Las minas: radiografía de una trampa mortal que provoca miles de muertes

"Que esto no se repita", le esputó Luis "Don Lucho" Urzúa (último minero en ver la luz del día) al presidente chileno Piñera cuando lo saludó luego del rescate, ante la vista de 1600 millones de televidentes. El "pedido" del minero (extendido por su colega Sepúlveda y el rescatista González) no sólo parece haberse referido a la mina San José, sino también a la situación de los mineros en general, alrededor del mundo.

En 2007 hubo un derrumbe en esta mina y murió un trabajador. Estuvo inhabilitada y, por razones que aún se investigan, fue habilitada el 28 de julio de 2010. El 5 de agosto (ocho días más tarde) la mina se derrumbó. El gobierno los había dado por muertos. Lo cierto, es que de no haber sido por el "milagro de Copiapó", 33 trabajadores hubieran perdido la vida.

Más allá de estar despojado de la luz del sol, dentro de una mina, con el polvo mineral impregnándose en su ropa, cabello, piel y pulmones; el trabajo de minero exige un gran esfuerzo físico y exposición a altos riesgos. En muchas ocasiones deben trabajar en posturas forzadas o recorrer largas distancias inclinados o de rodillas. Por otra parte, a menudo se ven expuestos a derrumbes o desprendimientos de rocas que pueden provocarles hasta la muerte.

Finalmente, también pueden padecer la silicosis, una enfermedad causada por la inhalación prolongada de compuestos químicos que afecta irreversiblemente a los pulmones y dificulta la respiración.

Por estos motivos, las empresas mineras tienen prohibido contratar mujeres desde aquel convenio internacional firmado en 1935. En tanto, los varones están sometidos a la jornada acumulativa, que les permite trabajar doce horas diarias durante cuatro días consecutivos y, en compensación, descansar tres días; en el mejor de los casos.

 

Esto, sumado a la siempre presente falta de escrúpulos por parte de los empresarios, hace que la minería sea uno de los cuatro trabajos con tasa de mortalidad más alta; aunque es difícil darle una ubicación en esa lista, ya que los datos oficiales pueden ser relativos.Algunos ejemplos recientes y números tan grandes como mentirosos
La tragedia minera más reciente ocurrió en septiembre último, en Calama (Chile). Seis mineros que transportaban explosivos murieron pulverizados por su carga letal y la falta de condiciones de seguridad adecuadas.

Unos meses antes, en junio, 72 obreros murieron en el interior de la Mina San Fernando, en el municipio de Amagá, Colombia. El mayor de estos desastres ocurrió en marzo del 2007, cuando 108 mineros murieron por una explosión de grisú en la mina "Ulianóvskaya", en la provincia de Shaanxi, en China.

Rusia, uno de los cinco principales exportadores de carbón del mundo, está realizando una amplia campaña de seguridad minera después de un estallido en la mina de carbón Raspadskaya en Siberia en mayo que mató a unas 90 personas.

Pero en el mundo occidental, los números no son mucho más alentadores. En febrero de 2006, 65 mineros cumplían con su turno nocturno en Pasta de Conchos, Coahuila. Una explosión letal de gas metano fue lo último que ocurrió en la mina de carbón de Minera México. Nunca se sabrá si hubo sobrevivientes que rescatar, porque el plan de salvataje duró poco. Ni siquiera se comprobó con exactitud a cuántos metros de la superficie estaban los obreros.

Argentina, tampoco es la excepción. En Río Turbio, Santa Cruz, 14 mineros murieron en junio de 2004; en una mina que siquiera se encontraba por debajo del nivel del mar, sino en un cerro.

Si de tragedias mineras se habla, es imposible no pasar por China. El país asiático registró 1954 accidentes en minas de carbón en 2008, en los que murieron 3215 personas, mientras que en 2009, 2.631 trabajadores perdieron la vida. Aunque sean gigantes, estas cifras son mucho menores las de 7.000 personas que se registraron en 2002. Pero esta caía en los números no se debe precisamente a una sensible mejora en las condiciones.

 

No existen estadísticas globales confiables de las muertes en uno de los empleos más peligrosos del mundo, pero una federación de sindicatos con sede en Ginebra estima que hay 12.000 fallecimientos por año.

 

"Esos son sólo los registrados, los que podemos seguir", dijo Dick Blin, vocero de la Federación Internacional de Sindicatos de Trabajadores de Química, Energía, Minería y Afines (ICEM, por sus siglas en inglés).

"Muchas de las muertes en minería no están registradas. Es realmente difícil estimarlas. En muchos países, los representantes de las compañías irán a las viudas o a la familia, les darán dinero y les hará firmar documentos para que no hablen de eso. El problema está muy extendido en China", destacó el experto.

 

La minería es, por sí misma, uno de los trabajos más peligrosos. Pero la falta de escrúpulos de los empresarios, que escatiman en gastos básicos para llenarse aún más los bolsillos; y los políticos de turno, que permiten que esto suceda (ya sea por negligencia o corrupción); hacen de las minas una trampa mortal para los trabajadores.

Los dueños de la empresa, la polémica reapertura y las explicaciones del derrumbe

Los dueños del yacimiento San José se disculparon públicamente por el accidente que dejó a 33 mineros sepultados. Lo hizo su gerente general Alejandro Bohn, al declarar en una comisión del Congreso chileno.

"El dolor que ha causado esta situación indeseada e imprevista por nosotros, merece que pidamos disculpas por la angustia que se ha vivido en estos días. Ha sido una situación terrible y esperamos que tenga buen término muy pronto", dijo Bohn, según reproducen medios locales.

"Como compañía vamos a hacer todo lo posible para poner a disposición de nuestros trabajadores y acreedores todos los bienes que tiene disponible nuestra empresa para concurrir a ellos en todo lo que sea necesario", agregó.

La justicia chilena hasta ahora no los ha citado por este caso, sino que ambos son investigados por el accidente que sufrió a inicios de año un trabajador que resultó con una de sus piernas cercenadas.

Fuente: Agencias

 

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