Los mixtos, que son los que más están proliferando en la Ciudad de Buenos Aires (aunque también están los de mujeres), apelan a conceptos como circularidad, universo, energía y a la figura del mandala, como síntesis de "una forma diferente de concebir el mundo".
Se ingresa con 2.000 ó 3.000 pesos y una vez que se entregaron la persona es agregada a un grupo de Whatsapp donde están todos los miembros del telar.
En un audio de Whatsapp al que Télam tuvo acceso, un "agua" traquilizaba al resto: "busqué en Google y todo lo que apareció era horrible, leí que era un fraude (...) a pesar de leer esta información (...) decidí dar mi sí comprometido a partir de encontrarme con mi corazón".
Y continúa: "la ciencia del mandala no es una matemática lineal racional masculina, sino de la física cuántica, es decir, de lo que no se ve, de lo que crea a nivel celular el crecimiento exponencial".
Quienes participan de las estructuras utilizan exactamente las misma palabras: "No importa si no completo el telar, el dinero es energía, y el universo te lo devuelve", dice un "fuego" reciente que no quiere dar más precisiones porque "para poder comprender, hay que creer".
Desde la dimensión económica, Carlos Maslatón, abogado especializado en finanzas y mercado, se preguntó: "¿cómo alguien puede suponer que a través de un mecanismo de personas que se van transmitiendo mutuamente dinero sin ninguna contraprestación, sino como fin en sí, puede aparecer una riqueza que pueda ser compartida para todos?".
"Este esquema es una pirámide, hay un desplazamiento de patrimonio líquido (dinero), en base a un engaño, es una defraudación financiera; ahora no todos los que participan lo entienden, por lo tanto es difícil establecer responsabilidades penales", explicó el especialista.
"No se trata de un esquema Ponzi -agrega el especialista- que es una estafa con una promesa de inversión, porque ni siquiera esta es la promesa; la pirámide es un fin en sí mismo y es imposible de completar porque la capacidad de las personas por conseguir nuevos aportantes es limitada".
"La pirámide entonces comienza a achicarse en la base, y los que están arriba ya no pueden hacer sus retiros, entonces el esquema no se completa y el dinero se pierde", sintetizó.
Por su parte, la periodista mendocina Jenni Saade aseguró que los telares "no son un fraude" ya que "nadie entra obligado", aunque admite que al no estar regulado "en Mendoza hubo telares que se desarmaron, por eso es importante conocer a las personas del telar al que entrás".
Saade desestimó la dimensión "mística" y de género: "Me parece que estos discursos y la premisa del silencio generan desconfianza, yo siempre lo vi como un 'juego' o como un 'negocio', como si invirtiera en comprar un producto al por mayor y después no puedo venderlo, o como si jugara en el casino", sostuvo.
Para Maslatón, esta comparación es incorrecta. "El casino es un esquema cerrado de circulación donde las reglas son claras: o gana la banca o gana la persona. Aquí muchas personas llegan sin comprender en qué se meten, y el daño social que se genera es muy fuerte", asegura.