Comitiva belga en Argentina

Contaminación en Europa y América: La guerra de dos mundos

Son dos países, en dos continentes diferentes. Separados por el océano, la historia y el tiempo. Son, también, dos mundos opuestos. Habla en exclusiva para 24CON el representante de la agencia internacional responsable en medio ambiente belga, Wim Van Rompay.

En uno –Bélgica- la contaminación está a punto de desaparecer. Y como sucede a menudo, los problemas crónicos (de verdad) se terminan cuando se aplican soluciones de fondo. Así fue para los belgas cuando, industrialización mediante, amenazaba a convertirse en uno de los países más complicados en términos ambientales del Viejo Continente. Cuando las políticas de la Unión Europea comenzaron a hacerse valer, Bélgica reaccionó. Si de verdad quería pertenecer al círculo áulico de las naciones más poderosas de Europa, tenía que empezar por “limpiar” su casa, su país.

 

Así fue como Bélgica revirtió el círculo negro de la contaminación y se sumó al virtuoso, aquel que integran los países que menos dañan al medioambiente.

 

Del otro lado del Atlántico, la situación es más compleja. El Nuevo Mundo envejece a fuerza de aguas servidas, residuos industriales y la extrema polución del aire, sobre todo en las grandes urbes. Tanto que, convocados por la emergencia, los organismos internacionales como la Flanders Internacional Technical Agency (FITA) llegaron al país “para compartir sus experiencias en control del medio ambiente”. Así lo explicó a 24CON el representante de la entidad, Wim Van Rompay, quién también dijo:


¿A quiénes asisten, a las empresas o a los gobiernos? ¿Cómo intervienen en el mercado?

 Las empresas privadas nos contactan para entrar en un negocio del cual no tienen referencias y nosotros buscamos a nuestros profesionales más idóneos y estudiamos las técnicas más eficaces para llevar adelante el proyecto.

Las empresas que trabajan con FITA abarcan todo el rubro industrial. Las plantas de residuos y las filtradoras de agua tienen una amplia red a nivel mundial y se jactan de tener centros de control altamente teconologizados y organizados. Por eso en Bélgica lograron reducir hasta un 16% los depósitos de basura y 0,9% las plantas incineradoras con un nivel de reciclaje del 75% por ciento del total de los residuos.

¿Qué buscan sus empresas en el exterior?
Partenaires locales que sean capaces de organizar y de identificar los proyectos y que tengan informes y know how (manuales institucionales). Esto da como resultado una comunión entre una empresa local y nosotros.

¿Pueden decir que tienen un valor agregado en comparación con otros organismos?
Tenemos un valor añadido en lo que es estudios de impacto medio ambiental. Por ejemplo, estudiar cuál sería la metodología más conveniente para desarrollar una actividad eliminando las mayores probabilidades de contaminación. Tenemos mucha experiencia en el tema.

Experiencia que en Buenos Aires se iba a cristalizar en el remanido proyecto de sanear el Riachuelo, uno de los cursos de agua más contaminados del mundo.


Luego de las reuniones con los responsables del sector, ¿cómo quedó el plan de saneamiento del Ricahuelo?
Por el momento quedó en la nada. No nos facilitaron los informes necesarios para poder comenzar con un plan adecuado que pueda resolver este inconveniente. Igualmente, no acordamos nada en particular porque es todo muy confuso, la información sobre el estado del lugar no es precisa.

 

A cara lavada 

 

Bélgica está divido en tres estados y cada uno de ellos es responsable por los residuos que generan. En Argentina, la discusión de límites geográficos continúa. FITA, representa a Flandes, la metrópolis más grande del país, que en contraposición a la Ciudad de Buenos Aires, tiene desarrollado un plan medio ambiental que “depende de un alto grado de conciencia y compromiso social”, manifestó Rompay.

 

¿Cómo controlan los residuos hogareños?

En primer lugar, es una conciencia que debe generarse desde el Estado. Nosotros tenemos bolsas diferenciadas por colores para seleccionar la basura en los hogares. Luego se transportan a una de nuestras plantas, la Environmental Sector, que funciona como un lugar de recepción de basura y reincersión de energía.

 

¿Cómo funciona?

La planta está conectada a las redes de energía estatales. Nosotros recuperamos la energía de los residuos en un 75 por ciento y el Estado la compra para alimentar a los hogares. Es una suerte de retroalimentación.

 

Y mientras en el Gobierno de la Ciudad se discute si el plan de Basura Cero es viable, y las agrupaciones medio ambientales de Conurbano pujan por la selección de los residuos en el lugar de origen, los belgas cuentan con un compromiso y una adhesión a este sistema del “71 por ciento de los hogares para reducir la contaminación”, según reveló el titular de FITA.

 

En Argentina, hasta el momento, la legislatura porteña intenta deshacerse de la basura enviándola a otros nortes. En Bélgica, “cada estado se responsabiliza por lo que genera”, contó Rompay. Entre la CEMASE y los planes de FITA existe una diferencia abismal. Prácticamente incomparable.

 

El sueño europeo está cerca de cumplirse. La misión de FITA, la de erradicar los depósitos en tierra, cumplió su objetivo en 2007. Ahora van por más: “Tenemos que lograr conectar las aguas servidas de los hogares a una red comunitaria de purificación”, contó Rompay.

 

Por el momento, aquí, la realidad tiene otra cara. Negra, por cierto. El humo, los basurales y las aguas totalmente contaminadas, impiden acercarse a los niveles primermundistas. Mientras tanto, una universidad estatal vende un bosque natural para introducir un vertedero. El MERCOSUR y la Unión deberían amigarse, está claro.