Un barrio de Villa Adelina toma agua contaminada
Estudiaron el contenido del tanque principal y los resultados dispararon la alarma. "La Municipalidad es cómplice de la contaminación”, dicen.
Desde hace años denuncian que la cooperativa que presta el servicio en esta zona, en la que viven unas 600 familias, no tiene las condiciones necesarias para funcionar con normalidad. Estudios bacteriológicos y químicos demuestran que el agua no es apta para el consumo humano, según publicó el diario Crónica.
La Municipalidad de San Isidro admitió la irregularidad pero aún no brindó ninguna solución al reclamo. Los vecinos aseguran que “es cómplice de la contaminación”.
A pocas cuadras de la Panamericana, en el corazón de Villa Adelina, divididos por la calle El Indio se recortan dos barrios llamados Tanque y Arca, donde viven 600 familias. Pero desde todos lados, como un faro apagado, se levanta un gigantesco tanque gris que provee de agua a los dos barrios.
Debajo funciona un jardín de infantes. Hace más de 40 años se nutre de las napas subterráneas, con dos perforaciones hechas a 60 metros de profundidad. Son esas mismas napas que ahora se encuentran en el centro de la polémica.
El servicio está administrado por dos cooperativas, una para cada barrio, pero en los papeles sólo sigue existiendo una, la que trabaja en Arca. Los vecinos denuncian que la segunda, con responsabilidad sobre el servicio de Tanque, dejó de existir hace tiempo y que es manejada irregularmente por una mujer del barrio.
Y que toda el agua que asciende del subsuelo, para ambos barrios, está contaminada. También aseguran haber recibido presiones, amenazas y persecuciones de parte de la cooperativa, manejada por un hombre de apellido Musso, que vive a pocos metros de la mole gris.
Según publicó el diario citado, los vecinos fueron amenazados y si bien cuentan lo que pasa con el agua, tienen miedo. “Nos amenazaron varias veces. Nos difaman, dicen que somos operadores de AySA, que queremos dejar al barrio sin agua, que nos paga gente de afuera. Lo único que queremos es tomar agua en buen estado, que se cumpla con un derecho humano básico como es garantizar ese servicio a toda la población”.
Entre los estudios que motorizaron se encuentran los realizados por el área de Bromatología de la Municipalidad de San Isidro, el Ente Regulador de Aguas y Saneamiento (ERAS) y la empresa estatal de agua AySA. El análisis de la comuna, con fecha de extracción de muestra del 27 de junio de 2011, es más que claro al informar que “de acuerdo con los parámetros analizados, se concluye que la muestra no cumple con lo estipulado en el Código Alimentario Argentino”.
A partir de esos resultados, la administración comandada por Gustavo Posse, célebre por convertirse en el primer intendente del Conurbano en querer levantar un muro para separar las villas de los barrios más paquetes, tomó intervención en el asunto.
Pero sólo para informar, ya que hasta ahora no tuvo políticas concretas sobre el reclamo vecinal. Lo curioso es que, 15 días después del informe bromatológico, el 12 de agosto de 2011, Posse firmó el decreto 2030 por el cual inscribió a la Cooperativa Barrio Arca de Provisión de Agua Limitada en el Registro Municipal de Entidades sin Fines de Lucro.
Por eso, para los vecinos “la municipalidad es consciente del peligro en el que estamos y no se quiere hacer cargo, por lo tanto es cómplice de que estos dos barrios sean provistos de agua contaminada”. Otro informe del 8 de febrero de este año, hecho por el ERAS, dice que “los exámenes bacteriológicos indicaron presencia de bacterias coliformes en la toma efectuada en el punto de la red. (Por lo tanto) es necesaria la desinfección del agua bajo tratamiento de cloro antes de su distribución en forma inmediata a fin de no tener futuros problemas”.
En el análisis fisicoquímico enumera los siguientes parámetros fuera de norma: nitratos, dicloroeteno, tetracloruro de carbono, triclorotileno y tetracoloroeteno. En consecuencia -dice el informe-“es necesario corregir las anomalías mencionadas con el fin de minimizar los riesgos a la salud de la población, debiendo arbitrarse los medios para que la misma cuente con dotación de agua segura y un suministro de agua alternativo”.
De acuerdo a los cálculos de AySA, cuya red, paradójicamente, rodea el barrio con sus caños, el monto por la obra es de casi 3 millones de pesos. Los vecinos hacen foco, además, en el presupuesto que maneja Posse: “Tienen presupuestado 1.400 millones para el año próximo y se gastaron una fortuna para comprar polders para que no se inunde el náutico de San Isidro. ¿Y no pueden costear las obras de agua potable?”.
Con el aval de los abogados de la ONG Polar, los vecinos presentaron un recurso de amparo que, bpor tratarse de un trámite de urgencia, recayó sobre el juzgado de turno: el de Responsabilidad Penal Juvenil Nº 1 de San Isidro, a cargo de Silvia Chomiez. Mientras tanto, para no correr riesgos la mayoría vive a bidones y rezan para que, al bañarse, no se trague una gota de esta dudosa agua.
3 de noviembre de 2012
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