Estados Unidos
La marihuana y el Partido Republicano
¿El partido del "Decí no a las drogas" se está transformando en el partido del "Legalícenla"?
Por Eve Conant
Ann Lee, republicana de Texas y católica devota, pensaba que la marihuana era “la hierba del Diablo”. Pero cuando Richard, el hijo de Lee, sufrió una grave lesión vertebral hace dos décadas y quedó paralizado de la cintura para abajo, recibió un curso acelerado acerca de esta diabólica droga. “Tuve que abrir los ojos, y también rezar mucho y creer en la integridad de Richard”, señala Lee, que actualmente tiene 81 años. “Cuando vi lo provechosa que resultó contra la espasticidad de Richard, dije: ‘Bueno, ¡qué diablos!’”. Desde entonces, Lee y su marido apoyan a Richard, que abrió una farmacia de marihuana para uso médico en California y fundó una escuela de formación profesional en Oakland dedicada al estudio de la hierba, denominada Universidad de Oaksterdam. Actualmente, Richard, de 47 años y millonario gracias a su empresa, encabeza el movimiento para la aprobación de la Propuesta 19, la polémica iniciativa de ley de California que legalizaría la marihuana para uso personal, y cuyo escrutinio se daba al cierre de esta edición, con el resultado de las legislativas en EE. UU. Más allá del resultado, el debate está instalado.
Uno esperaría que hippies envejecidos lucharan por su derecho a drogarse. ¿Pero conservadores envejecidos? A medida que los ideales de los libertarios más ruidosos del Tea Party se infiltran en las filas republicanas, y los funcionarios estaduales y federales rebajan los presupuestos aun cuando bombean grandes cantidades de dinero a una costosa guerra contra las drogas, algunos conservadores presentan argumentos para legalizar la marihuana. Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes del Congreso EE. UU., no es quien habla a favor de legalizar la hierba —se cuida de no asumir ninguna postura con respecto a la Proposición 19—, sino su retador republicano en California, John Dennis. Y en Massachusetts, Sean Bielat, el adversario republicano de Barney Frank, apoyado por el Tea Party, dijo que se inclina a favor de la postura libertaria acerca del tema, y ello no perjudicó su campaña contra el longevo congresista, que apoya la despenalización. “Conforme veamos crecer el ala libertaria del Partido Republicano, veremos un mayor apoyo hacia la legalización”, afirma Dennis, quien obtuvo aclamaciones durante una parada de campaña en la Expo Internacional de Cannabis y Cáñamo en San Francisco, donde sus ayudantes modificaron su signo de campaña para que luciera colores rastafaris y una hoja de marihuana. Grover Norquist, el republicano y presidente del movimiento denominado Estadounidenses a favor de la Reforma Fiscal, señala que la legalización tiene sentido desde el punto de vista conservador porque se relaciona con asuntos de seguridad nacional y prudencia fiscal. “En primer lugar, está el desorden en México. El narcoterrorismo es posible debido a nuestra prohibición de las drogas. Después está el costo generado por el encarcelamiento”, dice Gary Johnson, ex gobernador republicano de Nuevo México y precandidato a la presidencia en 2012, piensa que “la Propuesta 19 tiene la oportunidad de ser la ficha de dominó que podría generar una política racional con respecto a las drogas en todo el país”.
Expertos como Glenn Beck de Fox News y el ex juez Andrew Napolitano también participaron en el debate en el bando a favor de la legalización. “Pienso que es tiempo de legalizar la marihuana”, dijo Beck en abril. “O ponemos tras las rejas a las personas que fuman marihuana, o legalizamos esta droga. Pero el juego que estamos jugando en el medio no nos está ayudando, no está ayudando a México, y está causando una enorme violencia en nuestra frontera sur”. Incluso Sarah Palin, que está en contra de la legalización, dijo que la marihuana es “un problema (relativamente) mínimo”. “Pienso que debemos priorizar nuestros esfuerzos de aplicación de la ley. Y si alguien va a fumar un cigarrillo de marihuana en su casa y no hace daño a nadie, entonces quizás haya otras cosas en las que nuestros policías debían participar y tratar de resolver algunos de los demás problemas, otros problemas que tenemos en la sociedad”. (Palin aceptó haber probado la hierba durante el tiempo en que fue legalizada en Alaska, pero dijo que no le había gustado).
