Murió el nene que contrajo cáncer en la granja La Escondida

Tenía siete años. De chico fue traído de Misiones por $2500 y terminó sus días como esclavo.

Tras una larga agonía, Ezequiel Ferreira de 6 años de edad, murió a causa del cáncer que le provocó la manipulación de agroquímicos en la granja avícola La Escondida, perteneciente a la multidenunciada firma Nuestra Huella S.A.


El chiquito se encontraba internado desde el domingo 7 de noviembre en la sala de terapia intensiva de Centro Gallego, donde finalmente falleció luego de que el tumor se reprodujera por “toda su masa encefálica”, según dijeron los especialistas.


La brutal enfermedad que mató a Ezequiel la habría contraído por manipular agroquímicos dentro de la granja donde, según afirmaron las agrupaciones sociales La Alameda y el MTE, mantienen a los trabajadores en situaciones infrahumanas de producción.


En este sentido, el nene reconoció frente a las cámaras de La Alameda en 2008 que lo obligaban a remover el guano de las gallinas y a manipular veneno.


En un comunicado de prensa firmado por Juan Grabois (MTE) y Gustavo Vera (La Alameda) indicaron que Ezequiel en primera instancia fue "llevado de urgencia a una clínica de Pilar. Durante semanas nadie tuvo noticias de él. La empresa prohibió terminantemente a los padres hablar del tema con sus compañeros de trabajo. Y logró la manera de modo muy simple: convenciendo a los padres que si algo le pasaba a Ezequiel ellos serían penalmente responsables e incluso les quitarían la tenencia de sus otros hijos y ofreciéndoles a cambio de su silencio, la atención médica del niño y eventualmente una suma de dinero en caso que hubiera un desenlace fatal. Paralizados por el miedo y la desesperación, los padres aceptaron el chantaje y se llamaron a silencio".


"Ezequiel fue traído desde Misiones con su familia a fines de 2007 por uno de los reclutadores que opera al servicio de la presidenta de la empresa Nuestra Huella, Alejandra López Camelo y que cobraba $2500 por cada familia que lograba engatusar. La promesa era dejar la pobreza extrema de Misiones, por un trabajo estable y una casa segura, donde los chicos crecerían en el campo y junto a la naturaleza", agregaron.


"Al llegar a la granja «La Fernández», la situación distaba mucho de lo prometido. Al padre lo pusieron a cargo de uno de los galpones, donde debía juntar miles de huevos por día, remover guano, juntar la sangre y distribuir el veneno. El tope de producción que le imponía la empresa era imposible de cumplir sin involucrar al resto del grupo familiar, lo cual era estimulado por los capataces de la empresa. Y si ese tope no se cumplía, se corría el riesgo de quedar sin trabajo", explicaron.


"La empresa no conforme con haber asesinado a Ezequiel, con haber envenenado a decenas de chicos y adultos, ahora se dispone a hacer desaparecer las evidencias y pretende trasladar rápidamente el cuerpo de Ezequiel y quizás cremarlo, fuera del alcance de cualquier pericia judicial que los comprometa y ponga en evidencia su responsabilidad", concluyeron.

 

17 de noviembre 2010

 

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