Sexo, locura y agujas

Confesó el padrastro del niño clavado con alfileres: lo hizo para tener sexo

Según declaró el padrastro clavó a su hijo para conquistar a una mujer

Los primeros médicos que vieron las radiografías no lo podían creer. Veían alrededor de 50 agujas en el cuerpo de un chico, ante la duda y pensando que podía ser un error del radiógrafo repitieron las tomas y allí aparecieron nuevamente.

Pero la sorpresa fue mayor cuando el padrastro días después se declaró culpable de la tortura del niño. El brasileño Roberto Carlos Magalhães confesó haber aplicado 40 agujas a su hijastro , de dos años de edad, para poder congeniar con “Ángelina” y así tener sexo con ella.

El padrastro, quien se encontraba con paradero desconocido desde que el menor fue ingresado al hospital, fue arrestado luego de que confesara su autoría en una clínica de Bahía a donde se había presentado con dolores abdominales. Explicó que varias veces llevó al niño a la casa de esa mujer, que se cree pertenece a una secta, y con la presencia de otra persona, a quién no identifico, le introdujo 40 agujas a su propio hijastro.

El niño permanece ingresado en un hospital de la localidad de Barreiras (Bahía) y espera al inicio de la operación en la que se le van a extraer las agujas, que incluso le han perforado un pulmón.

El menor comenzó a quejarse de dolores de panza la semana pasada y, cuando fue llevado al hospital, los médicos descubrieron las agujas al realizarle una radiografía.

Tras someterle a nuevos exámenes, se descubrió que tenía 40 objetos metálicos clavados en diferentes partes del cuerpo, desde el pecho hasta las piernas.

Inicialmente, se calculó que el número de agujas ascendía a cincuenta, pero hoy los médicos rebajaron sus estimaciones, a la vez que estudiaban la mejor manera de realizar la intervención médica.

Este caso recordó a dos criminales psicóticos de principios del siglo pasado que se divertían con la morbosidad y las agujas.

En Brooklyn  Albert Fish, a quién apodaron como "el Hombre de la Bolsa", se encargó de asustar y amedrentar a los chicos del barrio, aunque no fue sólo miedo. Asesinó a al menos 5 personas para poder disfrutar del dolor que les causaba. Gozaba del sufrimiento ajeno y del propio. En el momento en que fue atrapado (se entregó escribiéndole una carta a la madre de una de sus victimas contando como la había secuestrado, descuartizado y comido) tenía alrededor de 30 alfileres, agujas y clavos incrustados en su pelvis.

Encontrado culpable de 3 asesinatos fue ejecutado en la silla eléctrica, su súltimas palabras fueron: "Gracias, me harán sentir un shock eléctrico, un dolor que me llevará a la muerte y eso me gusta, muchas gracias". Fish se llevó a su tumba  un secreto aborrecible, nunca reveló el número total de sus victimas, aunque los expertos suponen que más de 100 niños fueron descuartizados y devorados por él.

 

El llamado Petiso Orejudo quién en la década del 10 asesinó  en al ciudad de Buenos Aires a cuatro chicos e intentó matar a otros siete. A su última víctima, a modo de golpe final, le perforó el cráneo con un clavo para luego abandonar el cuerpo. Esa misma noche se presentó en el velorio del chico y cometió el error que lo confinó de por vida,: al acercarse al cadáver y constatar que no tenía nada en su cabeza preguntó a los familiares dónde estaba el clavo.

 

Niño aguja: Tiene clavadas 50 dentro de su cuerpo