Inventor de Lanús hizo un increíble bote volador

Con partes de embarcaciones armó el bote y luego le colocó un aladelta y un motor austríaco. "De aeronáutica no sabía nada", confesó.

El vecino de Lanús Oeste Daniel González tiene 52 años, le gusta volar y navegar por lo que para hacer ambas cosas a la vez construyó un bote volador. La motonáutica y el aladeltismo siempre fueron sus pasiones, entonces un día se le ocurrió idear un artefacto que pudiera navegar y volar alternativamente, según publicó Diario Popular.

Para ello, previamente realizó una maqueta en alambre y muchos cálculos porque “de aeronáutica no sabia nada”, confesó. Con los años, perfeccionó su idea y la aplica junto a los suyos y amigos.

Con elementos sobrantes de sus motos de agua y otros obtenidos en canje, Daniel comenzó la construcción del singular bote con alas, del que sus allegados dudaban que pudiera cumplir los objetivos fijados, aunque a medida que avanzaba el proyecto cambiaban de parecer.

A pesar de las dudas de sus amigos, continuó adelante. Improvisó un pequeño taller en su curtiembre de Villa Diamante y allí en sus ratos libres trabajó durante tres años y medio.

Todo se inició con la modificación de un bote semirrígido al que dotó de un motor aeronáutico austríaco marca Rotax, convirtiéndolo así en una lancha de pantanos. Luego, colocó unos amarres especiales para sujetar un aladelta de unos 22 metros cuadrados. Terminado el aparato, un piloto de la empresa italiana Polaris se encargó de probarlo y “quedaron muy conformes del modo que volaba”, según recordó.

Pero ese no fue su único invento. Hace un tiempo, también modifico una pava colocándole un termómetro, para de ese modo controlar la temperatura del agua que utiliza para cebar mates.

"Lo usamos en la laguna de San Miguel del Monte o cuando vamos de vacaciones a Colón, Entre Ríos”, dijo el constructor y propietario. En ambos casos y luego de navegar por esos espejos de agua, coloca el bote frente al viento, acelera y en unos 70 u 80 metros levanta vuelo.

Desde Colón y siguiendo el río Uruguay, vuela hasta el Puente Internacional, la playa San José o al banco Caraballo. Ese paseo es muy lindo porque “un trayecto que por tierra se demoraría en recorrerlo una hora y media, por aire lo hacemos en 20 minutos y, además nos permite ver el fondo del río y los cardúmenes de peces que algunas veces tienen unos 200 metros de ancho por 400 de largo”, concluyó diciendo el inventor lanusense.

 

27 de agosto de 2011