Mónica Ayos y su hijo, Federico

El hecho que él la haya convertido en madre por primera vez cuando tenía casi su misma edad, y que las circunstancias de la vida la llevaron a ser madre y padre a la vez, condicionó sus vidas. Por eso, la relación entre Mónica Ayos (36) y su hijo, Federico (17), siempre fue muy particular y, en esta etapa de la vida de su primogénito, dista mucho de parecerse a la que cualquier otro adolescente tiene con su madre. “No es común el vínculo que tengo con mi vieja. Es como que, por momentos es mi mamá, porque siempre lo es, pero, también, es mi amiga y confidente” -explica el joven-. “Haber tenido un hijo de tan joven me hizo madurar en todo sentido, ser más consciente, más responsable. Recién salía de la adolescencia, y él me enseñó a ser mamá”, agrega la mujer que le dio la vida.

Si bien es un apasionado del fútbol, y en algún momento soñó en convertirse en jugador profesional, hoy “Fede” tiene en claro que quiere ser actor, como su mamá. “Había arrancado como un hobby, pero después me picó el bichito de la actuación y me di cuenta de que había llegado a un punto que no estaba estudiando sino que me estaba formando, y que a partir de eso podía salir algo bueno”, comenta sobre cómo fue descubriendo su pasión por las tablas. Y, aunque Mónica no oculta la satisfacción que le produce que su descendiente siga sus pasos, aclara que no influyó en su decisión. “Trataba de incentivarlo más que nada desde la formación, o sea, que si él quería hacer algo se tendría que preparar, y por suerte me hizo caso”, reconoce.

Siendo tan unidos es ineludible preguntarles sobre los celos. “Es lógico que me suceda algo extraño, y es saber que mi hijo me destronó hace varios años, pero que se haga tangible es fuerte. Igualmente, no soy de celar mucho”, afirma ella.“Situaciones incómodas viví muchas, pero llega un momento en que te acostumbrás y te lo tomás con humor o te convertís en un guerrillero. Soy ´cuida´, pero no tanto”, reconoce con humor él, quien hoy por hoy se apoya mucho en la figura de Diego Olivera, la pareja de su madre. “Cuando llegó Diego a nuestra vida, para él fue un shock muy grande. Pero ahí hubo mucho amor por parte de los dos, y a medida que Fede fue creciendo todo se revirtió, y nos hemos podido articular familiarmente”, rememoró emocionada la actriz.

Aunque la misma Ayos se encarga de resaltar la madurez de su hijo, éste sigue siendo un adolescente, con todo lo que ello implica. “Es difícil ser la madre de un chico de su edad, sobre todo cuando una se siente una adolescente. Porque en algunas cosas yo todavía adolezco a la par de mi hijo, pero puede contar conmigo y sabe que de repente me baja la madre, y enseguida maduro”, confiesa. Sin embargo, por más que ella se cuestione, la sensación que uno percibe es que su relación es indestructible. “Nuestro amor es para siempre”, repiten ambos casi a dúo como para reafirmar aun más ese vínculo tan entrañable pronto a cumplir su mayoría de edad.