En medio de cacerolazos en decenas de ciudades que pedían su renuncia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció la expulsión del hombre más popular de su gobierno, el ministro de Salud Luiz Mandetta, tras dos meses de pulseadas por la gestión frente a la pandemia de coronavirus, que ya dejó casi 2.000 muertos en el país.
Bolsonaro echó a Mandetta, del conservador partido Demócratas, por estar en desacuerdo con las políticas de aislamiento y cuarentenas que adoptó el Ministerio de Salud a la par de gobernadores e intendentes, y nombró como su reemplazante a un amigo personal sin experiencia en el sector público, el oncólogo Nelson Teich.
La crisis en el gobierno de Bolsonaro ocurre justamente cuando se espera para mayo el pico de Covid19 y cuando algunos hospitales de San Pablo y de los estados de Amazonas y Ceará están colapsados. En medio de la crisis del gabinete, se reportó que hubo 188 nuevos muertos en las últimas 24 horas y subió el número total de fallecidos a 1.924, con 30.425 casos positivos en todo el país desde el inicio de la pandemia.
Bolsonaro insistió en dejar clara su posición contraria a las medidas que recomiendan los médicos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para combatir al virus y acusó a los gobernadores por impulsar iniciativas de precaución que afectaron la economía y derivarán en un aumento del desempleo.
LEER MÁS Bolsonaro llamó a un "ayuno religioso" por la pandemia mientras los militares lo acorralan
"Un desempleado sufrirá más problemas de salud que otro que esté empleado. No se puede abandonar la economía para dedicarse a cuidar la salud. Tenemos que defender ambos, nunca en forma aislada. Se ha instalado un clima de terror en la sociedad", afirmó. El nuevo ministro prometió que se flexilizarán las medidas una vez que los tests puedan determinar un cambio de tendencia, aunque se mostró "alineado" con el pensamiento del presidente.
Bolsonaro decidió echar a su ministro, que tiene una popularidad más de dos veces mayor que él en las encuestas, mientras trata de mantener un difícil equilibrio forzado por la coronacrisis. El gobierno espera una caída abrupta de la economía y un déficit fiscal récord superior a los 90 mil millones de dólares en 2020, mientras la situación sanitaria no para de empeorar.
Mandetta, despedido como héroe en el Ministerio de Salud, les pidió a sus colaboradores ayudar al nuevo ministro y "ser fuertes en la defensa de la ciencia, la vida y la salud".
En cadena nacional, al ritmo de cacerolazos que pedían su renuncia en ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Brasilia, Salvador, Recife, Porto Alegre, Curitiba y Fortaleza, Bolsonaro volvió a insistir en el desempleo y descartó que vaya a aprobar nuevas ayudas del gobierno federal a los desempleados y trabajadores informales.
"En forma gradual debemos abrir el empleo en Brasil. La gran masa de humildes no puede quedarse en casa. El gobierno no tiene cómo mantener este auxilio de emergencia por mucho tiempo", dijo Bolsonaro en cadena nacional en el Palacio del Planalto. Ademas, describió a la salida de Mandetta como un "divorcio consensuado".
"La economía debe volver a la situación más normal posible porque, además de la vida, nos preocupa el empleo", afirmó Bolsonaro. El mandatario, asimismo, destacó que su gobierno "no es una fuente de socorro eterno" para los gobernadores e intendentes, quienes, como Mandetta, defendieron las medidas de distanciamiento social.
El coronavirus puso a Brasil en alerta. El estado de San Pablo, el más rico del país, con 46 millones de habitantes, tiene un muerto cada 30 minutos. El gobernador del estado, Joao Doria, quien se ha enfrentado a Bolsonaro, pidió al nuevo ministro respetar a la OMS y las cuarentenas como forma de combate al Covid. Desde la oposición, en tanto, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva comparó a Bolsonaro con el capitán del "Titanic".