Un recorrido de tres días por los exquisitos caminos del vino patagónico

La región se perfila para ser uno de los corredores turístico-enológicos más importantes del país.

Lo primero que La Patagonia dibuja en la cabeza es matemático: nieve, montañas y lagos. Pero dentro de esas exquisiteces sureñas, Neuquén y Río Negro, como región, también hacen punta en el Top 5 de promoción turística vitivinícola a nivel nacional. Industria que en esas tierras “devino” (valga la aclaración) en pujante al punto de ofrecer el cuarto corredor (ruta o camino, todavía están por definirlo para lanzar su comunicación institucional) del vino junto con Mendoza, San Juan y Salta. Nada menos.


Además, juntas, las dos provincias poseen un condimento extra que incrementa el atractivo de esta ruta: los hallazgos paleontológicos más importantes de fin de milenio están diseminados por todas partes. En este sentido, fueron reconocidas por organismos internacionales como el territorio dinosaurio más significativo del país.


NeuquénTur junto con el ministerio de Turismo de Río Negro y el propio de Nación (Subsecretaría de Promoción Turística Nacional) organizaron un intenso recorrido por las seis bodegas más importantes del sur argentino. En lo que se definió como unas “mini vacas entre vinos y dinos”.


Tres días de un zarpazo. El avión partió a las 5:35 AM. Todo fue tan puntual que nadie llegó a twitear que un integrante del grupo se había olvidado el DNI. Y así empezó un viaje trastabillado de buenas anécdotas.


LUNES - NEUQUÉN


Villa El Chocón. No hay mucho tiempo de sobra. Neuquén es inmensa y la visita a El Chocón, para un grupo de porteños, no es menos que deslumbrante. Desde la represa, construida por 5000 obreros en 1973 al oeste del embalse Ezequiel Ramos Mejía, se distribuye casi toda la energía que consume Buenos Aires. Ellos son el motor energético de la capital argentina y no todos lo saben. Después de esa impactante experiencia se echa de menos a El Chocón con la esperanza de que siempre esté alerta, sin dudas.


Además, Rubén Carolini puso al territorio en boca de todos los medios de comunicación del globo cuando, en 1993 (a un año del estreno de Jurassic Park, con plena vigencia en la temática) descubrió durante una recorrida a campo traviesa el fémur del dinosaurio carnívoro más grande que jamás se haya encontrado. Lo llamaron Giganotosaurus carolini y hoy es el principal atractivo del Museo Paleontológico Ernesto Bachmann, entidad que puede visitarse durante todo el año y que atrae a cientos de científicos extranjeros.


El hospedaje: La Posada del Dinosaurio, donde hacerse un regalo paisajístico a los ojos cuesta sólo $350.

 

Cañadón Escondido. Los choconenses tienen una suerte de chiste interno. “¿Conocés el Cañadón Escondido?”, preguntan. No es difícil llegar, pero sí tenés que tener un mapa. El nombre no es azaroso ya que en 1994 se construyó un camino para llegar hasta el mismo Cañadón, pero éste no se ve desde la superficie hasta no alcanzar al borde del mismo. El calificativo hace honores al bautizo. Son tres kilómetros desde el casco principal y allí la realidad se torna más bien rojiza. Lo que fue un río millones de años atrás es hoy un misterioso y árido cauce inundado sólo con restos fósiles y huellas. Es inexplicable con palabras. Hay que estar.

MARTES – San Patricio del Chañar


Bogeda del fin del mundo. La intriga mayor surge con el nombre porque sus vinos son, definitivamente, muy transparentes. Este mega emprendimiento ubicado en la localidad de San Patricio del Chañar ganó un mercado interesante con sus propuestas como Postales del Fin del Mundo y Ventus. Y la verdad es una excelente opción para comenzar a recorrer la ruta del vino sureña.


Además de sus 850 hectáreas sembradas y de sus 8 millones de litros anuales, “del fin del mundo” propone degustar otras dos maravillas: probar el Newén directamente de los tanques de acero inoxidable y finalizar el recorrido (que próximamente estará inaugurado) en el jardín frontal de la finca. La picadita patagónica tiene un costo de $100 con todo incluido.


“Estamos apostando fuertemente al pinot noir porque sabemos que es una de las cepas más características de la región”, dice el responsable de Comunicación Institucional Juan José Larrondo. Tal es así que se viene el estreno de un espumante muy expresivo 100% elaborado con dicha uva y que suponen estará en los mercados antes de las fiestas. “Aunque el espectacular paisaje –aclara Larrondo mientras señala a la barda trasera que costea al terroir- también nos regaló un sublime torrontés 2011, que pronto verá la luz”.


