Martín Sabbatella: "Hay intendentes que creen que son monarcas"

El candidato a gobernador provincial habló con 24CON sobre cómo enfrentará a Scioli y su apoyo a Cristina. Definiciones políticas calientes.

Fotos: Christian Ugalde

 

Su última estrategia fue acercarse a los precandidatos oficialistas que quieren alcanzar el primer puesto en la Ciudad de Buenos Aires. Lunes, martes y miércoles, mantuvo reuniones con Daniel Filmus, Carlos Tomada y Amado Boudou, las tres figuras que se presentan como la nueva alternativa porteña, frente a la cada vez más desgastada gestión de Mauricio Macri. Así, el candidato a gobernador de la Provincia, Martín Sabbatella, teje este gran telar político para acaparar lugares estratégicos y acordar alianzas con su propio partido Nuevo Encuentro.

 

Es, sin dudas, una de las figuras políticas que cobró gran relevancia en los últimos años, luego de ganarse el puesto de diputado en las legislativas de 2009, donde paradójicamente enfrentó a Néstor Kirchner.

 

Ahora, con el visto bueno del Ejecutivo nacional, pese a que tiempo atrás se había considerado “no kirchnerista”, el ex intendente de Morón cree que los “límites se pueden volver más difusos”. Apoya fervientemente la reelección de Cristina a través de una lista de adhesión (mecanismo que caldeó el ambiente político) y, principalmente, se presenta como un rival progresista de Daniel Scioli.

24CON: ¿En qué consiste la serie de reuniones que mantuvo con los candidatos a jefe de Gobierno porteño por el Frente Para la Victoria?
M. Sabbatella: Entablamos esta ronda de conversaciones porque nos parece importante poder hablar con todos los sectores políticos de la ciudad del espacio popular democrático y progresista para construir un espacio común. La Ciudad necesita un frente amplio para ganar, y una coalición de gobierno para gobernar. Se debe ponerla en sintonía con el país, y esto necesita de todos los sectores que creemos en esta mirada. Es decir, que estemos juntos. Con el Frente Para la Victoria y Nuevo Encuentro podemos hacer una convocatoria para un frente. Después veremos quién es el candidato o candidata. Lo que planteamos es principalmente la reelección de Cristina Fernández de Kirchner, porque la Argentina lo necesita. La defensa del rumbo de la presidenta es por lo que se hizo y de seguir por lo que está pendiente. Esta es nuestra prioridad, después en cada provincia tenemos perspectivas distintas.
 
¿Qué piensa de la lista de adhesión que le permite competir contra Daniel Scioli?
Es un mecanismo que permite que distintas fuerzas políticas puedan aherir a una fórmula presidencial o de gobernación. Facilita la posibilidad de expresión de partidos políticos que coinciden con una fórmula determinada. No es igual que las colectoras que evitaban las internas partidarias y lesionaban la vida del partido. Particularmente, en la provincia somos una fuerza crítica y opositora a Daniel Scioli. Creemos que él representa un pensamiento más conservador, y que su mirada genera diagnósticos, respuestas y propuestas distintas a las que creemos nosotros. Tenemos una mirada crítica, creemos que le falta una vocación transformadora, y su mirada conservadora permite mantener el status qúo. 
 
¿Qué ocurriría si se suma De Narváez a la contienda?
Él está en las antípodas de nuestro pensamiento. Es la expresión de la derecha menemista ahora directamente atendida por sus dueños, antes era la parte empresarial. Es con los otros sectores de la oposición conservadora, los que proponen que el país retroceda, y que vuelva a las recetas que fracasaron. Con Scioli es distinto, porque coincidimos en la reelección de Cristina, aunque tenemos profundas diferencias en la Provincia y expresamos políticas distintas.
 
¿Cuándo creyó que podía ser candidato a gobernador? ¿A partir de las elecciones de 2009?
Cuando nuestro partido nace, lo hace con la vocación de mayoría y de gobierno, por lo tanto gobernar la Provincia está desde el nacimiento de Nuevo Encuentro, más allá de si era yo o no el candidato. No es algo que surge de un día para el otro, sino de la constitución de una fuerza política. Fue una expresión local, como parte de un proceso de crecimiento, y es una cualidad lógica de todo partido político.
 
¿Qué quedó del Martín Sabbatella que incentivó a los habitantes de Morón a que corten las boletas para votar a un partido independiente?
Es la misma búsqueda. Como fuerza política autónoma, que en función a su crecimiento fue planteando sus estrategias. En Buenos Aires dimos el salto, que rompió las fronteras del municipio, y ahora también lo hacemos con la candidatura. Nos parece que hay un rumbo iniciado desde 2003 que es fundamental continuar, y este año se elige presidente, en tanto se decide el destino del país.

¿Cuál fue el mayor momento de acercamiento con el oficialismo?
En 2008, con el conflicto del campo y la resolución 125. En ese momento nos parecía que se estaban debatiendo cuestiones en las que había que poner el cuerpo, y donde muchos decían que había un momento final del oficialismo. Después fue en 2009, que seguimos con nuestra propuesta y nuestros candidatos.

