Lejos está de ser el viernes soñado por esa multitud que todavía está volviendo a nuestra ciudad. El final de un buen partido disputado por Gimnasia sólo trajo bofetadas para una hinchada que creyó que podía ganarlo sin necesidad de patear desde esa mancha blanca que intimida hasta al más valiente.
Central se llevó un premio grande, le diría enorme. El equipo de Troglio fue digno de principio a fin. Concentrado, solidario y ambicioso, dentro de sus posibilidades, fue al frente. Metió, corrió, marcó y hasta supo construir un golazo de contragolpe. Maximiliano Comba, Santiago Silva, Víctor Ayala, Lorenzo Faravelli y Manuel Guanini fueron puntos altos en una pulseada de exigencia mayúscula.
La ilusión quedó rota. La noche tan esperada no terminó como el pueblo "tripero" soñaba, pero hay que poner las cosas en el lugar que merecen. Hoy, derrotado sólo en los tiros desde el punto del penal, Gimnasia no merece recibir latigazos hirientes. No debería escuchar reproches que aumenten su dolor por no haber podido dar esa vuelta olímpica que tanto deseaba.
Ese equipo de altibajos tan bruscos como preocupantes no estuvo al pie de la cordillera. Esta versión del "Lobo" debe tranquilizar a aquellos que viven con cierto estrés la pelea por la permanencia. Jugando como lo hizo ante Rosario Central, alejará cualquier temor.
Siempre se necesita una brisa de buena suerte y Gimnasia no la tuvo. Todo le cuesta mucho. Eso está claro.
Hay que seguir, no queda otra
Pasado mañana, cuando le toque recibir al complicado Huracán que dirige Gustavo Alfaro, Gimnasia deberá sacar fuerzas de donde pueda y tendrá que jugar para ganar, como lo hizo anoche. Es otra agenda, una historia diferente, pero hay que seguir, no queda otra.
El "Lobo" de Pedro mereció más en el partido regular y aún sin recibir esa "soga desde el cielo" que reclamó Troglio en la conferencia de prensa, supo perder. Se comportó con buena educación en el agrio momento de la premiación y su director técnico habló con tanto dolor como corrección. Eso merece ser destacado. ¿Poca cosa? ¿Acaso irrelevante? No, para nada.
Es tanto el nivel de estupidez e intolerancia que se respira cotidianamente en nuestro bendito país, que se vuelve indispensable destacar el comportamiento ejemplar de Gimnasia en el rol de derrotado.
La vida sigue. Y los partidos, también. Gimnasia perdió de pie. Y esa dignidad merece ser reconocida.
Fuente: El Día