. A punto del bocado.

No pudo, sirvió el primero con un tenis de alto vuelo y un justo 6-4. Golpes duros y a los ángulos que a priori parecían obra y gracia de la precisión de un top ten, a la postre se asemejaron más a la mera casualidad de una persona incómoda que pegaba fuerte y buscaba alejar esa bola de fuego envuelta en una pelusa verde.

Después entró en escena ese ladrón de raqueta blanca. El español se tomó un set entero para conocer y amoldarse a un terreno absolutamente desfavorable, confiado en poder salirse con la suya. Le costó, mucho. Debió hacer un trabajo fino, preciso en demasía. Se concentró y empezó a batallar.

López mutó de la nada a un muro infranqueable que devolvió cada pelota impulsada por Del Potro con una dirección inusitada, a lo que Juan Martín no supo cómo responder. El tandilense que ganó sus únicos cuatro títulos en el ranking en los últimos cinco meses brilló por su ausencia. Cayó en un pozo, sus uñas encarnadas y el cansancio de haber sido el único de los finalistas que disputó el Masters Series de Shangai la pasada semana influyeron bastante.

De todas formas, el tandilense, diezmado, y dando ventajas físicas como nunca antes, batalló cuanto pudo. No le fue fácil al español quedarse con el match. Lo empató y se aventajó al cabo de sendos tiebreacks. Más desgaste, más dolores para el local. En el cuarto chico debió pedir asistencia médica por un fuerte dolor (primo hermano del desgarro) en su abductor derecho y desde entonces no fue el mismo. López se aprovechó y cerró la primera jornada de la Copa Davis con un 6-3 que dejó la serie tan abierta como antes de que comenzara a jugarse. Una pena. La mesa estaba servida y querían el menú completo. Sin ensaladera no hay asado que valga.
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