Sin embargo, tiempo atrás usted se calificó como “no kirchnerista…”
El kirchnerismo empieza a producir un fenómeno que pone en discusión si está naciendo o no una nueva identidad. Una cosa es el partido del arranque, y otra es como fenómeno social que rompe las fronteras de las estructuras fundantes y puede constituirse en una nueva identidad. Si eso sucede, puede que gane una fuerza política de otro tipo, con un kirchnerismo que aglutine a muchos y muchas. En ese sentido es cierto que empieza a haber cada vez más límites difusos entre nuestra posición y el sentido de pertenencia a una identidad naciente. Pero eso estaría bien para el país, que nazca un espacio que se nutra con lo mejor que le ocurrió al país y que también sea hija de este presente.

¿Gana Cristina?
Sí claro. No tengo ninguna duda que va a ser candidata y que luego va a ganar. Muchos lo ponen en duda, porque en realidad no quieren que se presente. Es lógico que evalúe los tiempos y ordene las cuestiones políticas según ella considere.

Históricamente se ha sabido que mientras era intendente de Morón su relación no era para nada buena con gran parte de los intendentes del oeste del Conurbano, como Luis Acuña, Alberto Descalzo y Raúl Othacehé. Si ellos son reelectos y usted asume como gobernador, ¿Cómo sería esa relación?
De nuestro lado lo explica la historia de las relaciones y vínculos que tenemos con los demás partidos. Por ejemplo lo que pasa con Daniel Scioli hoy, que siempre hemos tenido una muy buena relación institucional y madura; y ambos no jactamos de eso. Actualmente Lucas Ghi, (jefe comunal de Morón), también se jacta de lo mismo. No hay ningún impacto en el vínculo institucional por las diferencias políticas, y eso habla bien de la vida democrática que tiene que existir.

Siguiendo la misma línea, alguna vez tildó a Othacehé de “caudillo…”
Hay muchas prácticas en algunos lugares que nosotros cuestionamos. Él se cree que una suerte de emperador, que es el dueño de lo que pasa. No se cree el intendente sino una suerte de señor feudal, de monarca, que considera que todo lo que suceda en la vida social, económica y política del distrito tiene que ser parte de su decisión.  Eso pasa de distintas maneras con otros jefes comunales, no todas son las mismas prácticas, no me parece bien meterlos a todos en la misma bolsa. Ellos se pusieron nerviosos con la candidatura nuestra, y lo que no pueden pensar es incluir como parte de su plan electoral pedir que otra fuerza política no presente candidatos, o mismo proscribirla.

¿Con qué figura política tiene afinidad en el Gran Buenos Aires?
Estamos en sintonía con los que han tomado un camino diferente, como Graciela Rosso (Luján), Francisco “Barba” Gutiérrez (Quilmes), Darío Giustozzi (Almirante Brown), Mario Secco (Ensenada)…  Quizás el debate que se está generando en el país produce futuros encuentros naturales, tal vez no hoy, sino en otro momento. Creo que hay un reconocimiento mutuo, de renovar la política y llevarla a la par de lo que sucede a nivel nacional.

¿Cuál es su relación con Jorge Ceballos, referente de Proyecto Sur y otrora compañero de fórmula que lo acompañó en 2009?
Tengo buen diálogo, es vecino mío, pero existen diferencias políticas profundas. Creo que ellos se equivocan, en algún punto hay cosas que no entiendo, como en un principio que adoptaron una posición y al poco tiempo otra tan distinta. Decir que la Argentina hoy vive más de lo mismo, y ser parte de un proyecto como el de Pino Solanas, que plantea que este gobierno es de derecha, me parece que no lo puede creer ni él mismo. Es injusto plantearlo. Con su posición tan opositora, Pino termina en un marco de alianza con toda la oposición, que está hegemonizada por un pensamiento hegemónico y de derecha. Y se convierte en una suerte de pata progresista de la derecha. Me duele porque a ambos les reconozco su trayectoria y hasta tuvimos mucho afecto.

¿Y con Luis D’Elía?
Reconozco el valor de su militancia social. Me parece un tipo que se mueve por convicciones, reivindico su lucha contra el neoliberalismo, y cómo actuó en la crisis 2001, donde había un momento de mucho dolor, de mucha necesidad, y él salió a bancar la situación con el cuerpo. Era la voz de los sin voz, y puso sobre el tapete lo que estaba sucediendo en la profundidad de nuestro pueblo. Sin embargo tengo diferencias con sus prácticas políticas, de su estilo de construcción y vínculos, y además también con su relación con el gobierno iraní. La relación que plantea no es buena, y yo estoy más de acuerdo de lo que plantea el gobierno nacional, de exigir que Irán colabore con la investigación de la AMIA, y que la Justicia pueda actuar, sin prejuzgar.

 

27 de abril de 2011