Julio Grondona

"La democracia perjudicó a Racing"

En su puesto, es más viejo que la democracia: es presidente de la AFA desde 1979. En diálogo con 24CON habló del Mundial del '78, de su pasado como presidente de Independiente y de la relación con el poder.

Su llegada al poder, 29 años después, aparece en una nebulosa marcada por la suspicacia y la lejanía. Los años borran las huellas, por eso la discusión de “cómo arribó” a la presidencia de la AFA, quedó al margen para darle lugar al “cómo se mantiene”.

En 1979, el dueño del fútbol en Argentina era Carlos Alberto Lacoste, un vicealmirante que, por aquellos años, tenía como ambición llegar a la FIFA. Las versiones que soportan el paso del tiempo y perduran en la memoria dicen que, apoyado por quien fuera director de la Escuela Naval y respaldado por algunos dirigentes de clubes, Julio Humberto Grondona llegó a ser la cabeza de la AFA.

Presidente de Independiente y fundador de Arsenal de Sarandí, Don Julio agarró el mando y no lo soltó, hasta los días que corren. Llegó al poder con el gobierno de facto y el desembarco de la democracia pudo hacerlo tambalear, pero sus contactos lo mantuvieron. Hoy, el hombre sigue firme, con un mundial en sus vitrinas y con un lujoso técnico en el banco.

Julio Humberto Grondona es el único referente relacionado al fútbol que vivió la dictadura desde un puesto que aún conserva.

-¿Cómo fue su relación con el gobierno militar?

-No había contacto prácticamente. Nunca se metieron conmigo, porque yo tampoco nunca los fui a buscar. Si vos le pedís plata al gobierno, obviamente después se la vas a tener que devolver, y ese suele ser el principal problema.

- ¿Es posible que una entidad tan importante como la AFA no tenga contacto con el gobierno?

- Lo que pasa es que en AFA tenemos relación directa con Inspección de Personería Jurídica o la Dirección General Impositiva. Son los órganos comunes de control.

- Muchas cosas se dicen alrededor del mundial '78. ¿Qué opina?

-Cuando se jugó la Copa del Mundo acá, yo era presidente de Independiente.

-¿Pero en su gestión no sufrió las repercusiones de ese campeonato?

-No para nada. No tuve ningún eco de eso. Bueno, lógicamente los clubes luego del campeonato mundial pudieron crecer mucho más, los ayudó para crecer.

-¿Qué recuerda cuando se le pregunta por aquella Copa?

-Recuerdo que se había formado un gran equipo, con un técnico que revolucionó el fútbol como César Luis Menotti.

El 30 de octubre de 1983, Argentina volvía a las urnas y Raúl Alfonsín se imponía en los sufragios para sorpresa de todos: era la primera vez que el radicalismo superaba, en votos, al peronismo.

-¿Cuánto influyó el cambio político en su conducción?

-Fue algo muy importante para el país entero. Además se pudo cambiar el estatuto de AFA. Antes, por ejemplo, el poder ejecutivo estaba compuesto por diez personas. A partir de ese año empezamos a incluir a los presidentes del interior y de los clubes del ascenso.

-¿Fue en lo único que cambió?

-También se modificó una regla que prohibía a los árbitros egresados en el interior dirigir en Primera, un absurdo.

-¿Y en cuanto a la política?

-Posterior al 83 hubo un solo conflicto con el gobierno. La Secretaría de Deportes quería que hagamos un cambio cuando estaba Bilardo. Pero les dije que el cambio lo hagan ellos. Esa era su opinión. Pero se dieron cuenta de lo que era vivir en democracia y de que ellos habían llevado la democracia al país, entonces se quedaron en eso: un simple pedido.

- ¿Y con los presidentes de turno sí tuvo contacto?

-No, yo nunca me mezcle con la política nacional. Podríamos tener relación con la Secretaría de Deportes, porque el organigrama de Gobierno nos relaciona.

-También hubo fútbol en 1983, Independiente salió campeón y Racing se fue al descenso…

-Si, la democracia lo perjudicó a Racing (Risas).

Millones de personas salieron a las calles para festejar la vuelta de la democracia. Sólo una figura estuvo en el fútbol antes y continuó después de aquel momento histórico. Su voz gruesa y adormecida, su hablar parsimonioso y su cintura para esquivar las preguntas complicadas con naturalidad. Todo eso y más es Julio Grondona, el hombre que atraviesa las críticas para caer parado y seguir, sin adversarios a la vista, al frente del fútbol argentino.