Televisión

Mafia on the rocks

La serie que estrena HBO transcurre en el EE. UU. de 1920, tiempos de gangsters y una "Ley Seca" que muy pocos cumplen.

Por Jennie Yabroff
"Boardwalk Empire”, la serie de HBO que se estrena el jueves 17 en la Argentina, abarca mucho más de lo que su título adelantaba, es decir, una simple mirada microscópica al funcionamiento de la Atlantic City de 1920. La trama pasea por todos lados explorando la dinámica del crimen organizado tanto en Nueva York como en Chicago donde un joven y angelical Al Capone es un simple lacayo. Su dinamismo demuestra que la fidelidad histórica no siempre va en detrimento de la historia. La trama de “Empire” es más que abundante. Cuando finalizaron el piloto (dirigido por Martin Scorsese, quien debuta como director en televisión) fue como si se hubiese dibujado un mapa complejo e intrigante. La densidad del piloto intimida sin dejar de atrapar. El ritmo de los episodios siguientes aminora —un poco, al menos—, y eso deja que  la historia crezca.

Los detalles de época están perfectamente representados: desde el impecable vestuario de “Nucky” a los bulliciosos muelles con parques de diversiones, cuyas atracciones bizarras incluyen vidrieras que muestran bebés prematuros en incubadoras. Hay un alejamiento —y bienvenido sea— de la fidelidad histórica. A diferencia de series como “Los Tudor”, que contrata a actores carilindos para representar a monarcas históricamente feos, “Empire” contrató a actores de carácter con más semejanzas físicas al “personaje” que a la persona real que lo inspiró. El “Nucky” de la vida real era vigoroso, en cambio el Steve Buscemi que lo representa es delgado y excéntrico, con ojos locos y una dentadura protuberante. Su figura esbelta es una ventaja (y no sólo porque lo ayuda a diferenciar a “Nucky” de Tony Soprano). “Nucky” puede ser feroz, pero cuando calma las aguas de una incipiente guerra que se estaba por desatar entre dos facciones con una negociación corta y tranquila en lugar de utilizar la fuerza, se puede vislumbrar el poder de su inteligencia y astucia. El resto del elenco es igual de extraordinario. Michael Pitt encarna a Jimmy Darmondy, el chofer y lacayo de “Nucky”, cuya ambición por escalar posiciones en la organización pronto se transforma en un orgullo desmedido. Pitt siempre tuvo ese aire a Leonardo DiCaprio pero del cine y la televisión independientes, y ahora se ha intensificado, especialmente bajo la dirección de Scorsese. Michael Shannon mantiene su intensidad habitual como un agente de la Ley Seca quien presiente que en la organización de “Nucky” hay más ilegalidades que un par de barriles de whisky.

“Boardwalk Empire” tiene grandes probabilidades de ser más que la serie que devolvió a HBO a los días dorados de la era “Sopranos”. Podría ser el principio de una campaña exitosa que destruya para siempre a esa línea de prestigio que divide a las series televisivas de las películas. Que Scorsese haya aceptado dirigir y ser el productor ejecutivo de la serie es como un pequeño golpe maestro y seguramente fue el motivo por el cual actores de la talla de Buscemi, Pitt y Shannon, que nunca habían protagonizado una serie, aceptaron participar. Mientras tanto, Michael Mann va a dirigir a Dustin Hoffman y Nick Nolte en “Luck” (“Suerte”), un drama sobre el mundo de las carreras de caballos de David Milch, mientras Kathryn Bigelow dirige a Susan Sarandon, Frank Langella y Patti LuPone en un drama detrás de escena sobre una obra de teatro en Broadway: “El año del milagro”. El año pasado, en EE. UU., el canal dejó de utilizar el eslogan: “no es televisión, es HBO” y con razón. Luego de ayudar a redefinir las connotaciones de la televisión y, a punto de hacerlo nuevamente, no hay motivo para avergonzarse de ser parte de ella. “Empire” es otra prueba de que estamos viviendo una segunda época de oro de la televisión, y eso es para celebrar como si estuviésemos en 1919.

Algunas historias crecen tanto y acumulan tanto poder que se vuelven invencibles. En este caso fueron los rumores acerca de la cadena de canales de cable más importante de todas: HBO. Primero se dijo que la cadena no había tenido un éxito desde que “Los Soprano” terminó, en 2007. Eso no es del todo cierto ya que “True Blood”, si bien no obtuvo las críticas deseadas ni le dio el mismo prestigio que “Los Soprano”, tiene un alto rating y ganó seguidores fieles. La otra historia que da vueltas es que HBO está desde hace cuatro años sumergido en la vergüenza tras haber dejado que el escritor Matthew Weiner, creador de “Los Soprano” y la ganadora de varios premios Emmy “Mad Men”, se fuera corriendo a los brazos de su competidora AMC. Si bien los ejecutivos de la cadena han felicitado gentilmente a la competencia, la nueva serie seguramente despertará la envidia de todos por su fidelidad histórica y guión. “Empire”, creada por un alumno de “Los Soprano”, Terence Winter, parece ser un poco tímida por la forma en que combina el voyeurismo criminal de su anterior producto bandera con la atención quisquillosa a los detalles de época del clásico que nunca fue. Pero es lo suficientemente buena como para andar haciendo objeciones. Basada en el libro de Nelson Johnson, obsesionado con la época, “Empire” comienza a principios de los años ‘20, justo cuando la Ley Seca está surtiendo efecto, momento en el cual quienes vivían de fiesta salen a las calles y entierran una efigie con forma de botella y, obvio, se emborrachan. Steve Buscemi protagoniza la serie como Enoch “Nucky” Thompson (inspirado en “Nucky” Johnson, mafioso de la vida real), el zar de Atlantic City, un jefe político tan poderoso como avaro. Mientras el pueblo se lamentaba por la pérdida de su amada bebida, “Nucky” se posiciona a sí y a sus amigos en ventaja cuando empiezan a controlar el despacho de todo el licor prohibido.

Si los vestigios culturales de “Mad Men” parecen impactantes en retrospectiva —el consumo, el sexismo, el prejuicio sin escrúpulos—, “Empire” va a parecerte de otro mundo. A diferencia de los años ‘60 de “Mad Men”, en los cuales la industria de la publicidad es abiertamente una orgía embebida en alcohol, en los locos años veinte de “Boardwalk Empire”, la indulgencia es un fruto prohibido, y fermentado. La exploración sexual acaba de comenzar. La Ley Seca también llevó a la aceptación del jazz y las speakeasies (bares donde se vendían bebidas ilegales), otro tabú social más que se rompía décadas antes de que la tensión se transformara en crisis.

Mientras que “Mad Men” se enfoca en el envoltorio del deseo, “Empire” trata sobre la supresión del deseo, cómo cuanto más intentamos negarnos placeres más intensos se vuelven. Además de proveer a la historia de sus mejores villanos, el experimento de la Ley Seca es una metáfora para estos tiempos económicos: ¿cómo reaccionaremos cuando se termine la fiesta y la realidad aleccionadora de nuestras circunstancias reducidas nos mire a los ojos?