Una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2 basada en una nueva tecnología genética arrojó eficacia y seguridad en su primer ensayo en personas, según los resultados preliminares del estudio anunciados hoy por la compañía estadounidense Moderna. Estos primeros resultados, que están pendientes de ser confirmados en estudios más amplios, indican que la vacuna genera una respuesta inmunitaria tan potente como la de los pacientes que han superado la enfermedad. Se comprobó, además, que quienes reciben la vacuna generan anticuerpos neutralizantes contra el coronavirus, es decir, el tipo de anticuerpos que bloquea directamente el virus e impide que infecte células humanas.
Tras estos resultados, basados en los primeros 45 voluntarios que recibieron la vacuna, Moderna recibió autorización para iniciar en las próximas semanas un segundo ensayo clínico con 600 participantes. La compañía tiene previsto iniciar un tercer ensayo con miles de personas en julio, que debe aportar los últimos datos necesarios para solicitar la aprobación de la vacuna.
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"El equipo de Moderna está focalizado en avanzar tan rápido y con tanta seguridad como sea posible", declara Stéphane Bancel, consejero delegado de la compañía, en el comunicado en que se anuncian los primeros resultados de la vacuna. "Estamos invirtiendo en aumentar la producción para maximizar el número de dosis y ayudar a proteger a tantas personas como podamos frente al SARS-CoV-2".
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La vacuna de Moderna, llamada por ahora mRNA-1273, consiste en una tecnología distinta a la de cualquiera de las vacunas actualmente disponibles. En lugar de inocular virus para inducir una respuesta inmunitaria como hacen las vacunas tradicionales, o de inocular directamente las proteínas que generarán esta inmunidad, esta nueva vacuna inocula instrucciones genéticas. Son estas instrucciones, codificadas en moléculas de ARN, las que producirán las proteínas que estimularán la inmunidad contra el virus.
El equipo científico de Moderna inició el desarrollo de la vacuna en cuanto China publicó el genoma del SARS-CoV-2 el 10 de enero. Se centró en la proteína S del virus (del inglés Spike, o pincho), que sobresale de su membrana y le da apariencia de corona al observarlo en un microscopio (de ahí el nombre de coronavirus). Esta es la proteína que el virus utiliza a modo de gancho para amarrarse a las células a las que infectará. Por ello, los anticuerpos que la neutralicen privarán al virus de su capacidad de infección.
Los investigadores de Moderna produjeron las primeras dosis de la vacuna, formadas por moléculas de ARN con las instrucciones para producir la proteína S, el 7 de febrero. Cinco semanas más tarde, el 16 de marzo, tras realizarse varias pruebas de seguridad, la vacuna se inoculó por primera vez a una persona. Nunca antes se había tenido a punta una vacuna para ensayar en personas solo 66 días después de descubrirse un nuevo patógeno.