En una encuesta realizada por el Instituto de Política Pública de California, el apoyo a la legalización se había reducido días antes del la votación de 52 por ciento a 44 por ciento. Sin embargo, la Propuesta 19 provocó una discusión que carece de la hipérbole que desde hace mucho tiempo rodea a la marihuana.
Sin duda, el Partido Republicano está muy lejos de convertirse en el Partido de la Marihuana. Aunque unos cuantos pensadores conservadores como Milton Friedman, George Shultz y William F. Buckley discuten los méritos de la legalización con el paso de los años (Buckley incluso se burló de aquellos que afirmaban que la marihuana era una vía de acceso a la adicción, diciendo que “equivalía a decir que cada violador había empezado masturbándose”), la mayoría de los republicanos todavía se opone a la idea. En la más reciente encuesta de NEWSWEEK, sólo un 25 por ciento de los republicanos está a favor de la legalización de la marihuana en su estado, en comparación con el 55 por ciento de los demócratas.
No obstante, las actitudes conservadoras están cambiando a nivel popular. El porcentaje de republicanos a favor de legalizar marihuana crece rápido desde 2005, aumentando 7 puntos. Y conforme sus electores abordan el tema, más candidatos y legisladores republicanos se niegan a seguir la línea del partido. El congresista Dana Rohrabacher (California), quien fue el vocero de Ronald Reagan durante los años de “Decí no a las drogas”, se burla de la idea de que la marihuana conduce al consumo de drogas más duras. “Todas las personas que he conocido y que han consumido drogas más duras, empezaron consumiendo alcohol”, afirma Rohrabacher, quien apoya la legalización desde el punto de vista de los derechos de un estado y es copatrocinador de un proyecto de ley para legalizar el cáñamo, la fibra que se obtiene de la planta de la marihuana. “¿Equilibraremos un poco el presupuesto? Dejemos la idea, digna de un estado paternalista, de que los estadounidenses ni siquiera pueden plantar un cultivo industrial”.
El Instituto Cato publicó hace poco un análisis estadístico detallado sobre la forma en que dar fin a la “prohibición” —uno de los términos favoritos de los partidarios de la reforma relacionada con la marihuana— podría ayudar a resolver los problemas presupuestales de EE. UU. De acuerdo con el controvertido estudio, legalizar todas las drogas ilícitas ahorraría al gobierno
US$ 41.300 millones al año en costo de aplicación de la ley y generaría unos US$ 46.700 millones en recaudación tributaria; la marihuana generaría US$ 8.700 millones en ahorros, y otros US$ 8.700 millones en impuestos. Ciertamente, la legalización de la marihuana ayudaría a engrosar los fondos estatales de California, ahogada por las deudas, donde la hierba es la mayor cosecha agrícola, con US$ 14.000 millones al año en ventas que nunca aparecen en las declaraciones de impuestos. Además de las consideraciones de costos, “el argumento más sólido es simplemente la cuestión de la libertad, o ‘soberanía del consumidor’ como dirían los economistas”, afirma Jeffrey Miron, coautor del estudio de Cato y conferencista de Harvard que recientemente escribió una columna para Los Angeles Times titulada “Las drogas y los conservadores deben unirse”.
El chiste dice que “un liberal es un republicano que fuma marihuana”. Eso podría aplicarse o no al Tea Party, formado por distintas ramas conservadoras y que incluye a muchas personas, especialmente conservadores, que se opondrían a la legalización. El cofundador de la Federación Nacional del Tea Party, Mark Skoda, duda que muchos miembros de su grupo estén a favor de la legalización, y dijo que “La legalización como cuestión no es lo que anima o motiva a los miembros del partido”. Sin embargo, para los candidatos y legisladores conservadores cada vez es más difícil alinear las frases libertarias del Tea Party como “responsabilidad fiscal” y “gobierno no intervencionista” con la guerra contra las drogas del gobierno, especialmente cuando sus electores podrían preferir ver una guerra contra el desempleo. Los arrestos por posesión de marihuana sumaron más de la mitad de todos los arrestos relacionados con las drogas en EE. UU., con un estadounidense arrestado por cargos relacionados con la marihuana cada 37 segundos, según el Informe Homogéneo sobre la Criminalidad, publicado por el FBI en 2009. Sin embargo, el 88 por ciento de los arrestos fue por posesión, no por venta o fabricación.
