Brasil superó la triste marca de 11.000 muertes por COVID-19 y la situación preocupa a toda Latinoamérica. Según datos del Ministerio de Salud, hay más de 160 mil casos confirmados, 6.760 de los cuales se registraron en las últimas 24 horas. El número de fallecimientos computados en el mismo período fue de 496. El ministerio informó también que ayer eran 64.957 las personas se han recuperado de la enfermedad y 1.892 muertes están siendo investigadas.
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São Paulo se mantiene como el epicentro de la pandemia en el país, con el mayor número de óbitos (3.709). Le siguen Río de Janeiro (1.714), Ceará (1.114), Pernambuco (1.047) y Amazonas (1.004). São Paulo también lidera en número de casos, con 45.444 confirmaciones, seguido de Río de Janeiro, con 17.062 casos, Ceará, con 16,6 mil, Pernambuco, con 13,2 mil, y Amazonas, con 12,5 mil. Estos son también los estados brasileños con más de 10 mil casos.
LAS FRONTERAS, EL MAYOR RIESGO
Brasil limita con 10 países en total, y a medida que crece la pandemia en ese país, todos los que tienen contacto permanente, ya sea por camiones o transporte de actividades esenciales tiemblan. Argentina, Bolivia, Colombia, Guyana, Guyana Francesa, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay y Venezuela tienen contacto fronterizo con el país con más contagios de Latinoamérica.
La ciudad de Manaos, en el noreste del país, los cadáveres de muertos por coronavirus se acumulan al punto de que el principal cementerio está sepultando los ataúdes de cinco en cinco en fosas colectivas y que pronto se quedarán sin ataúdes. En Río de Janeiro, los cementerios aceleraron la construcción de bóvedas sobre el terreno para los nuevos fallecidos que llegan.
Mientras tanto, Bolsonaro, quien ha descrito al COVID-19 como "una gripecita", se resiste a reconocer el peligro y aboga por la continuidad de las actividades comerciales, lo que lo ha puesto en litigio con los gobernadores de los estados brasileños. De hecho, repite cada vez que puede que desea liberar las fronteras, algo que sus vecinos no están dispuestos a aceptar, por miedo a que se descontrole la enfermedad en toda la región.
Los vecinos de Brasil comenzaron a tomar medidas para protegerse, a pesar de que muchos ya tienen cerradas sus fronteras, pero aún reciben tráfico de camioneros y otros movimientos esenciales. Incluso en Estados Unidos hay preocupación por Brasil. En la Florida, donde hay una gran población de ascendencia brasileña, se teme que podría haber una amenaza de pasajeros procedentes de Brasil infectados de coronavirus, dijo el gobernador Ron DeSantis al presidente Donald Trump en Washington.
En suma, los países que limitan con Brasil registran unos 82.000 casos positivos, mientras que el gigante regional tiene 155.939. Sus vecinos del Mercosur están advertidos del problema brasileño desde el primer día. Así sucedió en la ciudad correntina de Paso de los Libres, el único paso abierto de la Argentina con Brasil, donde rige una revisión médica exhaustiva para quienes ingresan de Uruguayana, así como un sistema de control para que cumplan con el recorrido directo y el lugar de destino donde deben hacer la cuarentena.
En Paraguay, el gobierno de Mario Abdo Benítez está resuelto a mantener sellada la frontera con Brasil. Más al sur, Uruguay también está comprometido a reforzar los controles por la catarata de casos que bien podrían cruzar las fronteras desde Brasil. El temor es que el concurrido Puente de la Amistad, que vincula las ciudades de Foz de Iguazú y Ciudad del Este, en la Triple Frontera con la Argentina, se convierta en un foco de infección descontrolada.
Brasil, Colombia y Perú tienen su propia triple frontera, con las comunidades cercanas entrelazadas. La proximidad, los vínculos y la complejidad del terreno complica a peruanos y colombianos acentuar los controles limítrofes. Pero saben que la única salida es redoblar los esfuerzos: de los primeros diez casos detectados en la ciudad colombiana de Leticia, por ejemplo, cinco fueron importados de Brasil.
La pandemia crece en Brasil y al mismo ritmo, se agiganta el temor en toda Latinoamérica.