Tan solo horas me separan del partido más importante de mi vida como hincha y es inevitable que un "flashback" de recuerdos aparezca en mi cabeza y en mi corazón. La vuelta olímpica en agosto de 1975 desde la panza de mi vieja en el mismísimo Monumental después de 18 años de sequía, mis primeros partidos, esos en los que no sabía los nombres de los jugadores ni contra que equipo se jugaba pero ya estaba enamorado de la camiseta blanca con banda roja, el River del 86, el primer equipo que me quedó en la memoria y que era motivo de orgullo durante mi paso por la primaria, el Tri de Ramón de galera y bastón del 96, la alegría de los campeonatos y la tristeza de que en aquella época contra ellos la suerte miraba casi siempre para otro lado, los puñales de las Libertadores del 2000 y del 2004, el abismo del 2011 y la resurrección de un año después hasta llegar a esta era, la "Era Gallardo", la del volver a ser, la de pisar de nuevo fuerte desde América hasta Japón, pero sobre todo, la era de ganarle todas las paradas bravas al rival de toda la vida.
Que primero la Sudamericana 2014 de Barovero y Piscu, que seis meses después la Libertadores del gas pimienta, y que apenas un año y medio más tarde la Superfinal del Pity y Scocco. En tan solo 4 años saldamos pagarés que le debíamos a la historia y que nos pintaron una sonrisa de oreja a oreja que con solo mirarnos nos reconocemos unos a los otros. Y cuando parecía que ya les habíamos dado "partido, revancha y bueno", el destino inconformista nos tenía reservado otro capítulo más, el último, el más importante, el que va a quedar en la memoria de todos.
Nadie imaginó nunca jamás, salvo en alguna fábula de un hincha pasado de sueño o de alcohol que alguna vez River iba a jugar una final de Copa Libertadores contra Boca, que esa final iba a ser la última en la historia en jugarse a dos partidos y que encima ese último partido lo íbamos a jugar en nuestra casa, con nuestra gente y con nuestro líder mirándolo desde un palco por estar suspendido...
Hace poco un amigo me preguntó como estaba de cara a lo que se viene y mi respuesta casi sin pensarla fue: "estoy en una montaña rusa emocional". En estas últimas horas mi cuerpo fue invadido por vaivenes de todo tipo y que sin previo aviso cambian de un momento a otro. De la ansiedad a la paciencia, de la confianza a la incertidumbre, de pensar "solo en lo nuestro" a darme manija sobre los rumores que incluyen a Macri, a Angelici, a Tapia, a la Conmebol y mejor paro porque si sigo empiezo a desconfiar hasta de mis vecinos. Y en el medio de todo te enterás que el as de espadas, ese que entra y les hace goles siempre no juega, si, Scocco se pierde la final. Si ya es difícil mantener cierta calma previo a semejante partido, imagínate lo que es en estas épocas inundadas de redes sociales, donde los rumores salen como minutas en un restaurant del centro al mediodía. Nos piden a los hinchas que "disfrutemos de esta final", como si no supieran que estos partidos ni te dan espacio para relajarte, que se sufren casi siempre hasta el final.
El máximo símbolo de nuestra historia, el gran Angelito Labruna dijo alguna vez que "la verdad está en el verde césped". Voy a agarrar esa frase y la voy a hacer carne para que ojalá así suceda en el Monumental, que más allás de todo lo que se dijo y se dice en la previa, el sábado sea la pelota y los jugadores quienes decidan sobre que va a ser de nuestro ánimo de ahí en adelante y vaya uno a saber hasta cuando...
Podés pensar que "cuantas revanchas más les vamos a dar"?, si, pero vení, arrimate y escucha lo que te quiero decir: "esta es la oportunidad que la historia nos está dando para devolvernos lo que injustamente el fútbol nos sacó en 2011, y es contra ellos, y es en casa y con 66.000 de los nuestros adentro y millones afuera dejando la garganta y el corazón en cada jugada. Y que tenemos el mejor DT que podemos tener, y el mejor arquero de todos y un equipo que aunque con bajas, creer a muerte en el mensaje del entrenador y que en estas paradas nunca nos defraudó. Por eso hay que creer, hay que confiar, y por sobre todo estar todos más unidos que nunca. Con el perfil bajo, los oídos sordos y siempre con la guardia bien alta".
"Que la gente crea, porque tiene con qué creer" ¨(Marcelo Gallardo)
Por Gonzalo Siddig - Editor de 24con.com