El negocio de Posse y el marido de Valeria Mazza
El municipio le vendió a Gravier el viejo hospital a un precio irrisorio. "Se liquidó a 165 dólares el metro cuadrado cuando sale 700", dijeron a 24CON
Centenario y ostentando una belleza particular en su arquitectura, el viejo hospital de San Isidro se erige como testigo del Siglo XX y el crecimiento de la zona norte del Conurbano.
Desde su creación, a principios del siglo pasado, y hasta 2003 fue el principal nosocomio del distrito, con 140 camas, quirófanos, miles de consultas al mes y profesionales de primera calidad. Sin embargo, casi de un día para el otro, fue declarado obsoleto, cerrado y vendido por un precio mucho menor al real.
El Municipio de San Isidro, encabezado por Gustavo Posse, vendió en 2003, tras una sospechosa licitación pública, el predio y edificio del viejo hospital. Lo compró la firma AG Producciones, propiedad de Alejandro Gravier, el esposo de la famosa modelo Valeria Mazza. El monto por el que se lo vendió apenas supera los cuatro millones y medio de pesos, cuando el valor inmobiliario de la zona es mucho superior. Los vecinos intentaron con todas sus herramientas frenar la venta, pero no fueron escuchados por el municipio y los amparos judiciales no fueron acatados. Hoy, a 9 años de su venta, comenzó a ser demolido. Sus añejas paredes caen derruidas junto a las lágrimas de los vecinos.
“Es una estafa. 6600 metros cuadrados regalados. Era el hospital de agudos, podríamos haber hecho un hospital de día para ancianos o para pacientes psiquiátricos. Pero no, se vendió sin ningún beneficio para la comunidad”, explicó a 24CON la Doctora Elda Cedro, miembro de la Asamblea Vecinal de Beccar, quien impulsó acciones judiciales para frenar el negociado.
“Nos quitaron el lugar excepcional. Un predio que teníamos para alojar lo que quisiéramos. 6700 metros de un edificio en perfecto estado. Hasta 2003 fue el hospital de agudos. Pasaron las elecciones y dicen que está obsoleto y lo licitan. ¿Estaba obsoleto? Tenía terapia intensiva, quirófano, camas, todo. O no era obsoleto, o era un irresponsable el municipio que lo usaba siendo obsoleto”, señaló irónica Cedro.
El predio está ubicado en la intersección de la calle J. J. Diaz y Primera Junta. A no más de 100 metros de Avenida Libertador y poco más de Avenida Centenario. A pocas cuadras del centro de San Isidro, con todos los servicios y con fluidas vías de acceso. El negocio de viviendas en el lugar será sumamente redituable para los compradores del viejo hospital.
La licitación pública por la adjudicación del Viejo Hospital tuvo dos oferentes. La sospecha de los vecinos nació por la poca diferencia entre las ofertas. Un desconocido, de nombre Almaraz, ofreció $4.350.000. La firma Gravier ofreció apenas mil pesos más y se quedó con todo. El valor aceptado hubiera concordado con un terreno baldío. “Se vendió a 165 dólares el metro cuadrado, en la zona sale 700, y se va a vender en 2800 cuando terminen de construir”. Tras la lucha de los vecinos, la licitación incluyó una cláusula que exigía que se preserve el histórico edificio, o al menos su fachada. Pero ya concluida la venta, el proyecto a construir poco mantiene del viejo hospital.
“De ese precio pagó un millón 200 en el momento y terminó de pagar el resto (3.150.000) en diciembre de 2010. Le respetaron el precio de 2003. Pero no quedó claro si van a respetar el proyecto que protegía el edificio”, apuntó la doctora.
Los vecinos no se quedaron quietos. A la par que se inició el proceso de licitación, comenzaron a reclamar un freno. Juntaron firmas, presentaron demandas judiciales y hasta llegaron a la legislatura provincial buscando que el hospital sea declarado edificio histórico, para que no sea demolido.
En marzo de 2004 presentaron un recurso de amparo y lograron una medida cautelar sobre la licitación gracias a las 11 mil firmas que lograron conseguir para la “no venta” del viejo hospital. Además presentaron un proyecto de centro psicoasistencial para la tercera edad, discapacidad y enfermos psiquiátricos, ya que el municipio no cuenta con ningún hospital de este tipo. Paralelamente se hicieron campañas, marchas, se visitaron distintas instituciones públicas, el concejo deliberante y cámaras legislativas y vías judiciales. “La Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo de la Provincia declaró que era ilegal su venta. Los tres jueces dijeron que era ilegítima la venta. Pasa a la Corte Suprema de la provincia y por 4 votos sobre 3, le da la razón al municipio. Eran 8 los jueces, pero esperaron a que se jubilara uno que estaba a favor de los vecinos para poder dar el dictamen que permitió la venta”.
