Opinión: Creo, tu crees, creemos

El relato es la herramienta del periodista. Su labor es contar historias, hechos y personajes. La construcción que hace el periodista de la noticia la transforma en un hecho verificable, maleable, tangible; creíble.

Ahora ¿el periodista debe creer en lo que le cuentan? La base es desconfiar, descreer e impulsar la investigación. ¿Pero de quién desconfiar o de qué?

Existe un factor común a todo ser humano: Todos creen. En un dios, en una energía, en la justicia, en la naturaleza, en un político, en si mismos o en otro. Pero todos creen. Empero, ¿la duda debe recaer sobre esa creencia o sobre quien cree?

A lo largo de los cuatro años de vida de 24CON por sus páginas desfilaron notas de todo tipo, pero una sección perdura casi desde el comienzo. La sección 24Paranormal ha buceado en temas comunes y otros no tanto. Para quien cree en esos temas, son sumamente ciertos. Para el agnóstico, son puras palabrerías.

Desde ovnis hasta duendes, pasando por fantasmas, brujas y animales extraños. Algunos son informes destacados y entrevistas exclusivas, otros réplicas buscando difusión. Todas mantienen el mismo respeto, se crea o no en la disciplina.

El periodista, al encarar este tipo de notas, no debe dejar de lado su curiosidad y menos aun someterla a sus prejuicios. Aun cuando los casos son difícilmente creíbles (unos más, otros menos) o bien cuando los portadores de las historias no aparentan ser tan confiables o pertenecen a instituciones distintas, siempre debe creer.

La diferencia está en creer. No en la disciplina o fenómeno, sino en la persona que cree. No importa si el testimonio o el relato del entrevistado son ciertos. Si el tema del que se habla existe, es creíble o si el periodista comparte esa creencia. Importa creerle al interlocutor. El periodista no es quién para descreer de aquel que sí cree en esa disciplina distinta.

 

Existen médiums, duendólogos, ovniologos, transcomunicadores, cazafantasmas, así como hay profesores (que enseñan una ciencia que no siempre vieron), curas (que creen en un ser que nunca verán) y periodistas (que no siempre ven los sucesos que relatan). Los une creer, cada uno en su ciencia, en su oficio, en su disciplina. El creer en esos fenómenos los hace visibles, existentes, tangibles. Tanto como una nota periodística.

No soy quien para descreer de quien me cuenta su creencia. Sería una falta de respeto no creerle por no creer yo en esa disciplina que me cuenta. Como buen agnóstico no creo en lo que no veo, pero creo en quienes ven y me lo cuentan. Ellos pueden también descreer de esto mismo que escribo, de lo que cuento en cada nota, de lo que se publica. Pero es el creer, el confiar, lo que mantiene la veracidad de una u otra disciplina. Yo creo, el cree, entonces, nosotros creemos.


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