Cómo es la vida del último Tevez de Fuerte Apache

Se trata de uno de los tíos de Carlitos. Dicen que el jugador lo dejó "porque es un bardo" y que alquila la habitación donde se crió el delantero.

El sol pega de lleno en la medianera Este del Nudo 1. Encandila. La efigie del campeón, tatuada en pleno corazón del barrio, ni se inmuta. Las plazas están vacías y en la canchita central hay picado. Todo parece transcurrir con normalidad en Ejército de los Andes. Desde hace años, comentan los habitantes, la droga y el alcohol dejaron de ser el desayuno para los pibes (“desde que llegó Gendarmería”, aventuran algunos). Pero, al parecer, no todos entran en la misma bolsa.

El “mal llamado” Fuerte Apache fue el hogar de Carlos Tevez hasta sus 16 años, cuando Boca le alquiló una casa en Versailles por $900 mensuales. Con el empujón del contrato Xeneize el crack decidió ayudar a la familia y cumplirles el sueño de salir del barrio. Primero les compró una casa a sus padres postizos en Devoto. Andrea Martínez (hermana de Fabiana alias Trina, su madre biológica que lo dio en adopción a los pocos años de vida) y Segundo Tevez tienen el amor incondicional de Carlitos porque ellos lo acoplaron a la familia y se hicieron cargo de él. Después ayudó a sus cuatro hermanos adoptivos (Débora Gisell, Diego Daniel, Miguel Ángel, y Ricardo Ariel) y finalmente sacó a Trina, la única que suele volver cada tanto.

Historia conocida. Lo que no se sabe es que dentro del Fuerte, Tevez dejó algo más que recuerdos de una dura infancia. En el departamento L del 1er piso de la Torre B, con frente a la calle interna Barragán 214, justo debajo de las firmas que acompañan el mural, vive Chito, uno de los cuatro hermanos de Segundo (los demás son Tribilín, Quito y Topo) Oculto de la prensa y con supuestas borracheras constantes y problemas con las drogas, el hombre se niega a dar notas. Dicen que la familia le tiene prohibido hablar. Que si lo hace, le quitan la manutención.

 


Chito hace rancho en la misma casa donde vivió Carlitos junto con su madre hasta que Juan Alberto Cabral, padre de sangre del delantero, fue acribillado de 23 balazos tras un presunto robo. “Cuando éramos pibes íbamos a la bailanta La Terraza –cuenta un hombre allegado a Cabral que no quiso dar el nombre-, Carlos tiene la misma cara que el padre pero por suerte no las mismas costumbres, él andaba en la joda pesada”.

Atrincherado, el último Tevez del Fuerte ni se asoma cuando quiere desaparecer de la prensa. “No mires mucho, a ver si sale encabronado”, avisa el vecino que vive en la torre de enfrente. Según los más cercanos, Chito alquila las tres habitaciones del departamento y con ese dinero, junto con los supuestos $3000 que le gira su sobrino desde Inglaterra, “vive dado vuelta”.

“Los fines de semana ni siquiera aparece. Se la pasa tirado”, revela el hombre que solía andar de pachanga con el padre de Carlos. Esa mañana, durante la visita de los periodistas, Chito estaba borrado. “Se enteró que venían y se guardó en el departamento”, aclaran sus vecinos.

Durante la semana, el tío de Tevez, además de los alquileres y del presunto dinero recibido, hace changas. La albañilería es su especialidad.


Carlitos se olvidó del barrio y el barrio se olvidó de Carlitos

 

“Jamás me voy a olvidar del Fuerte y mis raíces”. Tevez es la imagen del barrio en el mundo. El inmenso mural que así lo grafica, sin embargo, genera controversias entre los vecinos. La iniciativa fue obra de la Delegación municipal barrio Ejército de los Andes, el Concejal Ángel Torres y la dirección de juventud de la Municipalidad de Tres de Febrero. “Vinieron, presentaron el mural y se fueron. Sólo pintaron el Nudo 1, lo arreglaron por adentro y prometieron que le iban a poner ascensor”, protestan desde varias cooperativas que trabajan para mejorar el vecindario. “Tanto Torres como la municipalidad usan al barrio para lucrar. Para ellos Apache es como una marca. Pero no ayudan realmente a quienes lo necesitan”, resumen.

En abril de 2010 Daniel Scioli estuvo en el Fuerte para inaugurar una cancha de césped sintético. En junio de este año, Carlitos jugó para Club Apache frente a Villa La Ñata, el equipo del Gobernador. Más de 5 mil personas siguieron cada detalle del duelo. “Igual que con el mural: jugaron, se sacaron la foto y se fueron. Ah, y dejaron tres pelotas para los chicos”, acotan quienes estuvieron presentes esa tarde.

Pese a los grafitis que lo recuerdan como “el jugador del pueblo” o “San Apache”, a Tevez se lo ve cada vez menos por el lugar. No lo culpan, quizá lo entienden, pero le achacan que su vinculación con políticos no beneficie al barrio que lo vio nacer.

De todas formas, los habitantes del Ejército de Los Andes aseguran que desde hace años la vida es más tranquila. “Los chicos que antes andaban robando ahora tienen trabajo en cooperativas y no están tanto en la droga. Si hay inseguridad es como en cualquier lado”, comentan. Por detrás, cerca de la cancha donde Carlitos metía sus primeros goles, dobla una camioneta de gendarmería. No tiene demasiado trabajo a esa hora de la mañana, cuando Apache se despierta y el único ruido es el ladrido de algún perro.

 

 

24 de julio de 2012

 

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