Nacen monitos fluorescentes
Mezclaron los genes de sus padres con los de una medusa y las raíces de sus pelos, pile y sangre, se vuelven verdes bajo una luz especial.
Los experimentos con animales ya son moneda corriente en muchos laboratorios del mundo. En la búsqueda de vacunas para enfermedades humanas, los ratones son los principales infectados por bacterias y virus que les provocan síntomas similares a los que pueden tener las personas. Sin embargo, científicos japoneses experimentaron con otro tipo de animales que tienen sus genes mucho más parecidos al de los individuos.
Se trata de los monos “callethrix jachus” o más conocidos por los argentinos como monos “tití”.
En la Universidad de Medicina Keio, Japón, Erika Sasaki y Hideyuki Okano, mezclaron un gen de medusa con los de estos primates para estudiar enfermedades como el Parkinson y la esclerosis lateral amiotrófica, o ELA. Para ello utilizaron un virus para trasportar el gen de la proteína verde fluorescente en los embriones de los monos, que fueron implantados en una mona. Cuatro de un total de cinco nacieron con el cambio genético en el cuerpo. Uno de ellos concibió un bebé sano que también contenía los nuevos genes, informaron en la revista Nature.
Los científicos trabajaron con esta especia de monos ya que alcanzan su madurez sexual en un año y por ello se reproducen rápidamente.
"El nacimiento de este tití transgénico es sin lugar a dudas un hito", aseguró el experto en células madre de la Universidad de Medicina de Pittsburg, el doctor Gerald Schatten, y Shoukhrat Mitalipov, de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón, en un comentario en Nature.
"Los titís transgénicos son modelos potencialmente útiles para investigar enfermedades infecciosas, inmunológicas, y desórdenes neurológicos, por ejemplo", escribieron.
De todas formas, Okano aseguró estar “más interesado en la enfermedad de Parkinson o en ELA”, ambas son enfermedades incurables del sistema nervioso y luego sostuvo que otros animales podrían crearse con el fin de encontrar curar para otros males.
El año pasado, los descubridores de la proteína verde fluorescente ganaron el premio Nobel de química: Osamu Shimomura, de origen japonés, del Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts, Martin Chalfie de la Universidad de Columbia en Nueva York y Roger Tsien de la Universidad de San Diego, California.
La proteína brilla con una luz azul ultravioleta, lo que permite a los científicos iluminar células tumorales, rastrear toxinas y vigilar los genes cuando se activan y desactivan.