 

Familia Schroeder. Nadie pasó por Neuquén sin leer alguna vez La mañana de Neuquén. Bueno, Roberto Schroeder no sólo es el presidente de la única bodega “paleontolo-vitivinícola” argentina (término ficticio que se explicará en las próximas líneas), sino que pertenece a la importante familia propietaria del diario.


Su finca, hermana de Fin del Mundo y de NQN, ya que las tres forman un corredor integral y lindero entre sí, son 140 hectáreas que comenzaron a operar con el recién llegado en 1927 Hermann Heinz Schroeder (auto apodado Juan), el abuelo de Roberto.


Irónicamente para una familia vinculada a los medios, fue noticia recién en 2002 cuando, durante la excavación para realizar la cava, “el fémur de un Aelosaurus de 75 millones de años frenó temporalmente la construcción”, señala el propio Roberto Schroeder. Hoy el hueso pertenece a una colección museística pero el subsuelo de la bodega, llamado “la cava del dinosaurio”, guarda un pintoresco rincón que rememora el hallazgo con la exposición (bajo custodia legal) del original. Simplemente imperdible.


Esta no es la única sorpresa de la familia. Además de homenajear al Aelosaurus con su vino de cabecera, el Saurus, y al famoso y muy bien aceptado espumante Deseado, es el chef suizo Boris Walker quien invita los 363 días que permanece abierto el “Saurus restaurante en Bodega” a disfrutar de los mejores platos “centro europeos argentinizados” regionales. “Mi idea es que todos podamos trabajar –expresa el propio Walker en un trabado español-, por eso nuestras materias primas son elaboradas en la zona”. Es el “efecto cascada, donde, por ejemplo, los pollos los compramos a una granja escolar y las especias a otra”, finaliza el chef.


El horizonte del mediodía abre el apetito y, a pocos kilómetros, esperan los platos calientes de NQN.


 

NQN. Una vista impagable y una bodega que posee tecnología de punta como pocas en el país. Eso describe, de movida, a NQN. Todo ello es, sin lugar a dudas, cierto. Sin embargo, en el aura del lugar prima “la intención de generar una sinergia para que todo el corredor se despliegue y podamos conformar una región con propuestas atractivas”, dice el managing director Lucas Nemesio. Una visión que deja de lado el éxito personal y pone como antesala la fortaleza de una provincia en pos de un objetivo común: el desarrollo del camino del vino.


Con este horizonte por delante, incluso se llegaron a plantear la posibilidad de dar el puntapié en el plan de demarcar una vía que conecte a todas las bodegas. Un propósito que, por lo visto, no añeja con los años y se mantiene firme.


La puesta a punto de NQN, por el momento, se basa en 127 hectáreas para elaboración y otras 800 que podrían comenzar a funcionar en cualquier instante. Como pilar está “Finca La Papay”, el predio que hace honores familiares y que expresa, a través del Malma (“orgullo”, en lengua mapuche), “el sueño de poner dentro de cada botella el silencio, el color y el misterio de este valle remoto”.


El logro no sólo se demuestra en formato embasado. La calidad de la bodega también tiene sabores regionales de la mano del ex director de la escuela neuquina Gato Dumas, Matías Núñez. El experimentado chef está al frente del "Malma Resto bar" y desde allí propone unos platos con tanta aceptación que “me cuesta sacarlos de la carta para hacer un refresh”, aclara Núñez después de servir una original empanada de trucha.


Valle Perdido. Los misterios de este complejo, casi en el vértice del recorrido, son difíciles de develar. Un lujoso hotel de 14 habitaciones con vista a la cava, spa con vinoterapia y gimnasio y un restaurante muy afamado (algunos dicen que allí almorzó Paul McCartney en un viaje relámpago durante su última visita a la Argentina) son los atractivos centrales. Aunque el predio es rimbombante, está poco habitado. Si se busca una paz interna rodeada de pompas, decisivamente, este es el lugar.


Tip: Las noches de Neuquén maridan muy bien con cerveza regional. Visitar Owe y, por $25, ablandar el paladar con un sampler. Las variedades son: Ipa, Kolsh, Trigo, Stout, Scottish, Pilsen y un Blend Master bastante particular.


