Paolo el Rockero: "En la bailanta no hay cultura, me dicen ¡estás re drogueta!"

El actor habló con 24CON de cómo lo confunden con su creación y acusó a Pablo Lescano de robarle un tema. Sus falsas muertes, su amor por Spinetta y su visión del peronismo.

Como los eclipses de sol, la ruptura del glaciar Perito Moreno o la lengua filosa de Silvia Süller, Paolo El Rockero es un fenómeno que suele reaparecer cada tres o cuatro años. Y, como siempre, quiere volver para quedarse. Pero esta vez la estrategia es algo diferente, y Jorge Montejo – el actor detrás del personaje – trata de separar su verdadero yo del hippie sucio, vago y alocado que hizo furor en los ’80 y ’90. 
 
Su nueva etapa mediática arrancó en el programa de Anabela Ascar. Aunque no abandonó el look de Paolo, mostró su faceta de compositor cantando, con su propia voz, temas de su autoría. Entre ellos, “El 69”, que apela al doble sentido y el estilo picaresco para hablar del “bondi de los vicios”. “Si te veo en la parada y sufrís de angustia oral, subite al 69, yo te la voy a sacar”, proclama. Y también le cambia la letra a la Marcha Peronista, para fusionarla con obras de Pink Floyd y convertirla en “La Marcha Rockerista”, una especie de homenaje que nombra a varios grandes del género.          

“Me decían que tuviera cuidado, porque Anabela gasta a los que realmente no son artistas, sino una muestra más bizarra. Pero conmigo se portó de primera. Lo único que, como su programa es familiar, ‘El 69’ lo vio un poco subido de tono y me ponía caras”, recuerda Jorge a 24CON sobre su paso por el freak show de Crónica TV.

“La repercusión fue espectacular, se me volvieron a abrir puertas que estaban cerradas por chusmeríos, por comentarios que se hacían de mí y que no eran ciertos, como que había fallecido. Del diario Perfil me llamaron dos veces, porque en Twitter se decía que estaba muerto. Hasta llegaron a llamar a mi viejo para que se los confirme, porque no creían que el que atendía fuera yo. Son muy locas las noticias que se inventan”, dice él, resignado.

La primera vez que lo “mataron” fue en 2004, y el encargado de dar el falso anuncio fue otro personaje que hoy – por motivos muy diferentes  - está en boca de todos: Baby Etchecopar. “Afectó mi trabajo porque, si me presentaba en un lugar, muchos creían que era un doble y no iban. Se quedaron con el rumor. En su momento, no le hice juicio, porque no lo dijo de mala leche. Después se retractó varias veces en la radio, pero nunca se disculpó conmigo. Y, cuando Mario Pergolini dijo que Baby había muerto, se le fue al humo con los abogados y le saco 20 mil pesos. Cuando le toca a él, sí le importa”, criticó al conductor.

¿Ahora “resucitaste”?

Ahora la gente sabe que estoy vivo, y yo canto. En “Badía y Cía” ya había hecho canciones con la voz de Paolo, pero no quedaba bien, porque es una voz muy distorsionada, muy cómica y grotesca. Las nuevas las canto con mi voz, y ahora sí que re-pegan. Me presento en boliches de todo el país y hago varios personajes, pero termino como Jorge Montejo. La gente se queda gritando “una más y no jodemos más”. Aunque respeto los monólogos de Paolo, los hago con más experiencia y tranquilidad. Paolo no es como Tato Bores, que hablaba a mil por hora. Es más de pausarse y hacer caras, para mostrar que está loco.

¿La gente te confunde con el personaje?

Eso pasa en la bailanta, donde no hay cultura. Una vez, se me acercó una chica y me dijo: “Che, estás re-volado, ¿no?”. Yo le dije: “No se confundan, ¿no pueden diferenciar al personaje del actor?”, y ella me respondió: “Ah, perdoname, pensé que eras re-drogueta”. Ahí nomás, la mandé de paseo: "Pensá lo que quieras, andate de acá". Eso no tiene nada que ver con mi público.


¿Y cuál es tu público?


La gente que me sigue es de la cultura, escucha al "Flaco" Spinetta, a Pink Floyd, a Luis Miguel, a Armando Manzanero. No está en la bailanta de cuarta. Igual, no desmerezco al género, que tuvo sus buenos exponentes, como Pablo Lescano, que sabe hacer música. Tengo un episodio con él: en 2004, en medio de los rumores de mi muerte, le entregué el tema “No tomés si no sabés tomar”, que tenía un mensaje contra el alcohol. Él le modificó una parte, la distorsionó, la registró a su nombre y nunca aceptó que era mía. Igual, ahora se lo agradezco, porque cantar un tema así no me daría buena imagen. 


¿Para vos, Paolo es un personaje bizarro?

