Abrir un prostíbulo o hacerse un tatoo; todo vale para llegar a Londres
Deportistas de todo el mundo tuvieron que agudizar el ingenio para poder participar de la cita olímpica.
Nueva Zelanda suele ser visto como un país del primer mundo donde a ningún deportista le hace falta nada. Sin embargo, no era la realidad de la taekwondista Logan Campbell, quien tuvo que crear una agencia de prostitución VIP, para costearse los entrenamientos y viajes. Aprovechando que ese negocio es legal por esos pagos, puso en marcha su proyecto.
"En 2008 mi campaña olímpica costó más de US$150.000 que financié principalmente con la ayuda de mis padres. Necesito al menos US$300.000 para entrenar y asistir a los torneos en mi intento para competir en los Juegos Olímpicos de Londres", explicaba Campbell en la página web en la que presentaba la agencia de escorts que abrió en la ciudad de Auckland.
En 2010 vendió su empresa entre las quejas de la federación de taekwondo y el comité olímpico neozelandés. Para ese entonces, una agencia deportiva le dio una beca para entrenarse tiempo completo y conseguir su clasificación.
En Colombia, la jinete de Doma Ecuestre María Inés García logró llegar a un Juego Olímpico por primera vez en la historia de ese país. Pero tampoco contaba con el dinero suficiente para costearse los gastos. Para eso, aprovechó el boom de las redes sociales y lanzó una campaña de donaciones.
"Por primera vez en la historia, el equipo de Doma Ecuestre de Colombia ha obtenido un cupo para ir los Juegos Olímpicos. Es un sueño largamente anhelado que está a punto de hacerse realidad. Ya miles de personas se han unido a este sueño. Tu también puedes hacerlo", dice García en su web donde se pueden hacer donaciones de entre US$10 y US$500.
Muy curiosos son los casos de tres deportistas estadounidenses. Ellos tampoco contaban con el apoyo total de sus federaciones, por eso también tuvieron que encontrarle la vuelta al asunto.
El equipo de nado sincronizado, encabezado principalmente por nadadoras del club Santa Clara de California, encontraron un canje. La Institución en donde aprendieron todas las bases del deporte es financiada por el bingo local. Para poder alquilar las piscinas y participar de los torneos más importantes, son también patrocinadas por la casa de juegos, pero a cambio, las mayores de 18 o sus familiares, deben ir a trabajar unas horas al bingo.
Aunque con proyecciones a futuro, el marchista John Nunn también inició su negocio. En esta oportunidad nada tiene que ver con el entretenimiento masculino, sino con la gastronomía. Ayudado por su hija, cocina galletitas y las vende por internet, lo que le permite generar un ingreso extra para poder mantener su ritmo de cara a la cita ecuménica.
Por último, tal vez el más jugado de todos, porque le puso el cuerpo al problema, es el atleta Nick Simmonds. El corredor de 800 metros llanos subastó su brazo por el sitio EBay. Sí, su brazo. Con el lema “Tu nombre de Twitter en un Olímpico”, once empresas lucharon por tatuar su cuenta sobre la extremidad izquierda del competidor. La firma publicitaria Hanson Dodge fue quien ganó la puja tras ofrecer US$ 11.100.
Fuente: BBC Mundo