Al mismo tiempo, la guerra contra las drogas es cada vez más sangrienta, con más de 28.000 muertes en México desde que el presidente Felipe Calderón puso en marcha sus medidas represivas contra los cárteles. Calderón, que se opuso a la Propuesta 19, tuvo sus victorias: hace pocos días, oficiales mexicanos en Baja California hicieron la redada antidroga más grande en la historia del país, apoderándose de 134 toneladas de marihuana (unos 334 millones de cigarrillos) después de un tiroteo con traficantes. No obstante, muchas personas piensan que se derramaría mucha menos sangre si EE. UU. legalizara la marihuana, que según algunos cálculos, constituye el 60 por ciento del comercio de estupefacientes de México con
EE. UU., en forma muy parecida a la que el final de la Prohibición en 1933 puso fin a las carreras de pandilleros armados con ametralladoras. Como escribió Pat Buchanan, consejero de los presidentes Nixon, Ford y Reagan, en una columna publicada el año pasado: “¿Cómo ganar una guerra contra el narcotráfico cuando millones de estadounidenses que usan drogas recreativas financian a los carteles para sobornar, asesinar y decapitar para ganar la guerra y mantener a los estadounidenses autoindulgentes bien abastecidos de drogas?”. Buchanan le dijo a NEWSWEEK que no apoya la legalización, pero meditó en su columna: “Existen dos formas seguras de terminar esta guerra rápidamente. La forma de Milton y la de Mao. Los comunistas de Mao Zedong mataban a usuarios y proveedores por igual, considerándolos parásitos de la sociedad. La forma de Milton Friedman consiste en legalizar las drogas y poner fin a la guerra”. Claro, muchos conservadores piensan que Friedman había fumado algo.
Karl Rove dice que la gran mayoría de los republicanos se opone con toda razón a la legalización completa de la marihuana. “Creo que el costo social para EE. UU. de la legalización de las drogas sería enorme, y algo que dañaría a nuestra sociedad, particularmente a las personas menos preparadas para hacer frente a los estragos de la farmacodependencia”, dice. “No estamos hablando de la marihuana del ‘60. Hoy hablamos de una marihuana que en muchos casos es mucho más potente, adictiva y —como droga de iniciación— mucho más perniciosa de lo que era en la década de 1960”. Y después está el asunto de hasta dónde llega la legalización. ¿La cocaína? ¿La metadona? ¿La heroína? William Bennett, quien fue el zar contra las drogas en el Gobierno de George H. W. Bush y que ahora es anfitrión de un “talk show” de tendencia conservadora, dice: “Cuando pronunció un discurso de graduación, dijo a los estudiantes: ‘No abran tanto sus mentes como para que se les caiga el cerebro’. Tienen que comprender cuánto daño causan estas drogas”. Ann Coulter dice que la hierba es una “vía de acceso para ser un perdedor”, y “El único argumento posible para los conservadores es que tal vez más liberales se droguen y se olviden de votar”. Sin embargo, a pesar de su oposición, los conservadores antimarihuana no parecen tan encendidos como solían estarlo. Durante una improbable entrevista entre Coulter, Cheech y Chong realizada a en noviembre pasado, Geraldo Rivera expresó su sorpresa por no recibir mensajes electrónicos de odio con respecto a la legalización, mientras que es bombardeado cuando se trata de cualquier otra cuestión social, como los derechos de los homosexuales. “¿Por qué a los conservadores no les enfurece esto?”, preguntó a Coulter. “¿Acaso fuman marihuana en secreto?”.