En 2009 los vecinos jugaron la última carta judicial. Juntaron peso por peso los 5000 que exigía la cuota de justicia y presentaron en Queja, el reclamo a la Suprema Corte de la Nación, pero ante la presión municipal y para no desautorizar a los jueces provinciales, desestimó el pedido.
“Perdemos lo histórico y la posibilidad de alojar lugares para las necesidades de los más necesitados del partido. No sólo a nivel de salud, centro de recreación, talleres… El municipio tiene mil millones de presupuesto anual, se vendió por 4 millones. Hasta vamos a perdida económicamente. Van a construir viviendas. ¿Alguien querría vivir en la morgue del hospital? ¿En el lugar donde moría gente o donde era operada?”, dijo Cedro que se desempeña como Psiquiatra y psicoanalista en su consultorio de Beccar.
Paralelamente comenzaron varios pedidos de informe en el Concejo Deliberante para saber cuál sería la operatoria de cesión del predio y su destino final. Inclusive un proyecto para declararlo lugar histórico provincial superó siete comisiones en la Cámara de Diputados de la Provincia, pero el proyecto, que contaba con las firmas de más del 2% del padrón electoral, no llegó a ser tratado en ninguna sesión legislativa y cayó al cumplirse los dos años de su ingreso en la cámara. “Hicimos otro pedido de informe, queríamos saber por qué no llamaban a una consulta electoral. Y cuando ingresamos el pedido, los concejales de San Isidro nos confirmaron que en la última rendición de cuentas figuraba un ingreso por Venta de Inmuebles. Listo, lo habían vendido”.
Los vecinos presentaron al menos cuatro cartas y pedidos de informes al concejo deliberante desde que se inició la venta del hospital, pero nunca recibieron una respuesta oficial, lo que según los vecinos sería una violación a los derechos de acceso a la información propios de todo ciudadano.
Otro punto sobresaliente en la venta radica en el uso de los fondos. En primera instancia se habló de un uso comunitario apuntando a obras que beneficien al partido. No obstante, los distintos jueces que recibieron los amparos vecinales señalaron que al menos los fondos de la venta sean destinados al área de salud del distrito. Pero el proyecto impulsado por el municipio preveía la construcción de un puente, o la ampliación del túnel de la calle Primera Junta, en vista del aumento del tránsito en la zona por la construcción de viviendas en el predio del hospital. “Iban a hacer un puente acá para los habitantes de este lugar, era una obra para la salida de las viviendas. La plata iba al negociado, un colmo!”, destacó Cedro.
“No pudimos saber como se vendió, a quién, en qué monto. Después AG Producciones ingresó la empresa Corporación Inmobiliaria Argentina S.A. . Ahora lo promociona Forcadell-Badino. ¿Qué hace Forcadell acá adentro? ¿Respetaron el precio? Van a respetar el anteproyecto? ¿Qué obligaba a preservar el hospital? ¿Qué negocio hay entre el intendente y el empresario?, que le respeta el precio pero no el anteproyecto. Esto se leyó en la última sesión del Concejo. Ninguno de los concejales dijo nada, pero esos sin vergüenza lo escucharon en voz alta”, explicó.
Los vecinos además señalan que mientras se resolvía el destino del hospital, Alejandro Gravier atravesó denuncias y acciones legales por evasión fiscal que lo llevaron a presentarse varias veces ante la justicia. “Lo que no le pagó al Estado lo utilizó para quedarse a precio vil con un bien del estado”, cerró Cedro.
Hace pocos días comenzaron las obras en el viejo hospital. Desde la calle Acasuso, la espalda del viejo edificio, los primeros operarios comenzaron a retirar los techos y algunas paredes de los pabellones más modernos del centro asistencial. La montaña de escombros se agranda día a día. El frente está tapeado. Grandes carteles de publicidad interrumpen lo que hasta hace pocos años era la entrada principal del nosocomio. El silencio lo invade, y los vidrios rotos se multiplican a pedradas. En su interior ya no hay pacientes, médicos ni medicinas. Apenas un puñado de gatos se protegen del invierno en el interior del viejo hospital.
26 de julio de 2012
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