Bon Jovi revolucionó a River con un show maratónico

La mítica banda tocó todos sus hits durante tres horas, y cautivó tanto a sus fans más fieles como a las nuevas generaciones.

 

Quince años no es nada. O al menos no para Bon Jovi que, a pesar de haber venido por última vez a la Argentina en 1995, en esta nueva y esperada visita al Estadio River Plate, en el marco de “The Circle Tour”, brindó un show tan sólido y memorable como el anterior.


Si bien pocas bandas despiertan sentimientos tan encontrados entre el público rockero – o se los ama, o se los odia –, los cuatro de New Jersey demostraron por qué se siguen manteniendo como uno de los referentes musicales más duraderos de las últimas décadas. Después de una digna actuación de Los Tipitos, que entretuvieron a los impacientes fans por casi una hora, el reloj marcó las 9 de la noche y, ahí mismo, sonaron los primeros acordes de “Blood on blood”, que dieron inicio al show.    


El repertorio fue tan amplio que muy pocos éxitos quedaron afuera. A medida que el ambiente se iba calentando, fueron pasando desde las más actuales “We weren’t born to follow”, “Superman tonight”, “It’s my life” y “Have a nice day”, hasta las clásicas “Always”, “I’ll be there for you”, “In these arms”, “Runaway” y “You give love a bad name”, con la que los 45 mil espectadores, de todas las edades, estallaron en gritos.   


También hubo lugar para “Blaze of Glory”, cuyo puente musical estilo country fue coreado aún más que la letra, a modo de reconocimiento a la genial guitarra de Richie Sambora. El músico tuvo además su momento en solitario con “Lay your hands on me”. 


Y entonces llegó la que Jon Bon Jovi definió como “esa que nos sabemos todos”: “Bad Medicine”, que fue mezclada por la banda con dos históricos temas que no les pertenecen: “Shout!” y “Oh, pretty woman”, dedicado a “las mujeres hermosas argentinas”.


Si bien el campo del estadio estaba separado por sectores de sillas numeradas y no había espacio para gente de pie, la euforia en las primeras filas no tardó en hacerse notar. Por eso, el cantante debió parar su recital dos veces durante algunos minutos y pedirle al público que se agolpaba frente a las vallas que se mueva unos pasos hacia atrás. “Está lleno de chicas lindas adelante y no queremos que se lastimen” pidió, con el carisma y la sonrisa que lo caracterizan.


Las canciones más esperadas quedaron para el final, y fueron apareciendo a medida que los fanáticos pedían “una más”. Así, pasaron “Keep the faith”, “Wanted dead or alive”, “Livin' on a prayer”, “These days” – a pedido de un cartel que levantaba un fan entre la audiencia –  y “Someday I´ll Be Saturday Night”. Ya a esta altura, el líder del grupo se paseaba por el escenario vistiendo la camiseta argentina: el infaltable acto demagógico que, a pesar de estar trillado, siempre funciona para arrancar más gritos. 


La despedida se fue retrasando mucho más de lo esperado, al punto que intentaron tres veces, sin éxito, dar el adiós. “Váyanse a casa”, bromeaba Bon Jovi, aunque, ante el rotundo “¡no!” que recibía en respuesta, en seguida aflojaba y cantaba otra. “Mañana tengo el día libre, así que no tengo apuro de irme a ningún lado”, aseguró.


Finalmente, la cuarta salida sí fue la última. Siguiendo la broma, el ídolo hacía señas con sus brazos, como diciendo “hasta aquí llegué”, pero demostró que sus 48 años no le pesan en absoluto y entonó “Bed of Roses” con el mismo ánimo que en el primer tema. Pasadas las tres horas exactas de show, y abrazado con sus compañeros Sambora, David Bryan y Tico Torres, lanzó un sentido “gracias”. El saludo definitivo que nadie quería escuchar.