El show de "los 33"
Hoy, 13 de octubre de 2010, pasados apenas minutos de las 0 horas, una cápsula emergió desde el centro de la tierra con el primer hombre que permaneció 69 días atrapado en la mina San José, cerca de la localidad chilena de Copiapó, en pleno desierto de Atacama.
La cápsula Fénix 2 había descendido con un rescatista luego de dos pruebas previas y mientras el mundo veía con suspenso el intento de sacar con vida al primer sobreviviente. Al mismo tiempo, los videographs de las pantallas ardían, las imágenes más y la tensa calma sobrevolaba el minuto a minuto de todas las cadenas de noticias.
Por eso la señal oficial chilena dejó en claro, para los que leyeron entre líneas, que tenía todo preparado. Parecía que el espectáculo se estuviera dando como un gran show… como un reality transmitido a miles de repetidores por todo el globo. La cima del éxito, de la fama, el sinónimo del buen trabajo de los arquitectos, la perseverancia, la esperanza, el desafío y… de repente, los 33 mineros estaban ahí esperando, pacientes, con ansias, en el refugio, a 622 metros de profundidad.
Una cámara dejó atónitos a todos los televidentes. Allí estaban, allí descendía la cápsula por el encamisado. Nadie lo tenía entre manos, porque no había trascendido ningún tipo de información de que se transmitiría otra llegada del hombre, no a la Luna, sino al corazón de la tierra.
El cuadro de la cámara dejaba con claridad el mensaje de un país: la bandera azul, roja y blanca se lucía como una publicidad estática de esas que se lucen en los estadios. “No me tapes el cuadro”, se escuchaba que decían desde el control a los mineros.
YO QUIERO A MI BANDERA. Lo mismo ocurre con la cápsula, que lleva los colores y el nombre de Chile, al igual también que toda la indumentaria que visten operarios y funcionarios. Más claro aún, una bandera gigante se divisaba ayer por la noche en pleno momento de tensión, al costado de la gran grúa encargada de hacer el milagro. Los detalles… hacen la diferencia.
El pueblo se manifestó con sus colores patrios. Estados Unidos hizo lo mismo cuando supuestamente llegó a la Luna el 20 de julio del ‘69. ¿Proselitismo?, ¿nacionalismo?, ¿propaganda oficial? ¿O simplemente un acto de demostrar cómo un país se une por una causa nacional? Preguntas que hoy tal vez contesten lo que menos importa, porque "los 33" están vivos, y son rescatados luego de sobrevivir en penumbras y mal alimentados durante más de dos meses.
“13-10-10 = 33”. Así remarcó Piñera la casualidad (o causalidad) que dio uno de los tantos tonos de color de todas estas extensas jornadas, de llantos, dolor y esperanza. La alegría se había mostrado en el abrazo que el Presidente le apretó al primer rescatado, el joven héroe Florencio Ávalos. Y frente a las cámaras también lo hicieron su mujer y su pequeño hijo, tal vez no cómo las autoridades habían prevenido ese día, cuando anunciaron que ni bien saldrían serían derivados a la sala hospitalaria.
En fin, otra cuota de felicidad que hizo al rescate convertirse en uno de los más expectantes de la historia de la humanidad. En fin, una realidad que parecía ficción, que parecía por momentos un espectáculo hábilmente preparado, pero que sin dudas cumplió su cometido: Chile se alza ante el mundo, y los 33 en unos días podrían irse a casa con su familia.
13 de octubre de 2010
La cápsula Fénix 2 había descendido con un rescatista luego de dos pruebas previas y mientras el mundo veía con suspenso el intento de sacar con vida al primer sobreviviente. Al mismo tiempo, los videographs de las pantallas ardían, las imágenes más y la tensa calma sobrevolaba el minuto a minuto de todas las cadenas de noticias.
Por eso la señal oficial chilena dejó en claro, para los que leyeron entre líneas, que tenía todo preparado. Parecía que el espectáculo se estuviera dando como un gran show… como un reality transmitido a miles de repetidores por todo el globo. La cima del éxito, de la fama, el sinónimo del buen trabajo de los arquitectos, la perseverancia, la esperanza, el desafío y… de repente, los 33 mineros estaban ahí esperando, pacientes, con ansias, en el refugio, a 622 metros de profundidad.
Una cámara dejó atónitos a todos los televidentes. Allí estaban, allí descendía la cápsula por el encamisado. Nadie lo tenía entre manos, porque no había trascendido ningún tipo de información de que se transmitiría otra llegada del hombre, no a la Luna, sino al corazón de la tierra.
El cuadro de la cámara dejaba con claridad el mensaje de un país: la bandera azul, roja y blanca se lucía como una publicidad estática de esas que se lucen en los estadios. “No me tapes el cuadro”, se escuchaba que decían desde el control a los mineros.
YO QUIERO A MI BANDERA. Lo mismo ocurre con la cápsula, que lleva los colores y el nombre de Chile, al igual también que toda la indumentaria que visten operarios y funcionarios. Más claro aún, una bandera gigante se divisaba ayer por la noche en pleno momento de tensión, al costado de la gran grúa encargada de hacer el milagro. Los detalles… hacen la diferencia.
El pueblo se manifestó con sus colores patrios. Estados Unidos hizo lo mismo cuando supuestamente llegó a la Luna el 20 de julio del ‘69. ¿Proselitismo?, ¿nacionalismo?, ¿propaganda oficial? ¿O simplemente un acto de demostrar cómo un país se une por una causa nacional? Preguntas que hoy tal vez contesten lo que menos importa, porque "los 33" están vivos, y son rescatados luego de sobrevivir en penumbras y mal alimentados durante más de dos meses.
“13-10-10 = 33”. Así remarcó Piñera la casualidad (o causalidad) que dio uno de los tantos tonos de color de todas estas extensas jornadas, de llantos, dolor y esperanza. La alegría se había mostrado en el abrazo que el Presidente le apretó al primer rescatado, el joven héroe Florencio Ávalos. Y frente a las cámaras también lo hicieron su mujer y su pequeño hijo, tal vez no cómo las autoridades habían prevenido ese día, cuando anunciaron que ni bien saldrían serían derivados a la sala hospitalaria.
En fin, otra cuota de felicidad que hizo al rescate convertirse en uno de los más expectantes de la historia de la humanidad. En fin, una realidad que parecía ficción, que parecía por momentos un espectáculo hábilmente preparado, pero que sin dudas cumplió su cometido: Chile se alza ante el mundo, y los 33 en unos días podrían irse a casa con su familia.
13 de octubre de 2010