La suavidad de los conservadores podría ser generacional. Pocos estadounidenses de hoy pueden decir que son totalmente ajenos a la marihuana; tenían amigos consumidores en la secundaria, o se elevaron con el humo de sus vecinos en un concierto de Guns n’ Roses, o ellos mismos la han fumado. El uso de la marihuana entre los estadounidenses aumentó 8 por ciento el año pasado, con 16,7 millones de personas que fumaron la hierba sólo el mes pasado, de acuerdo con un informe anual publicado en septiembre por el Estudio Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud. En los 14 estados federales que permiten el uso médico de la marihuana, los miembros de la generación de la posguerra de edad madura conversan muy libremente sobre pedir sus recetas en la farmacia local (de las que existen casi 1.400 únicamente en California). Jessica Corry, estratega republicana, columnista y abogada de Denver, que ha atraído la atención hacia grupos como el Movimiento Femenino a favor de la Marihuana y que se describe a sí misma como una “mamá republicana a favor de la marihuana”, afirma que después de que apareció en Fox News el año pasado hablando de la legalización, recibió muchos e-mails de estímulo por parte de ambos bandos. Algunos provenían de evangélicos que educaban a sus hijos en casa y de veteranos de Vietnam que nunca habían votado por los demócratas, “todos ellos decían ‘estamos con usted’. Yo estaba pasmada”.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre una madre republicana que habla sobre la marihuana y un congresista. “Si usted habla ante un grupo de republicanos en el Congreso, le dirán que es una buena idea, pero no levantarán la cabeza para ser atacados”, dice Norquist. A los funcionarios demócratas también les asustan los ataques. Los reformadores de la ley de la marihuana habían esperado que el Partido Demócrata de California apoyara la Propuesta 19. Pero el partido, no queriendo poner a sus candidatos en una posición incómoda en un difícil año electoral, se declaró en una posición neutra. El gobierno de Obama prometió dar fin a las incursiones en instalaciones de marihuana para uso médico que florecieron durante los años de Bush; sin embargo, el Departamento de Justicia dijo que continuará haciendo cumplir las leyes relacionadas con la marihuana en California incluso si se aprobara la Propuesta 19. “Los demócratas se dejan impresionar demasiado por esto, ese es el problema”, afirma Steve Fox, director de relaciones gubernamentales del Proyecto de Política sobre la Marihuana en Washington. “Este asunto está abierto de par en par para los republicanos. Si Meg Whitman organizara una conferencia de prensa mañana y dijera que apoya a la Propuesta 19 y defendiera al estado contra la interferencia federal, probablemente ganaría”.
Mason Tvert, director ejecutivo de SAFER, el principal grupo de apoyo para la reforma relacionada con la marihuana en Colorado, ya no se sorprende cuando un candidato republicano responde a un cuestionario diciendo que está a favor de la legalización. Tvert estaba en la sala del Lincoln Club a principios de este año cuando el antiguo congresista republicano Tom Tancredo, actualmente candidato a Gobernador de Colorado por el Partido de la Constitución, dijo a la multitud de personas de la tercera edad de tendencia republicana que aunque podría estar cometiendo un “suicidio político”, llegó el momento de pensar acerca de legalizar las drogas. En un debate realizado en septiembre, Tancredo fue a un más lejos al declarar, “Legalícenla. Regúlenla. Grávenla”. Después de rezagarse en la contienda durante meses, el candidato vio cómo su popularidad aumentó 10 puntos este mes, acercándose a su adversario demócrata, que está contra la legalización. Al ser consultado por NEWSWEEK sobre su postura, Tancredo fue más circunspecto que nunca, al afirmar: “Con respecto a la marihuana, no tengo ningún plan para luchar por su legalización. Simplemente creo que retirar el dinero de los carteles de la droga, eliminar el incentivo de presionar a los chicos para que fumen marihuana al imponer las penalizaciones más severas posibles contra quienes lo hagan, centrar nuestros recursos en evitar que los inmigrantes ilegales y las drogas duras entren al país, y reducir la corrupción que carcome a nuestros organismos de aplicación de la ley es algo que tiene sus méritos y merece ser debatido”.
El argumento conservador a favor de la legalización de la marihuana no empezó con la Propuesta 19. Y dicha Propuesta tampoco es la primera iniciativa a favor de la legalización en el país. En la década de 1970, muchos estados legalizaron la posesión de cantidades pequeñas de marihuana, pero el gobierno de Reagan puso fin al relajamiento de las leyes relacionadas con las drogas. Después se produjo el movimiento de la marihuana para uso médico, que ayudó a ablandar el sentimiento antimarihuana entre los derechistas que estaban a favor del conservadurismo compasivo. California se convirtió en el primer estado en legalizar la marihuana para usos médicos en 1996, seguida por otros 13 estados que admiten su uso medicinal y 26 que tienen leyes relacionadas con un “programa de investigación terapéutica”.
Antes de la votación, Richard Lee, el impulsor discapacitado de la Propuesta 19, juró que si la legalización fallara, “trabajaremos hacia una iniciativa en 2012”. Y sus padres conservadores estarán a su lado. “Abraham Lincoln dijo que la prohibición ‘intenta controlar el apetito de un hombre mediante la legislación, y convierte en crímenes cosas que no lo son’”, afirma la madre de Richard. No es de sorprender que algunas personas que se oponen a la legalización cuestionen si el padre del Partido Republicano realmente dijo estas palabras. Pero cualquiera que haya sido su postura, Lincoln estaría feliz al ver a EE. UU. teniendo una discusión tan civilizada sobre los derechos de un pueblo libre.
