Quedó sin brazos ni piernas y le pide respuestas a Macri

La mujer fue a dar a luz al Hospital Durand, pero no le detectaron una infección y pasó un mes en coma. Tres años después, sigue esperando que el gobierno porteño le de las prótesis y la silla de ruedas.

El día que Perla Pascarelli dio a luz a su hijo menor, Santino, fue sin dudas uno de los más felices de su vida. En ese momento, nunca pensó que el parto la llevaría a enfrentarse con una realidad totalmente distinta, en la que tiene poco o nada para celebrar: más de tres años después, ella continúa reclamando al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que le brinden asistencia después de una  mala praxis en el Hospital Durand, derivada de una infección no detectada, por la que debieron amputarle sus dos brazos y sus dos piernas.

Si bien la lucha de Perla comenzó en 2007, decidió hacerla pública en los últimos meses ante la falta de respuestas. Es que todavía sigue esperando que las autoridades porteñas cumplan sus continuas promesas y le otorguen las prótesis y la silla de ruedas motorizada que le hacen falta para continuar con su vida de la mejor forma posible.

La odisea de esta mujer, que hoy tiene de 39 años, incluyó pasar un mes realizando en vano consultas por problemas y molestias post-parto, una descompensación y un mes en estado de coma. Al salir, decidió iniciar un juicio al hospital y al Gobierno de la Ciudad. “Presentamos con mi abogado un recurso de amparo que me permita recibir dinero para el alquiler de mi vivienda, las prótesis, la silla y asistencia psicológica. El juez otorgó el recurso en octubre del año pasado y nadie hizo absolutamente nada”, relató Perla a 24CON.

Con el tiempo, y presión de por medio, logró que le dieran una pensión equivalente a medio alquiler, ayuda en el hogar y, recién este año, las visitas al psicólogo. Pero sigue esperando lo que más necesita, aquello de lo que depende su movilidad y que le podría hacer la vida más fácil.

Además del apoyo de su marido, Luis, y de sus cuatro hijos, en Facebook se creó el grupo “Ayudemos a Perla Pascarelli”, a través del cual se busca juntar donaciones para conseguir las prótesis y la silla de ruedas electrónica de manera privada. Porque la esperanza de que las palabras oficiales se conviertan en hechos se desvanece con el correr de los meses.

La historia

El 8 de mayo de 2007 Perla tuvo a su cuarto hijo por cesárea en el Durand, luego de lo cual le dieron el alta y le recetaron antibióticos. A partir de entonces, comenzaron los problemas. “En los primeros controles les manifesté que tenía flujo vaginal y me recetaron óvulos. Después volví porque sentía bultos en los pechos, pero me dijeron que era una mastitis y me volvieron a dar antibióticos”, explica.

Finalmente, el 7 de junio se descompuso con un fuerte dolor abdominal. “Después de hacerme esperar tres horas en la guardia del hospital, me sometieron a una cirugía exploratoria. Estuve otras tres horas en el quirófano y salí en estado de coma. Me habían sacado un litro y medio de pus del abdomen y también me tuvieron que extraer el útero y un ovario, porque estaban necrosados. Le dijeron a mi marido que no pasaba la primera noche”, recuerda. 

Su salud se siguió complicando: tuvo neumonía  y debieron realizarle una traqueotomía y más cirugías, pero nada sirvió para mejorarla. Se le necrosaron los miembros superiores e inferiores y debieron amputárselos.

Casi milagrosamente, Perla se recuperó y se despertó el 9 de julio. “Fue muy duro, sentí mucha bronca y dolor. Fue una realidad terrible enfrentarme a la dimensión de lo que me había pasado. No podía entender cómo había entrado por un dolor de panza y terminado así”, cuenta sobre sus primeras horas luego de despertar.

Y agrega: “Las mismas enfermeras me dijeron que haga la denuncia, porque esas cosas solían suceder en el hospital. Si en los controles hubieran tenido en cuenta los problemas que les manifestaba, esto no habría pasado”.

Perla reconoce que, aunque se muestra fuerte y decidida por el bien de su familia, le “pasan cosas por dentro”. Pero no se victimiza ni se entristece al contar su historia. Simplemente reclama lo que le corresponde.

 

24 de junio de 2010

 

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