Creen que a Lucas se lo llevó la mafia

La fiscalía aceptó el suicidio aun cuando nunca encontraron su cuerpo y la familia averiguó en un cabaret que se lo llevó "un transa".

Desapareció hace un año y nadie lo buscó. La hipótesis más fuerte fue la de suicidio, no por contar con pruebas que la avalen, sino por ser la elegida para frenar el caso. Sin cuerpo y bajo un obligatorio velo de silencio, la familia investigó por su cuenta y todo detalle lo transmitió a la fiscalía, aún así no consiguieron encontrarlo.

Inclusive, otro caso similar opacó una de las herramientas más importantes. La desaparición coincidió con la de Erika Soriano que acaparó la atención de los medios de comunicación y relegó a Lucas sólo a algunas notas. Ni siquiera la prensa ayudó a la familia.


La madre lidera la investigación y sostiene una hipótesis controversial que deberá ser contrastada por los fiscales, si la causa avanza y sale del pantano donde se encuentra. “No voy a parar hasta saber que pasó con mi hijo”, explicó con firmeza María Magdalena Danani a 24CON.

El 29 de julio de 2010 el Chevrolet Astra que manejaba Lucas fue encontrado vacío con las puertas abiertas, abandonado sobre el puente Zárate-Brazo largo. No había rastros del joven de 28 años. Aun cuando había tránsito nadie había visto nada. El interior del vehículo estaba sucio, principalmente en las plazas traseras donde había huellas de barro. En la guantera del auto había varios cheques de la maderera que administraba, por un monto de 30 mil pesos que habían sido rechazados un día antes. Además, había varios tickets de peajes que demostraban que el Astra había pasado la noche andando. Desde entonces no se supo nada más, Lucas no apareció ni hubo algún indicio de su paradero ni de qué había pasado con él. O por lo menos así le confirmó la justicia a su familia.

 

“Continuamos con la investigación nosotros, preguntando, averiguando en los últimos lugares donde estuvo mi hijo. Supimos que él se veía con una chica dominicana que trabajaba en un cabaret en la esquina de su trabajo (en Los Polvorines, Partido de Malvinas Argentinas). Esa chica también desapareció. Consultando en el cabaret nos explicaron que él andaba mucho con un amigo, que vivía a la vuelta de la maderera, que estaba metido en el mundo de las ventas de drogas. Las sospechas apuntan a esta persona”, afirmó la madre quién espera que el fiscal José Martín Zocca, de la UFI Nº1 del departamento judicial Zárate-Campana, tome sus datos como iniciativa para retomar la investigación.

Según pudo chequear la familia en el barrio de la maderera, este amigo sería el punto clave para saber el destino de Lucas. Hay quienes sostienen que este individuo lo habría entregado por una deuda impaga o hasta lo habría matado por error. Los vecinos que le confesaron estos datos a la familia luego se ocultaron por miedo a represalias. “Está todo tapado, algo debe haber, no tengo los medios para averiguar si es cierto lo que me dicen”, apuntó María Magdalena desde su casa de Hurlingham.

La investigación judicial, encarada en parte por Gendarmería, no llegó a ningún punto sobresaliente. Las pericias en el auto no dispararon datos relevantes y al poco tiempo de la desaparición fue devuelto a la familia. “El coche parecía lavado. Según nos dijeron no encontraron ninguna huella, ni siquiera las de mi hijo. Dejaron perder mucho el tiempo, borraron todas las huellas, para mi lo limpiaron al auto. Tampoco habían enviado la denuncia por desaparición, ningún puesto de Gendarmería estaba informado, recién ahora, casi un año después se envió el fax para informar de la desaparición, y lo hicieron porque empecé a llamar para que lo hicieran”.
 La familia marchó junto con la familia de Erika Soriano para ayudarse mutuamente y tratar de encontrar un espacio en televisión, pero no fue suficiente, “nos decían que la desaparición de un hombre no les servía, no junto a una mujer embarazada desaparecida. El caso de Lucas no les daba rating”, finalizó la madre.

Tras los pocos pasos dados por la fiscalía, la familia se reunió con la ONG Comisión Esperanza especializada en la búsqueda de personas desaparecidas. Su titular, María Esther Cohen Rua explicó a 24CON que existen varias pautas que descartan el suicido como destino de Lucas. Aún así, falta mucho investigar para llegar a datos concretos. “Entrevisté a su esposa. La relación no andaba bien cuando él desapareció pero tienen una hija de tres años. La mujer me contó de una persona que se comunicó con él el mismo día de la desaparición a las 6 de la mañana. La mujer, según me dijo, realmente ya no quiere recordar el tema, prefiere olvidarse de todo”.

“Pareciera que el auto había sido usado para algo, como si hubiera estado yendo y viniendo por algo, con o sin Lucas. Los camiones madereros además tienen mala fama, de trasladar otras cosas además de maderas, habría que investigar por ese lado también”, finalizó Cohen Rua.

A un año de su desaparición, el suicidio parece una teoría lejana. A los pocos días de su desaparición un cuerpo dejado por el río Paraná unos kilómetros después del puente amenazó con cerrar el caso. Una radiografía demostró que no era el cuerpo de Lucas ya que poseía prótesis que el joven no tenía. Sin embargo continuó siendo la hipótesis defendida por la fiscalía hasta el día de hoy.

En la maderera que administraba un pequeño cartel, un volante pegado en los vidrios de la entrada muestran su cara sonriente a la espera de que alguien lo reconozca y brinde la información que pueda dar con su verdadero destino. Mientras tanto, su familia espera una respuesta.

La familia habilitó un teléfono para que quién tenga información sobre la desaparición de Lucas Pietelski pueda comunicarse con ellos (4662-4173) o bien con la ONG Comisión Esperanza (4716-1413).

 

26 de julio de 2011

 

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