Con Katie Maloney
Ann Lee, republicana de Texas y católica devota, pensaba que la marihuana era “la hierba del Diablo”. Pero cuando Richard, el hijo de Lee, sufrió una grave lesión vertebral hace dos décadas y quedó paralizado de la cintura para abajo, recibió un curso acelerado acerca de esta diabólica droga. “Tuve que abrir los ojos, y también rezar mucho y creer en la integridad de Richard”, señala Lee, que actualmente tiene 81 años. “Cuando vi lo provechosa que resultó contra la espasticidad de Richard, dije: ‘Bueno, ¡qué diablos!’”. Desde entonces, Lee y su marido apoyan a Richard, que abrió una farmacia de marihuana para uso médico en California y fundó una escuela de formación profesional en Oakland dedicada al estudio de la hierba, denominada Universidad de Oaksterdam. Actualmente, Richard, de 47 años y millonario gracias a su empresa, encabeza el movimiento para la aprobación de la Propuesta 19, la polémica iniciativa de ley de California que legalizaría la marihuana para uso personal, y cuyo escrutinio se daba al cierre de esta edición, con el resultado de las legislativas en EE. UU. Más allá del resultado, el debate está instalado.
Uno esperaría que hippies envejecidos lucharan por su derecho a drogarse. ¿Pero conservadores envejecidos? A medida que los ideales de los libertarios más ruidosos del Tea Party se infiltran en las filas republicanas, y los funcionarios estaduales y federales rebajan los presupuestos aun cuando bombean grandes cantidades de dinero a una costosa guerra contra las drogas, algunos conservadores presentan argumentos para legalizar la marihuana. Nancy Pelosi, presidente de la Cámara de Representantes del Congreso EE. UU., no es quien habla a favor de legalizar la hierba —se cuida de no asumir ninguna postura con respecto a la Proposición 19—, sino su retador republicano en California, John Dennis. Y en Massachusetts, Sean Bielat, el adversario republicano de Barney Frank, apoyado por el Tea Party, dijo que se inclina a favor de la postura libertaria acerca del tema, y ello no perjudicó su campaña contra el longevo congresista, que apoya la despenalización. “Conforme veamos crecer el ala libertaria del Partido Republicano, veremos un mayor apoyo hacia la legalización”, afirma Dennis, quien obtuvo aclamaciones durante una parada de campaña en la Expo Internacional de Cannabis y Cáñamo en San Francisco, donde sus ayudantes modificaron su signo de campaña para que luciera colores rastafaris y una hoja de marihuana. Grover Norquist, el republicano y presidente del movimiento denominado Estadounidenses a favor de la Reforma Fiscal, señala que la legalización tiene sentido desde el punto de vista conservador porque se relaciona con asuntos de seguridad nacional y prudencia fiscal. “En primer lugar, está el desorden en México. El narcoterrorismo es posible debido a nuestra prohibición de las drogas. Después está el costo generado por el encarcelamiento”, dice Gary Johnson, ex gobernador republicano de Nuevo México y precandidato a la presidencia en 2012, piensa que “la Propuesta 19 tiene la oportunidad de ser la ficha de dominó que podría generar una política racional con respecto a las drogas en todo el país”.
Expertos como Glenn Beck de Fox News y el ex juez Andrew Napolitano también participaron en el debate en el bando a favor de la legalización. “Pienso que es tiempo de legalizar la marihuana”, dijo Beck en abril. “O ponemos tras las rejas a las personas que fuman marihuana, o legalizamos esta droga. Pero el juego que estamos jugando en el medio no nos está ayudando, no está ayudando a México, y está causando una enorme violencia en nuestra frontera sur”. Incluso Sarah Palin, que está en contra de la legalización, dijo que la marihuana es “un problema (relativamente) mínimo”. “Pienso que debemos priorizar nuestros esfuerzos de aplicación de la ley. Y si alguien va a fumar un cigarrillo de marihuana en su casa y no hace daño a nadie, entonces quizás haya otras cosas en las que nuestros policías debían participar y tratar de resolver algunos de los demás problemas, otros problemas que tenemos en la sociedad”. (Palin aceptó haber probado la hierba durante el tiempo en que fue legalizada en Alaska, pero dijo que no le había gustado).
En una encuesta realizada por el Instituto de Política Pública de California, el apoyo a la legalización se había reducido días antes del la votación de 52 por ciento a 44 por ciento. Sin embargo, la Propuesta 19 provocó una discusión que carece de la hipérbole que desde hace mucho tiempo rodea a la marihuana.
