Edesur pagará una multa por arruinar casamiento

"Fue algo muy triste hacer la ceremonia en una iglesia a oscuras", dijo el novio a 24CON.

Todo estaba listo. Corrían las 20 horas del 28 de julio de 2006. El vestido, la iglesia, los invitados, el discjockey, el catering, el salón para la fiesta, la novia peinada y maquillada, el camarógrafo. Todo minuciosamente preparado. Pero falló la luz y todo se complicó.


Al momento del corte de luz, la novia se encontraba ultimando detalles en su departamento de Capital Federal, por lo cual tuvo que bajar con el vestido a cuestas seis pisos por escalera. En la Parroquia de la Medalla Milagrosa reinaba la incertidumbre ante la falta de energía eléctrica y las preocupaciones por lo que pudiera suceder en el salón no dejaba tranquilo a ninguno de los involucrados.


Los novios decidieron continuar con la jornada pese a todos los inconvenientes, mientras aprovechaban la estadía en la iglesia para rezar por la vuelta de la luz. Sin embargo, la energía eléctrica no volvió a decir presente sino hasta las 4.30 am. Seguramente, tanto los novios como los testigos, padres y demás invitados habrán puesto lo mejor de sí para llevar la anhelada noche delante de la mejor manera. Pero la suerte ya estaba echada y nada salió según lo planeado.

 

Gisela y Diego, mujer y marido respectivamente, no podían creer tener tanta mala suerte: "Fue algo muy atípico, muy triste, hacer la ceremonia en una iglesia a oscuras… quedó el sueño truncado, no se pudo disfrutar. El salón no tenía grupo electrógeno, fue llegar sin luz, sin música, sin nada. Con los aplausos de la gente y después en silencio. Sentarse en una mesa y escuchar sólo murmullo”, explicó Diego a 24CON.


Las fotos no fueron las mismas, las bebidas no tuvieron el frío esperado pese al esfuerzo de los rolitos, comer con la luz apagada es una imagen más triste que lo que se espera de una fiesta y díganle adiós a la labor del discjockey, con luces de colores incluidas.

 

“Y así fue toda la noche hasta que a las tres de la mañana trajeron un grupo electrógeno chico que iluminaba los baños y se pudo poner un poco de música. Pero muchos se habían ido después de las doce”, recordó.

Cinco años después, los recién casados recibieron su merecida indemnización. Es que luego del fiasco que sufrieron, demandaron a la empresa Edesur y no sólo le reclamaron el dinero que le hicieron desperdiciar, sino también un resarcimiento por daño moral.


Los jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal Sala I determinaron que Edesur debe pagar 4.200 pesos en concepto de porcentajes de los gastos en alquiler de salón ($1.500 del total), discjockey ($500), iglesia ($500), vestidos de ambos novios, peinado y maquillaje ($750), catering ($450) y fotos y video ($500).


En el mismo orden, se estableció que Edesur pague 10 mil pesos a cada novio por los “daños morales”.
Los camaristas Martín Farrel y María Najurieta entendieron que la empresa es responsable según el contrato de concesión por daños "causados a terceros o a los bienes de propiedad de éstos como consecuencia de la ejecución del contrato o incumplimiento de las obligaciones asumidas", según el fallo.

 

“Todavía no cobramos nada. Hay abogados de por medio, impuestos. Es más mediático el tema que una ganancia. Tenemos deudas así que tenemos pensado pagarlas. Ni pensamos en hacer la fiesta de vuelta", apuntó el esposo ante las consultas de este medio.

A lo largo de la investigación, la empresa no logró acreditar ninguna causa que justifique el corte de luz y que la "exonere de su responsabilidad en el incumplimiento de las obligaciones asumidas", destacaron.

"No hay duda posible de que el normal desarrollo de la fiesta se vio afectado por el corte del suministro eléctrico y más aún si se considera la situación de los actores protagonistas de una de las noches más importante de sus vidas", razonó la Cámara.

"Este estado de incertidumbre se agrava con el correr de las horas, ante la imposibilidad de poder determinar cuándo sería superado el problema, de no saber a ciencia cierta cundo se recuperara la normalidad de la provisión eléctrica y con ello, la plenitud del disfrute de los acontecimientos planeados para esa noche especial", concluyeron los jueces.

 

Después de cinco años de la problématica noche el matrimonio no tuvo problemas, no se trató de un mal augurio aunque si un mal recuerdo: "Estamos bien, tenemos hijos, nos queremos, no cambió nada", finalizó Diego.