Debía hacerse un estudio, fue en colectivo y se infartó

El examen era para realizarle un transplante. “Nos prometieron un auto, pero un día antes nos dijeron que había casos más importantes”, explicó la esposa del paciente a 24CON.

Raúl tiene 42 años, sin embargo apenas puede moverse. Sus riñones no funcionan como deberían, no logran purificar su sangre por lo que su vida depende del sistema de diálisis. Cómo muchos otros argentinos está a la espera de un transplante de órganos que le devuelva dignidad a su vida.

Cómo parte de los preparativos para el transplante necesita ir dos veces al mes a hacerse estudios al barrio porteño de Caballito, pero a medida que se demora la llegada de los órganos su salud se deteriora. Su esposa, al ver que cada viaje se hacía más difícil pidió ayuda a la Municipalidad de Luján, y si bien en un principio le prometieron el traslado, un día antes se lo negaron.

“Va a diálisis todos los días y a veces viajamos a capital. Yo fui a la salita de mi barrio y pedí una auto, 20 días antes me dijeron que si, y dos días antes me dijeron que había casos más importantes que mi marido y que no me llevarían en auto”, explicó Verónica a 24CON.

Una asistente social del barrio Parque Lasa le había confirmado a la familia que contarían con un móvil para trasladarse a capital, según publicó la Agencia Ciudadana. La necesidad era doble, la familia no está en condiciones economicas de viajar en remis o en combi, y al salud de Raúl no es la mejor como para que viaje por sus propios medios, por ejemplo, en tren. Empero cuando Verónica quiso materializar la promesa y solicitó el vehículo, la respuesta fue sorprendente. “Mi marido tuvo dos preinfartos, tiene un catéter, está en lista de espera para un transplante, pero me dijeron que vaya en colectivo. Que viaje en colectivo y guarde los boletos, que si había caja chica, me pagaban lo que había gastado en el viaje”.

La negativa fue rotunda, y Raúl, acompañado por Verónica ya que su salud exige un acompañante, tomaron un colectivo que los llevó a la Ciudad de Buenos Aires. El regreso nunca se concretó.

Raúl se hizo los estudios en la fundación que realizará el transplante. En el regreso empezó a sentirse mal: “se descompuso en el peaje, donde paran los autos. Empezó a hacer ruidos y se le fueron los ojos para atrás. Vino policía, una ambulancia, los pasajeros a los gritos. Yo no conocía a nadie, lo llevaron al Piñero”, señaló la esposa.

Raúl fue ingresado a la guardia, sufría un infarto. Su salud dependía de cuan rápido fuese atendido. Si el ataque le hubiera surgido en viaje, y no en el peaje, las consecuencias hubieran sido mucho más drásticas. Hoy sigue internado pero sus necesidades no se solucionaron.

“Fui a la municipalidad a hablar con al gente de salud, pero no me atendieron. Me crucé con el director de Desarrollo Social y me prometió ayuda. Además le pedí que me ayude para construir un baño dentro de mi casa. Tenemos una piecita y la cocina, pero el baño está afuera y él no puede salir. Lo de mi marido es urgente, no me gusta pero tenemos que viajar todos los meses”, finalizó Verónica.

El próximo 18 de octubre Raúl debe volver a la fundación donde le realizarán el transplante. Espera haberse recuperado del infarto que sufrió en el colectivo y conseguir otro medio para trasladarse. Mientras tanto continúa conectado a una máquina de diálisis para continuar viviendo.


27 de octubre de 2012

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