Sin duda, el Partido Republicano está muy lejos de convertirse en el Partido de la Marihuana. Aunque unos cuantos pensadores conservadores como Milton Friedman, George Shultz y William F. Buckley discuten los méritos de la legalización con el paso de los años (Buckley incluso se burló de aquellos que afirmaban que la marihuana era una vía de acceso a la adicción, diciendo que “equivalía a decir que cada violador había empezado masturbándose”), la mayoría de los republicanos todavía se opone a la idea. En la más reciente encuesta de NEWSWEEK, sólo un 25 por ciento de los republicanos está a favor de la legalización de la marihuana en su estado, en comparación con el 55 por ciento de los demócratas.
No obstante, las actitudes conservadoras están cambiando a nivel popular. El porcentaje de republicanos a favor de legalizar marihuana crece rápido desde 2005, aumentando 7 puntos. Y conforme sus electores abordan el tema, más candidatos y legisladores republicanos se niegan a seguir la línea del partido. El congresista Dana Rohrabacher (California), quien fue el vocero de Ronald Reagan durante los años de “Decí no a las drogas”, se burla de la idea de que la marihuana conduce al consumo de drogas más duras. “Todas las personas que he conocido y que han consumido drogas más duras, empezaron consumiendo alcohol”, afirma Rohrabacher, quien apoya la legalización desde el punto de vista de los derechos de un estado y es copatrocinador de un proyecto de ley para legalizar el cáñamo, la fibra que se obtiene de la planta de la marihuana. “¿Equilibraremos un poco el presupuesto? Dejemos la idea, digna de un estado paternalista, de que los estadounidenses ni siquiera pueden plantar un cultivo industrial”.
El Instituto Cato publicó hace poco un análisis estadístico detallado sobre la forma en que dar fin a la “prohibición” —uno de los términos favoritos de los partidarios de la reforma relacionada con la marihuana— podría ayudar a resolver los problemas presupuestales de EE. UU. De acuerdo con el controvertido estudio, legalizar todas las drogas ilícitas ahorraría al gobierno
US$ 41.300 millones al año en costo de aplicación de la ley y generaría unos US$ 46.700 millones en recaudación tributaria; la marihuana generaría US$ 8.700 millones en ahorros, y otros US$ 8.700 millones en impuestos. Ciertamente, la legalización de la marihuana ayudaría a engrosar los fondos estatales de California, ahogada por las deudas, donde la hierba es la mayor cosecha agrícola, con US$ 14.000 millones al año en ventas que nunca aparecen en las declaraciones de impuestos. Además de las consideraciones de costos, “el argumento más sólido es simplemente la cuestión de la libertad, o ‘soberanía del consumidor’ como dirían los economistas”, afirma Jeffrey Miron, coautor del estudio de Cato y conferencista de Harvard que recientemente escribió una columna para Los Angeles Times titulada “Las drogas y los conservadores deben unirse”.
El chiste dice que “un liberal es un republicano que fuma marihuana”. Eso podría aplicarse o no al Tea Party, formado por distintas ramas conservadoras y que incluye a muchas personas, especialmente conservadores, que se opondrían a la legalización. El cofundador de la Federación Nacional del Tea Party, Mark Skoda, duda que muchos miembros de su grupo estén a favor de la legalización, y dijo que “La legalización como cuestión no es lo que anima o motiva a los miembros del partido”. Sin embargo, para los candidatos y legisladores conservadores cada vez es más difícil alinear las frases libertarias del Tea Party como “responsabilidad fiscal” y “gobierno no intervencionista” con la guerra contra las drogas del gobierno, especialmente cuando sus electores podrían preferir ver una guerra contra el desempleo. Los arrestos por posesión de marihuana sumaron más de la mitad de todos los arrestos relacionados con las drogas en EE. UU., con un estadounidense arrestado por cargos relacionados con la marihuana cada 37 segundos, según el Informe Homogéneo sobre la Criminalidad, publicado por el FBI en 2009. Sin embargo, el 88 por ciento de los arrestos fue por posesión, no por venta o fabricación.
