Funcionarios de Cariglino consintieron el brutal ataque a la prensa y vecinos

La patota del Intendente volvió a atacar con golpes y armas de fuego. Sus vínculos con la dictadura, la causa que sigue la Justicia y el apriete a 24CON. "Vivo con miedo", dijo una testigo a este medio.

Como en los tiempos más oscuros de la historia reciente, los hombres de Cariglino se movieron con total impunidad. A la vista de todos, con la venia cómplice de la policía y el visto bueno del Jefe de Seguridad Municipal -que seguía los movimientos a pocos metros de ahí- la patota de Jesús siguió el manual de la dictadura a la perfección: rodeó a un grupo de personas que pedían justicia frente a un hospital, molieron a palos a todos, amenazaron con armas de fuego, intentaron acallar a la prensa y se retiraron, con el deber cumplido.

 

La brutal agresión que sufrieron los periodistas de Malviticias, SM noticias, Crónica, Tiempo Argentino y la Agencia Télam mientras acompañaban el pedido de justicia de familiares de Celeste Morales, una nena que murió por mala praxis, es sólo un eslabón dentro de las maniobras de “aprietes” y violencia que ejercen los golpeadores al servicio del intendente Jesús Cataldo Cariglino que están denunciados ante la justicia como desde hace tiempo publicó 24CON. Incluso este medio experimentó en primera persona esos métodos propios de la época de plomo.


En ese distrito –dónde no se reconoce al “Cilindro”, un centro clandestino de detención que funcionó en la dictadura y figura en el ‘Nunca Más’ de la Conadep- los golpes y amenazas con armas de fuego por parte de estos hombres están denunciados ante el Juzgado Federal N°1 de San Martín bajo el número de causa 5081/11. Los acusados de estos ataques son miembros de la CoNaSuBar, un grupo con tintes golpistas integrado por miembros de la fuerza retirados y en actividad (ver "Denuncian que la dictadura no terminó para Cariglino") 


 

“Yo vi cuando a Mariano –Vega, fotógrafo de Tiempo Argentino- lo rodearon entre 20, lo tiraron al piso en plena ruta 197 y lo molieron a palos”, explicó a este medio Silvia Burgos, una de las testigos del ataque de la patota. “Le decían que guarde la cámara, que nosotros habíamos ido para hacer política con eso”, explicó la mujer, quien trató de impedir que siguiera el castigo pero los policías de la bonaerense le contestaron que tenían órdenes de “no intervenir”.


El ataque surgió de la nada, cuando el grupo de más de 100 matones apostados en el hospital de niños Dr. Claudio Zin increpó a los familiares y vecinos que pedían que se esclarezca la muerte de la menor, acusándolos de ser “gente de Vivona” (referente del FPV en el distrito y candidato a intendente durante las últimas elecciones). Burgos junto a otras mujeres fue rodeada y logró zafar de los empujones, aunque los golpes acertaron a un hombre de 70 años que se encontraba en el lugar y al propio tío de la pequeña por quien se pedía justicia. Allí vio como los violentos insultaban, mostraban armas de fuego y amedrentaban a su voluntad.


Lo peor fue cuando le pidió al director de patrullas y protección ciudadana municipal, Daniel Echeverría, que intervenga para detener las piñas. “Nunca me voy a olvidar ese gesto, nos dijo ‘ustedes dan vergüenza, se lo merecen’, mientras controlaba todo lo ocurrido a cierta distancia”, explicó Burgos, quién logró tomarle una foto con el celular para certificar su presencia. Consultado por Tiempo Argentino, Echeverría dijo “desconocer” la agresión. Pero la imagen demuestra que estuvo ahí.


El saldo de la gresca, acontecida ante la inacción de las fuerzas de seguridad y funcionarios del oficialismo –por ejemplo, estaba el concejal Alejandro Groh-  fue de varios vecinos heridos y la increíble detención de miembros de la prensa. El propio tío de Celeste Morales, Fabían Aquino, quedó desfigurado por los golpes (ver foto). Los violentos, en cambio, se marcharon con total impunidad.


Cuando era una nena de 9 años, Burgos vivió el llamado “Operativo Independencia” en Tucumán, donde los militares de la dictadura de los métodos más sangrientos se movieron con impunidad secuestrando y desapareciendo a placer. Hoy, jura que volvió a sentir lo mismo. “Yo ahora vivo con mucho miedo. En la anterior marcha para pedir justicia nos sacaron fotos, nos marcan, llaman a mi casa preguntando por mí y me cortan, veo gente rara por el barrio ¿y a quién voy  a llamar? ¿A la policía que los protege?”, se lamentó Burgos.

06 de junio de 2012

 

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