MIÉRCOLES – RÍO NEGRO


Es tan fácil conectar a Neuquén con Río Negro que los oriundos de allá se identifican con los de acá, y viceversa. Son parientes de la vida, del paisaje y del terruño. A veces se confunden entre ellos. Finalmente, son hermanos patagónicos. Y se asemejan como tal.


Agrestis. General Roca fue una de las primeras regiones en todo Sudamérica en producir vinos. La famosa historia se repite una y otra vez: “Chandon compró sus primeras tierras acá”. Será por eso, entonces, que la primera impresión sobre Agrestis es que (como se verá más adelante con Canale) están en Río Negro desde hace mil años. Enmarcada en un espectacular paisaje, impone autoridad en las vides y relax en sus jardines.


Los más de cien años de la finca hoy se dividen en 8 hectáreas de perales y 12 selectas para producción de varietales. La reducida partida no es casual. “Nuestra calidad es directamente proporcional con la cantidad y el criado de la planta”, comenta el ingeniero agrónomo y representante de la firma, Norberto Ghirardelli.


Agrestis produce hoy 25 mil litros de espumantes divididos entre el nature blanco y un rosé nature muy característico de la zona. “Digno de testearse en origen”, sería la mejor frase. Además, ponen en el mercado nacional 10 mil litros de varietales de los cuales destinan una gran proporción al consumo regional.


La característica principal de Agrestis es el proyecto “Elaboración de tu propio espumante”, en el que el visitante tiene un plan que se extiende a lo largo de todo el año para finalizar, tras participar en la vendimia, en el descube, etc, con una botella personalizada. “Todos se llevan el producto al que le dieron vida”, finaliza Ghirardelli. Envidiable, ¿no?


Humberto Canale. La primera sensación es formar parte del set de “Un paseo por las nubes”, el remaque protagonizado por Keanu Reeves, Anthony Quinn y Giancarlo Giannini donde la familia cuece todas sus aventuras dentro de la viña en los años ‘40. La mítica finca de Humberto Canale cumplió un centenario en 2009 y, en su mayor parte, continúa con el modo de producción de aquellos años: un espacio fraternal donde las 500 hectáreas se conjugan con frutales, flores, animales y hasta un barrio con 40 familias.


“Debemos ser la única bodega del mundo que recibe todo tipo de visitantes, incluso a chicos de jardines de infantes”, revela al principio de la conversación Juan Garabito, gerente de ventas. El mensaje de ellos es claro: “Queremos que todos sepan cómo se produce y se vive esta cultura porque el vino es el placer y no el beber”. Y parte de ese placer que él remarca es comer un excelente asado con vistas a la viña y degustar las manzanas más jugosas de la Patagonia.


Así, 1.600.000 litros anuales “inundan” los mercados con las etiquetas de Canale. El aclamado Blush, un rosé merlot muy frutado y fresco, y la nueva saga de la familia Old Vineyard (que comenzó con varietales dedicados a la familia como riesling, pinot noir y malbec) proponen encontrarse directamente con  campos de latitud 39.2º. Los vinos de Canale son, sin escalas, un espejo del alto valle.


Bubalcó. A decir verdad, Bubalcó es un zoológico distinto. Los animales están encerrados, lógico, pero irónicamente se los ve como si estuviesen en libertad. Y, como todo proyecto negrino que se digne de tal, está integrado en la ruta del vino. No porque ofrezca la morada presea, sino porque propone un tiempo de esparcimiento para toda la familia. Obligación: conocerlo y sacar conclusiones.

 


La Pulpería. La postal es la siguiente: puente fronterizo, estepa de un lado y desierto del otro. Más atrás, la barda cobriza que delimita el paisaje y le da un tinte añejo. No hay mucho más que el enorme y solitario casco celeste y, al costado de la ruta, un paraje que parece legendario: La Pulpería.


Se trata de un restaurante ubicado al costado del Paso Córdoba, ambientado como las viejas postas del viajero de siglo XIX. Hasta se puede atar el caballo en su “garage” externo. Es ideal para vivir un momento “fuera del tiempo” porque la atmósfera de La Pulpería está inmersa en la época de los fortines y los rancheríos. Hay viejos botellones de vino, barriles y mucha, pero mucha madera.


Recomendación: Alicia, la administradora del lugar, prepara personalmente una exquisita bondiola a la cerveza. Prohibido perderse la panorámica de “ver el atardecer” a través de la ventana del restó.

 

1 de noviembre de 2011

FOTOS: Ivan Rodriguez Alauzet