Al mismo tiempo, la guerra contra las drogas es cada vez más sangrienta, con más de 28.000 muertes en México desde que el presidente Felipe Calderón puso en marcha sus medidas represivas contra los cárteles. Calderón, que se opuso a la Propuesta 19, tuvo sus victorias: hace pocos días, oficiales mexicanos en Baja California hicieron la redada antidroga más grande en la historia del país, apoderándose de 134 toneladas de marihuana (unos 334 millones de cigarrillos) después de un tiroteo con traficantes. No obstante, muchas personas piensan que se derramaría mucha menos sangre si EE. UU. legalizara la marihuana, que según algunos cálculos, constituye el 60 por ciento del comercio de estupefacientes de México con
EE. UU., en forma muy parecida a la que el final de la Prohibición en 1933 puso fin a las carreras de pandilleros armados con ametralladoras. Como escribió Pat Buchanan, consejero de los presidentes Nixon, Ford y Reagan, en una columna publicada el año pasado: “¿Cómo ganar una guerra contra el narcotráfico cuando millones de estadounidenses que usan drogas recreativas financian a los carteles para sobornar, asesinar y decapitar para ganar la guerra y mantener a los estadounidenses autoindulgentes bien abastecidos de drogas?”. Buchanan le dijo a NEWSWEEK que no apoya la legalización, pero meditó en su columna: “Existen dos formas seguras de terminar esta guerra rápidamente. La forma de Milton y la de Mao. Los comunistas de Mao Zedong mataban a usuarios y proveedores por igual, considerándolos parásitos de la sociedad. La forma de Milton Friedman consiste en legalizar las drogas y poner fin a la guerra”. Claro, muchos conservadores piensan que Friedman había fumado algo.
Karl Rove dice que la gran mayoría de los republicanos se opone con toda razón a la legalización completa de la marihuana. “Creo que el costo social para EE. UU. de la legalización de las drogas sería enorme, y algo que dañaría a nuestra sociedad, particularmente a las personas menos preparadas para hacer frente a los estragos de la farmacodependencia”, dice. “No estamos hablando de la marihuana del ‘60. Hoy hablamos de una marihuana que en muchos casos es mucho más potente, adictiva y —como droga de iniciación— mucho más perniciosa de lo que era en la década de 1960”. Y después está el asunto de hasta dónde llega la legalización. ¿La cocaína? ¿La metadona? ¿La heroína? William Bennett, quien fue el zar contra las drogas en el Gobierno de George H. W. Bush y que ahora es anfitrión de un “talk show” de tendencia conservadora, dice: “Cuando pronunció un discurso de graduación, dijo a los estudiantes: ‘No abran tanto sus mentes como para que se les caiga el cerebro’. Tienen que comprender cuánto daño causan estas drogas”. Ann Coulter dice que la hierba es una “vía de acceso para ser un perdedor”, y “El único argumento posible para los conservadores es que tal vez más liberales se droguen y se olviden de votar”. Sin embargo, a pesar de su oposición, los conservadores antimarihuana no parecen tan encendidos como solían estarlo. Durante una improbable entrevista entre Coulter, Cheech y Chong realizada a en noviembre pasado, Geraldo Rivera expresó su sorpresa por no recibir mensajes electrónicos de odio con respecto a la legalización, mientras que es bombardeado cuando se trata de cualquier otra cuestión social, como los derechos de los homosexuales. “¿Por qué a los conservadores no les enfurece esto?”, preguntó a Coulter. “¿Acaso fuman marihuana en secreto?”.
