Estela y José vivieron las 36 horas más largas de sus vidas mientras su hija mayor, Virginia, vivía las más extrañas. El sábado 23 la joven estudiante de Diseño de Imagen y Sonido y productora de RGB –empresa propiedad de Gustavo Yankelevich– salió del Hotel Savoy con destino a una reunión de trabajo a la que nunca llegó. El domingo 24 a las cuatro y media de la tarde reapareció, estaba vestida, pero sin ropa interior ni medias, con síntomas de una hepatitis aguda por una intoxicación con paracetamol. La situación y su relato cuando salió del estado de shock en el que se encontraba, indicaban que un hombre la había privado de su libertad durante esas horas, y hasta se sospechó de algún tipo de abuso y violencia física. Pero el tiempo le jugó un revés, y su mente una mala pasada.
Con 23 años tenía más responsabilidades de las que se podrían esperar de una chica de su edad. El jueves 21 la empresa para la que trabaja la había alojado junto al resto de la crew en el Hotel Savoy para no perder de vista a las once parejas que participarían de un reality show. El grupo iba a viajar el lunes 25 con destino a Brasil. El sábado a la mañana Virginia se tomó un taxi y se dirigió al departamento que su padre le alquila en Palermo. La rosarina declaró ante la fiscal Marcela Sánchez que el taxista que la llevó hasta la casa la obligó a entrar a su departamento, la amenazó con que mataría a su gato –“su hija”, según dice su papá–, la forzó a tomar unas pastillas y la subió a su auto. Después de eso, una nebulosa, no recuerda nada más hasta el momento en el que se reencuentra con su padre.
LO QUE PASÓ. Mientras la noticia fue copando los titulares de los diarios, la versión de Virginia se iba desvaneciendo. La filmación de la cámara de seguridad de un hostel de Palermo ponía en evidencia que no había estado secuestrada sino que se había registrado por voluntad propia en dicho hospedaje para pasar la noche. La cinta la muestra entrando sola al lugar, y en la recepción tienen los papeles que completó de puño y letra. Pagó 200 dólares, que dice que no pagó, por la habitación que niega conocer. Pero la investigación indica que estuvo allí, sola toda la noche.
Al día siguiente una compañera de la productora recibió un alerta en su radio. Era Virginia que volvió en sí y atinó a llamar a la última persona con la que había hablado. A los minutos, se reencontró con su papá en su departamento.
Durante casi toda la semana, Estela y José creyeron cada palabra que su hija les decía. La definen, al igual que sus amigos, como excesivamente responsable, meticulosa, muy profesional. A tal punto que durante el último mes se había alejado de su grupo íntimo y había abandonado terapia para dedicarse full time al reality.
En el lobby del Sanatorio de la Trinidad, José recibe a 7 DÍAS. Tiene aspecto de cansado y dice que no está al tanto de lo que pasa en el mundo exterior, sólo le preocupa la salud mental de su hija. Esta semana, su vida cambió.
–Cuando la fiscal les muestra las pruebas que indican que la versión de su hija no era la real, a ustedes la historia les da un giro de 180 grados, ¿no?
–Exactamente. Nosotros creíamos lo que ella nos contaba y además ella está convencida, ése es el tema. Hasta que la confrontamos ayer (por el martes) con un especialista del sanatorio que le comentó que teníamos cosas que nos había mostrado la fiscal, y cuando le dijimos qué era, no entendía, sigue sin entenderlo. Ella no recuerda absolutamente nada de lo que realmente sucedió, para ella pasó lo que nos contó. En ningún momento modificó un ápice lo que nos dijo en un principio. Ella todavía cree que lo que vivió es eso, todavía no entiende cómo no se puede acordar de lo que realmente hizo.
–¿Se da cuenta de que su mente le jugó una mala pasada?
–No, ella no se da cuenta, la hacemos dar cuenta por lo que le decimos y por las pruebas que hay. Cree en nosotros y en lo que el profesional le dijo, sabe que no la vamos a engañar y que no intentaríamos perjudicarla.
–¿Los psiquiatras explicaron qué pudo haber desencadenado esto? ¿Puede ser un pico de estrés?
–Sí, sí. En general lo que nos dijeron es que este tipo de hechos no se desencadenan por casualidad, sino que son “consecuencia de...”. Y que el excesivo estrés, la excesiva responsabilidad, el poco descanso, no alimentarse bien, tomar café y demás, pueden desencadenar reacciones como ésta. La mente humana tiene una serie de vericuetos que se desconocen, y por ahí salta por algún lado que no hay forma de prever.
–¿Se puede tratar de un episodio aislado?
–No lo sabemos, es la primera vez que le pasa, por eso la vamos a internar en una clínica especializada para que le hagan los estudios necesarios.
Fotos: Luciana Granovsky.