La noche domina Al Ain desde muy temprano. Quince minutos antes de las seis de la tarde, aquí empieza a oscurecer. Sin embargo, en el interior del Hili Rayhaan by Rotana, Enzo Francescoli está iluminado. Igual que en sus tiempos de crack, cuando era el Príncipe de los ojos saltones que cautivaba con la banda roja. Dice que hace un tiempo abandonó la terapia "aunque no signifique que esté curado" y que a pesar formar parte de este éxito continental, "es todo mérito de los jugadores y de Marcelo (Gallardo); la Copa más importante es la que gané dentro del campo de juego". Sí, el uruguayo está encendido. Aunque pocas veces, como aquel mayo de 2014, cuando marcó el teléfono de Gallardo. El Muñeco estaba en San Pedro, donde había sido citado por los dirigentes de Newell's. Por eso, ahora, mano a mano con Clarín, sonríe por primera vez durante la entrevista cuando se remarca que aquel llamado le dio un giro mágico a la historia de River.
-¿Te pusiste a pensar que hubiese pasado si hubiera fallado la señal del celular y no te hubieses comunicado con Gallardo?
- La verdad, no... Son cosas que a veces pasan. Situaciones que suponen el cambio y deben empezar por algún lugar. En definitiva, él siempre soñaba con dirigir al club de sus amores. Justo por un tema de timming aparecimos en ese momento y se pudo quedar en River. Conocía cómo pensaba. Pero, en realidad, fue una intuición. El mérito es todo suyo. Es un chico que conoce el club mejor que otros y siempre fue muy positivo. Los que jugamos con él conocemos la serie desafortunada de lesiones que tuvo. Y siendo un jugador de su calidad, siempre buscó salir adelante. Eso me generó decir: "Uh, este tipo sí que tiene un plus". Y no me equivoqué.
-¿Pensabas que iba a llegar tan lejos?
-Por eso digo que el mérito es suyo. Seguramente, va a seguir creciendo porque es joven. En un club como River, la exigencia que él mismo se propone lo hace evolucionar rápidamente. Y creo que no tiene techo.
-Vos te retiraste en 1997, después de un magnífico ciclo en River. Entonces, empezó la época dorada de Boca. Desde Carlos Bianchi no hubo un técnico tan influyente en el fútbol argentino. ¿Creés que Gallardo está viviendo esa etapa?
- Sin dudas, nunca existió un técnico tan influyente en la historia de River. Y la gente lo entiende así, por eso lo quiere tanto a Marcelo. No sé cómo fue el proceso de Bianchi, pero el de Marcelo fue el más prolongado en tiempo y éxito que yo recuerde.
-¿No tenés miedo que se lo lleven a la Selección o que aparezca un club de exterior y se lo lleve?
-Miedo no tengo. Es parte del fútbol. Esto es como cuando tenés un jugador importante y, tarde o temprano, se va del club. Va a depender de cómo se den las cosas, si lo vienen a buscar, si él se quiere ir. Obviamente, ya ganó un lugar en la historia.
-¿En algún momento se dudó de su continuidad?
-Existe este juego de que hay que generar noticias y la pregunta desde hace un tiempo es "¿Cuándo se va Gallardo?". Pero para mí siempre ha sido todo muy claro. Después de ganar la Copa Argentina se tomó unos días para pensar si iba a seguir o no. Después, es un ser humano y en algún momento se generarán otras metas. Algún día pasará que se irá Marcelo.
-Siempre destacás tu afecto con Gallardo. ¿No es más difícil trabajar con un amigo?
- Es más fácil. Mientras tengamos claro que él es el técnico y yo soy el manager, las cosas son sencillas. Puedo sugerir algunos jugadores, pero la decisión es suya. Lo mismo con Rodolfo (D'Onofrio) en cuestiones institucionales y económicas. Él tiene la última palabra y yo no me involucro en cuestiones que no me competen.
-¿Qué va a pasar con el plantel? Sabés muy bien que el éxito enfoca los ojos de las grandes ligas en los futbolistas de River...
-Siempre que un equipo tiene logros importantes, el riesgo es ese. Y yo digo "bienvenido sea". Para llegar a esa instancia, los jugadores hicieron mucho sacrificio. Muchas veces escucho que se va aquel o viene tal y hay muchas cosas detrás. Primero, tiene que pasar que el jugador quiera irse. Y, tarde o temprano, los buenos se van. No sucede como en otra época en la que el jugador estaba diez o quince años en el mismo club, casi ni se ve. En el alto nivel, Messi debe ser el único caso. Teniendo en cuenta esta situación, hay que vivir la realidad. El fútbol es un deporte, una profesión y hay que prever que estas cosas pueden pasar: ganar, perder, que un jugador se vaya, que un técnico ídolo deje el club... Teniendo esto claro, la pasamos mejor.
-El hincha no está preparado para que se vaya Gallardo.