La suavidad de los conservadores podría ser generacional. Pocos estadounidenses de hoy pueden decir que son totalmente ajenos a la marihuana; tenían amigos consumidores en la secundaria, o se elevaron con el humo de sus vecinos en un concierto de Guns n’ Roses, o ellos mismos la han fumado. El uso de la marihuana entre los estadounidenses aumentó 8 por ciento el año pasado, con 16,7 millones de personas que fumaron la hierba sólo el mes pasado, de acuerdo con un informe anual publicado en septiembre por el Estudio Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud. En los 14 estados federales que permiten el uso médico de la marihuana, los miembros de la generación de la posguerra de edad madura conversan muy libremente sobre pedir sus recetas en la farmacia local (de las que existen casi 1.400 únicamente en California). Jessica Corry, estratega republicana, columnista y abogada de Denver, que ha atraído la atención hacia grupos como el Movimiento Femenino a favor de la Marihuana y que se describe a sí misma como una “mamá republicana a favor de la marihuana”, afirma que después de que apareció en Fox News el año pasado hablando de la legalización, recibió muchos e-mails de estímulo por parte de ambos bandos. Algunos provenían de evangélicos que educaban a sus hijos en casa y de veteranos de Vietnam que nunca habían votado por los demócratas, “todos ellos decían ‘estamos con usted’. Yo estaba pasmada”.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre una madre republicana que habla sobre la marihuana y un congresista. “Si usted habla ante un grupo de republicanos en el Congreso, le dirán que es una buena idea, pero no levantarán la cabeza para ser atacados”, dice Norquist. A los funcionarios demócratas también les asustan los ataques. Los reformadores de la ley de la marihuana habían esperado que el Partido Demócrata de California apoyara la Propuesta 19. Pero el partido, no queriendo poner a sus candidatos en una posición incómoda en un difícil año electoral, se declaró en una posición neutra. El gobierno de Obama prometió dar fin a las incursiones en instalaciones de marihuana para uso médico que florecieron durante los años de Bush; sin embargo, el Departamento de Justicia dijo que continuará haciendo cumplir las leyes relacionadas con la marihuana en California incluso si se aprobara la Propuesta 19. “Los demócratas se dejan impresionar demasiado por esto, ese es el problema”, afirma Steve Fox, director de relaciones gubernamentales del Proyecto de Política sobre la Marihuana en Washington. “Este asunto está abierto de par en par para los republicanos. Si Meg Whitman organizara una conferencia de prensa mañana y dijera que apoya a la Propuesta 19 y defendiera al estado contra la interferencia federal, probablemente ganaría”.
Mason Tvert, director ejecutivo de SAFER, el principal grupo de apoyo para la reforma relacionada con la marihuana en Colorado, ya no se sorprende cuando un candidato republicano responde a un cuestionario diciendo que está a favor de la legalización. Tvert estaba en la sala del Lincoln Club a principios de este año cuando el antiguo congresista republicano Tom Tancredo, actualmente candidato a Gobernador de Colorado por el Partido de la Constitución, dijo a la multitud de personas de la tercera edad de tendencia republicana que aunque podría estar cometiendo un “suicidio político”, llegó el momento de pensar acerca de legalizar las drogas. En un debate realizado en septiembre, Tancredo fue a un más lejos al declarar, “Legalícenla. Regúlenla. Grávenla”. Después de rezagarse en la contienda durante meses, el candidato vio cómo su popularidad aumentó 10 puntos este mes, acercándose a su adversario demócrata, que está contra la legalización. Al ser consultado por NEWSWEEK sobre su postura, Tancredo fue más circunspecto que nunca, al afirmar: “Con respecto a la marihuana, no tengo ningún plan para luchar por su legalización. Simplemente creo que retirar el dinero de los carteles de la droga, eliminar el incentivo de presionar a los chicos para que fumen marihuana al imponer las penalizaciones más severas posibles contra quienes lo hagan, centrar nuestros recursos en evitar que los inmigrantes ilegales y las drogas duras entren al país, y reducir la corrupción que carcome a nuestros organismos de aplicación de la ley es algo que tiene sus méritos y merece ser debatido”.
El argumento conservador a favor de la legalización de la marihuana no empezó con la Propuesta 19. Y dicha Propuesta tampoco es la primera iniciativa a favor de la legalización en el país. En la década de 1970, muchos estados legalizaron la posesión de cantidades pequeñas de marihuana, pero el gobierno de Reagan puso fin al relajamiento de las leyes relacionadas con las drogas. Después se produjo el movimiento de la marihuana para uso médico, que ayudó a ablandar el sentimiento antimarihuana entre los derechistas que estaban a favor del conservadurismo compasivo. California se convirtió en el primer estado en legalizar la marihuana para usos médicos en 1996, seguida por otros 13 estados que admiten su uso medicinal y 26 que tienen leyes relacionadas con un “programa de investigación terapéutica”.
Antes de la votación, Richard Lee, el impulsor discapacitado de la Propuesta 19, juró que si la legalización fallara, “trabajaremos hacia una iniciativa en 2012”. Y sus padres conservadores estarán a su lado. “Abraham Lincoln dijo que la prohibición ‘intenta controlar el apetito de un hombre mediante la legislación, y convierte en crímenes cosas que no lo son’”, afirma la madre de Richard. No es de sorprender que algunas personas que se oponen a la legalización cuestionen si el padre del Partido Republicano realmente dijo estas palabras. Pero cualquiera que haya sido su postura, Lincoln estaría feliz al ver a EE. UU. teniendo una discusión tan civilizada sobre los derechos de un pueblo libre.
Con Katie Maloney