Revista 7 Días
Sebastián Ortega-Guillermina Valdez: Boda en secreto
Luego de 11 años en pareja y 3 hijos, decidieron pasar por el Registro Civil. La felicidad se completa con un festejo íntimo en su nueva casa en un country de zona norte.
Todo en uno. Casamiento, cumpleaños, mudanza. Una gran fiesta preparan Sebastián Ortega y Guillermina Valdez, quienes decidieron formalizar su relación y festejar con amigos en la intimidad de su nueva casa. Después de once años y tres hijos, optaron por los confites y el Registro Civil. Dante (8), Paloma (7) y Helena (4) fueron testigos del casamiento de sus padres, quienes el viernes 25 pasaron por el Registro Civil de Beruti y Coronel Díaz y el sábado 26, desde las 21.30, esperan recibir a sus invitados en su flamante vivienda del country Altos del Pilar.
La decisión de casarse fue tomada en el más absoluto de los secretos. Incluso, Guillermina deslizó en alguna fiesta, pocas semanas antes, que ella y Sebastián ya estaban casados, y que la fiesta del sábado era para coronar un presente espléndido. No vaya a ser cosa que a nadie se le escape el dato y les suceda lo que al “Ogro” y Vannucci, que vieron invadidas sus pretensiones de privacidad.
Después del estrés de la mudanza, la rubia les dijo a los presentes que aprovecharían la celebración para festejar la inauguración de su espléndida casa nueva y sus respectivos cumpleaños, que por falta de tiempo no fueron celebrados a tiempo. Pero el de ella fue en julio pasado, y el de él será en diciembre próximo.
Podrán festejar aniversarios por venir o atrasados, o brindar por la inauguración de la finca a estrenar, pero el motivo de la reunión, sin dudas, fue la formalización del vínculo, el paso que muchas parejas dan antes de convivir y que para ellos simbolizó un viejo anhelo convertido en realidad.
En diciembre del año pasado la decisión no estaba tomada, pero Sebastián declaraba, que no gambeteaba el por entonces ilusorio tema del casamiento, y arremetía con que el matrimonio era una buena excusa para divorciarse. Los de sus círculo íntimo, y no tanto, lo han escuchado más de una vez decir, que con Guille están juntos “porque lo necesitan, no por la obligación de un papel”. A partir de ahora, además de la necesidad mutua de compartir tiempo y momentos, existe la legalidad, a la que se entregaron con discreción y bajo la atenta mirada del clan familiar, pero con la excepción del patriarca, ya que Ramón Bautista se ausentó por compromisos laborales.
En aquellos tiempos navideños de 2008, Sebastián amasaba la idea que concretó 10 meses después. “Todo lo que vivimos hasta ahora fue muy espontáneo: la convivencia, el nacimiento de nuestros hijos, las mudanzas. Como un noviazgo constante. Pero desde hacía tiempo fantaseábamos con el hecho de casarnos y que nuestros hijos fuesen los testigos y nos dieran los anillos. Queríamos algo relajado, ir al Registro Civil y después a comer con amigos”.
Como un guiño del destino, apenas dos días antes del “sí” legal, Crónica TV emitió las imágenes del casamiento de Palito Ortega y Evangelina Salazar, que fue la primera boda televisada de la historia de la televisión, conducida por Pipo Mancera y vista por miles de personas en vivo.
A la mañana siguiente, Sebastián Ortega salió al aire en “Perros de la calle”, el programa de Andy Kusnetzoff, un invitado a la fiesta Ortega-Valdez. La excusa fue charlar sobre la boda de sus padres, pero terminaron con chicanas mutuas casi en forma permanente, en un diálogo solo para entendidos. “Hablando de casamientos, ¿puedo contar lo tuyo, Seba?”, preguntaba Andy a cada rato, a lo que el productor televisivo respondía: “¿Qué? ¿Qué nos vemos el jueves para cenar? Dale, contálo”.
