Sombreros locos y caballos en fuga: los "fail" de la boda

Cuáles fueron los momentos más ridículos de la ceremonia y el cortejo.

El enlace del príncipe Guillermo de Inglaterra y KateMiddleton, desde este viernes duquesa de Cambridge, estuvo lleno de momentos que pueden ser calificados como verdaderas “perlitas” que pasarán a la historia de las bodas reales.

El primero en romper abiertamente el protocolo fue el propio William. Lo hizo segundos después de que Kate llegara al altar, acompañada por su padre Michael, para decirle: "Estás preciosa".

A continuación, y antes de que comenzara la ceremonia religiosa, el príncipe volvió a hacer un comentario fuera de lugar. Dirigiéndose a su suegro, comentó en tono de broma: "Se suponía que esto iba a ser una cosa pequeña y familiar".

Tras el esperado "sí, quiero", William tuvo algunos problemas para poner la alianza en el dedo anular de la mano izquierda de su esposa, y hubo de insistir y apretar durante unos instantes para colocar en su sitio el anillo de oro, un regalo de la reina (Ver video).

 

A la salida del templo, el príncipe se complicó para subir a la carroza tirada por caballos que llevó a la pareja hasta el palacio de Buckingham, en un recorrido por el centro de Londres. Dio la impresión de que la carroza pudo llegar a volcar cuando puso pie en el estribo.

Ya camino de palacio, uno de los jinetes de la guardia real que escoltaron al matrimonio se cayó de su montura, afortunadamente sin consecuencias serias para el soldado. Los que vieron el cortejo nupcial en persona y los cientos de millones que lo siguieron a través de televisión pudieron notar que el caballo negro adelantó a la carroza real y se salió de la ruta marcada.

El animal tiró a su jinete, poco después de la salida de la abadía de Westminster, y galopó por delante del cortejo oficial cuando pasaba por delante de Downing Street, la calle donde tiene la residencia oficial el primer ministro británico (Ver video).

En cuanto a los invitados, la nota bizarra la dieron las princesas hermanas Eugenia y Beatriz de York, hijas del príncipe Andrés y Sarah Ferguson, cuyos sombreros dejaron boquiabiertos a más de uno, y no en el buen sentido. Mientras el de Eugenia estaba rematado por una exagerada flor con plumas – acompañado por un saco estampado muy poco formal –, el de Beatriz era, literalmente, un inexplicable escudo color salmón. 

El momento que más se dejó a la improvisación fue el de la salida de los recién casados y sus familias al balcón principal del palacio de Buckingham, frente al que esperaban decenas de miles de personas. Catalina se mostró impresionada y dejó escapar un "oh, my (God)" a raíz de su asombro.

Como todo el mundo esperaba y deseaba, Guillermo y Catalina se besaron tras unos breves saludos y una vez que los familiares más directos los acompañaron en el balcón. Pero, lo que nadie se vio venir y volvió a salirse de lo estipulado, fue un segundo beso, que se produjo bajo el sobrevuelo de la escuadrilla aérea que conmemoró la boda con una exhibición sobre Londres.

 

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