No lo considero así, lo considero un personaje popular argentino. Puede tener un perfil bizarro, pero es tan pintoresco que la gente lo quiere. Aunque eso no quita que yo vaya a la “Bizarren Miusik Parti”. Hasta me nombraron Ciudadano Ilustre de la fiesta. En las épocas que estaba mal de plata, la Bizarren me daba laburo. Pero después, cuando te vas para arriba, todos te pasan la factura. Quieren pagarte lo mismo, y no es así. Los organizadores me dicen: “Acordate que nosotros te llevamos a Cosquín”. Sí, fui el número más aplaudido, pero eso en Buenos Aires no trasciende.


Usaste la Marcha Peronista para un tema musical. ¿Sos del PJ?


Soy apolítico. Como dijo Spinetta (imita la voz): “Bajo ninguna batería política, nena, uohuhh”. La política no me interesa, es una cosa sucia de negociados. Pero reconozco que lo de Peron y Evita fue muy fuerte. Los peronistas tienen más fuerza que los radicales, hasta en la marcha. La radical se cansa, queda abajo, no tiene fuerza. Entonces la gente siempre va a tirar para Perón. Del otro lado también tenemos grandes próceres, como Illia, Balbín, Alfonsín. No es que me quiera lavar las manos, es que no sé para qué lado agarrar. Todos tienen sus cosas buenas y sus cosas sucias. 


Nombrás mucho a Spinetta. ¿Cómo te sentiste con la noticia de su muerte?


No me puse triste, porque ya se veía venir. Le hice un homenaje y ahora canto “Durazno sangrando” en una versión modificada, donde digo que él va a buscar a la Muchacha Ojos de Papel y se la lleva al cielo. Sí reconozco que se me cayeron algunas lagrimas escuchando temas suyos en YouTube. Pero yo lo conocí, y él sabía que se iba. Decía que había dado todo lo que tenía que dar y que estaba entregado. Para mí, él está en otra dimensión, junto a Jimi Hendrix, Pappo y Miguel Abuelo. No soy de los que cree en la muerte. La muerte es sólo un paso previo para llegar a un estado mejor.


¿Cómo creaste a Paolo?


Fue por mi observación, mi instinto como artista. Había un grupito de hippies en un café de Buenos Aires y yo los observaba y copiaba. Hasta que Daniel Ripoll, el dueño la revista Pelo, me sugirió que lo desmembrara como un personaje independiente. Fui a una casa de cotillón, compré una peluca larga, con trencitas y una vinchita. La desarmé, le puse el gorro por dentro y tuvo un realismo terrible. Y el nombre se lo puse porque pegaba con la cara. No se podía llamar Johnny, tenía que ser Paolo. Después, Badía le agregó “El Rockero”, porque decía que los hippies se iban a extinguir, pero los rockeros no. Y con ese agregado quedó bárbaro. 

 

¿Vos fuiste hippie en la realidad?

 

En la juventud, viví esa época. Hacía artesanías y algunas de esas cosas. Pero no hablaba como Paolo ni nada de eso. Era muy distinto.


¿Cuál te parece que fue la "época de oro" del personaje?


Tuvo varias: la de “Badía y Cía.”, la de “Feliz Domingo”, la de “El Gordo y el Flaco”, cuando me pude comprar la Harley Davidson cero kilómetro; y también la de “La Movida del Verano", con Mateyko. Las películas las fui haciendo en medio del éxito. Todavía me siguen gritando: “¡Agua no! ¡Armas químicas no!”, y todas las frases de “Exterminators 4”. Eso me hace sentir el cariño de la gente, pero hoy lo que me interesa es el futuro.


¿Alguna vez sentiste que “te comió el personaje”?


Sí, justamente por eso estoy haciendo cosas como Jorge. Para darme a conocer y no quedar encasillado en Paolo. Con Badía, yo hacía imitaciones y otros personajes, pero Paolo fue el que más pegó en la gente y se quedaron con él.

 


¿Seguiste en contacto con Guillermo Francella?


No, nunca fuimos amigos. Fuimos compañeros de trabajo. Uno de los tipos que mejor onda tenía conmigo era Silvio Soldán. Luciana Salazar es una fanática mía, y también Mónica Ayos, que hasta me imito cuando la invitaron al programa “Pura Química”. Las minitas se copan un montón con Paolo.


¿Por qué dejaste la Capital y te volviste a vivir a Tandil?


Porque mis padres están grandes y quiero disfrutar sus últimos años de vida. Son dos personas maravillosas, un matrimonio muy respetado de la ciudad. Aunque estar con ellos tiene sus desventajas, porque soy “el nene” para toda la vida. Me pongo un aro en la oreja y ya me miran medio raro.


Con Anabela dijiste que habías perdido 18 años de tu vida por culpa de las drogas. ¿Cómo recordás esa etapa y el paso por el psiquiátrico?


No me gusta volver a hablar de eso. Hoy, es una etapa totalmente superada. Es como si ahora Maradona hablara de lo que sintió mientras estaba internado en Cuba. No quiero perder tiempo contando cosas que me causaron mucho daño. Hoy estoy en una situación completamente distinta y quiero mirar para adelante.