Es una redundancia caer en el parecido físico entre Guillermina Valdez y su suegra, pero sí vale la pena destacar que los flamantes marido y mujer optaron por un festejo radicalmente opuesto al de sus padres/suegros. Ellos prefirieron intimidad y bajo perfil, versus el de Palito y Evangelina, que entró en la historia de la televisión argentina como el primer casamiento televisado. Con o sin flashes, la felicidad inundó al clan Ortega. Y al matrimonio de Guillermina y Sebastián.
Fotos: Pato Giacometto y archivo 7 DÍAS.
La decisión de casarse fue tomada en el más absoluto de los secretos. Incluso, Guillermina deslizó en alguna fiesta, pocas semanas antes, que ella y Sebastián ya estaban casados, y que la fiesta del sábado era para coronar un presente espléndido. No vaya a ser cosa que a nadie se le escape el dato y les suceda lo que al “Ogro” y Vannucci, que vieron invadidas sus pretensiones de privacidad.
Después del estrés de la mudanza, la rubia les dijo a los presentes que aprovecharían la celebración para festejar la inauguración de su espléndida casa nueva y sus respectivos cumpleaños, que por falta de tiempo no fueron celebrados a tiempo. Pero el de ella fue en julio pasado, y el de él será en diciembre próximo.
Podrán festejar aniversarios por venir o atrasados, o brindar por la inauguración de la finca a estrenar, pero el motivo de la reunión, sin dudas, fue la formalización del vínculo, el paso que muchas parejas dan antes de convivir y que para ellos simbolizó un viejo anhelo convertido en realidad.
En diciembre del año pasado la decisión no estaba tomada, pero Sebastián declaraba, que no gambeteaba el por entonces ilusorio tema del casamiento, y arremetía con que el matrimonio era una buena excusa para divorciarse. Los de sus círculo íntimo, y no tanto, lo han escuchado más de una vez decir, que con Guille están juntos “porque lo necesitan, no por la obligación de un papel”. A partir de ahora, además de la necesidad mutua de compartir tiempo y momentos, existe la legalidad, a la que se entregaron con discreción y bajo la atenta mirada del clan familiar, pero con la excepción del patriarca, ya que Ramón Bautista se ausentó por compromisos laborales.
En aquellos tiempos navideños de 2008, Sebastián amasaba la idea que concretó 10 meses después. “Todo lo que vivimos hasta ahora fue muy espontáneo: la convivencia, el nacimiento de nuestros hijos, las mudanzas. Como un noviazgo constante. Pero desde hacía tiempo fantaseábamos con el hecho de casarnos y que nuestros hijos fuesen los testigos y nos dieran los anillos. Queríamos algo relajado, ir al Registro Civil y después a comer con amigos”.
Como un guiño del destino, apenas dos días antes del “sí” legal, Crónica TV emitió las imágenes del casamiento de Palito Ortega y Evangelina Salazar, que fue la primera boda televisada de la historia de la televisión, conducida por Pipo Mancera y vista por miles de personas en vivo.
A la mañana siguiente, Sebastián Ortega salió al aire en “Perros de la calle”, el programa de Andy Kusnetzoff, un invitado a la fiesta Ortega-Valdez. La excusa fue charlar sobre la boda de sus padres, pero terminaron con chicanas mutuas casi en forma permanente, en un diálogo solo para entendidos. “Hablando de casamientos, ¿puedo contar lo tuyo, Seba?”, preguntaba Andy a cada rato, a lo que el productor televisivo respondía: “¿Qué? ¿Qué nos vemos el jueves para cenar? Dale, contálo”.
Es una redundancia caer en el parecido físico entre Guillermina Valdez y su suegra, pero sí vale la pena destacar que los flamantes marido y mujer optaron por un festejo radicalmente opuesto al de sus padres/suegros. Ellos prefirieron intimidad y bajo perfil, versus el de Palito y Evangelina, que entró en la historia de la televisión argentina como el primer casamiento televisado. Con o sin flashes, la felicidad inundó al clan Ortega. Y al matrimonio de Guillermina y Sebastián.
Fotos: Pato Giacometto y archivo 7 DÍAS.
Periodista Revista 7 Días