-Pero yo no hablo como hincha. En el lugar en el que estoy, tengo que ser sincero conmigo y con la gente.
De la final en Madrid al sueño del Mundial de Clubes
-Cuando Gallardo te abrazó y te dijo, en el campo de juego del Santiago Bernabéu, "vamos por más", ¿qué te provocó?
-No es la primera vez que pasa, siempre vamos generando una mentalidad ganadora. Hay que disfrutar y festejar, como también hay que hacer frente a los momentos en los que se pierde. Y también, pensar en el mañana. El fútbol se trata de eso, de superarse en la victoria y en la derrota. Buscar otros puntos en los que el club pueda generar cosas.
-Pero pocos momentos malos tuvo el ciclo de Gallardo. Fue justo cuando el técnico logró reinventarse. Sin ir más lejos, antes de la Supercopa Argentina con Boca.
- Es una condición que le transmitió al grupo. A veces pasa que las cosas no se dan. Pero creo que un valor que ha tenido el equipo, sobre todo este año, es afrontar los momentos difíciles. Este equipo ha estado perdiendo en la ida y en la vuelta de la final con Boca y, sin embargo, se superó con personalidad y tranquilidad. Por ahí, el otro hace una gran jugada o vos te equivocás y te desesperás. Y el gran fuerte que tuvo el equipo, sobre todo en estos partidos, fue superar en los momentos adversos.
-¿Costó disfrutar esta Copa por todo lo que sucedió en el Monumental?
-La Conmebol y la AFA tienen que hacer un "mea culpa". Los clubes, también. Este no era el camino, evadiendo las responsabilidades. Hay que enfrentarlas de la mejor manera y solucionar los problemas. Ni siquiera soy argentino, pero el Superclásico, como bien dijo (Gustavo) Alfaro es algo de lo que todo el mundo habla pero es netamente propio del país. Fuera de la Argentina, se pierde el encanto. Nuestra gente no pudo disfrutar de la revancha en nuestro estadio. Y eso no estuvo bien.
-¿No les quedó la sensación de que si River y Boca se ponían de acuerdo hubieran evitado jugar en Madrid?
-Sí, es posible. Pero fue todo muy raro. Tampoco estuve en la cocina del tema, respeté que el presidente se ocupara. Pasaron cosas muy locas. Ojalá podamos cambiar el fútbol sudamericano, desde los que tiraron la piedra hasta a nosotros mismos.
-Es cierto que primero hay que superar al Al Ain FC o al Esperance de Túnez Pero acá vinieron a jugar la final contra Real Madrid. ¿Creés que es un poco más terrenal que aquel que dirigía Zinedine Zidane y en el que la rompía Cristiano Ronaldo?
-No creo mucho en eso. Primero, tenemos que pasar la semifinal. En Japón sufrimos bastante. Por supuesto, uno viene dispuesto a jugar y a ganar la final. River debe pensar en River, hacer el mejor partido, pasar y enfrentar a un rival que tiene una historia muy grande. En la cancha, hay que jugar y si viene mejor o peor es igual que en el Superclásico. Poco influye el momento futbolístico a la hora de jugar.
¿Técnico? Ni ahí...
Francescoli empezó el curso de técnico el año pasado, a dos décadas exactas de su retiro. Sin embargo, no está pensando en dirigir. "Siempre dije que si alguna vez me picaba el bichito, podía hacerlo. Pero no. Estoy cómodo con mi rol de mánager. Es una cuestión de poder disfrutar de otras cosas. No le cierro la puerta... Pero va pasando el tiempo. Es obvio que hay que decir nunca digas nunca. No sé por qué, pero es así", le dice a Clarín.
-¿Tu decisión tiene que ver con lo estresante que significa dirigir a un equipo?
-Es mucho más intenso ser entrenador. Y corrés mayor riesgo. El técnico tiene que tomar decisiones todo el tiempo. Como manager, yo puedo aconsejar. Pero el que define es otro. Esa siempre fue mi forma de ser. Lo único que cambié de mi etapa de futbolista es que ya no juego más. Y no soy un tipo que se engancha mucho con perder o ganar: miro el mañana, el ayer ya fue.
-No sos resultadista.
-Nunca lo fui.
-Pero en este medio es difícil no guiarse por el éxito o el fracaso. ¿Vivís más tranquilo así?
-No sé si estoy más tranquilo, lo pienso así. Si el fútbol pasara solo por un resultado, después de perder un campeonato o una final, no podría haber jugado más. Y al otro día tenés que levantarte, salir a la calle, poner la mejor cara, entrenar, llegar en horario, correr, levantar pesas y patear al arco. Si te quedás pensando en lo que perdiste... Lo mismo cuando ganás. Si te quedás embobado con la victoria, al otro partido es probable que no te vaya bien. Esa deformación profesional es parte de mi vida. Soy así. Trato de que las cosas no me resbalen, pero que me afecten lo menos posible y seguir adelante.