Los delincuentes más peligrosos de la 9 de julio

Estalló la guerra entre narcos San Martín. En el tiroteo, fueron abatidos dos narcos y uno de los capos resultó herido.

La guerra narco de la 9 de Julio, que se desató con el homicidio de Edgardo Kleyer (19), tuvo, el miércoles, su mayor enfrentamiento. Fue ruidoso y escandaloso. Dos pesados del narcotráfico “bajaron” al barrio para recuperar su territorio: Gerardo Goncebat (50) y Javier “El Rengo” Pacheco (36) entraron alrededor de las 16:30 ostentando su poder de fuego sobre el cielo de la villa. Estaban acompañados por todo el clan. Incluso, como un fantasma, Quiqui, uno de los presuntos autores materiales de la muerte de Kleyer, habría recorrido los pasillos de la 9 de Julio con impunidad.

Pero, algo salió mal y, aproximadamente, a las 20 horas, más de 100 policías interceptaron la tarea del grupo narco. ¿El resultado? Una tremenda balacera –más de 300 disparos- que terminó con dos cacos muertos, otros tanto heridos y un policía (Diego Ibáñez) que perdió un testículo a causa del proyectil que recibió en la ingle. Ni el poderoso Goncebat se salvó y permanece internado a causa de una bala que le atravesó el pecho.

El capo narco de la 9 de Julio fue detenido junto a Diego “El Rubio” Pacheco (hermano del “Rengo”, y el Negro Gómez. Los dos últimos fueron apresados en el interior de la vivienda de la suegra de Goncebat.

Ahora bien, ¿quiénes eran los dos delincuentes abatidos? Uno de ellos, Ramón Alegre, pasaba los 40, y era frecuente blanco de allanamientos por drogas, tenía pedido de captura y varios antecedentes en su haber. Incluso, el hombre, acostumbrado a los embates policiales, guardaba los estupefacientes que traficaba en electrodomésticos. Su carrera delictiva comenzó temprano: estuvo internado en un instituto de menores y después conoció las cárceles bonaerenses. “Después de una golpiza y un poco de plata, lo soltaban, pese a tener pedido de captura”, indicó una fuente a 24CON. Se ocultaba en la casa de su mamá. Además, Alegre tenía una particularidad que lo hacía inconfundible: tenía una deformidad en la mano -por lo que se ganó el mote de “el Manco” y el brazo torcido por una bala que recibió en el pasado.

En cambio, el otro muerto, Miguel “Toro” López, no pasaba los 40 y, también estuvo preso. Se cambió de rubro hace unos años: antes era chorro y después se hizo narco. Su primer conyugue está presa por narcotráfico y, cuenta la historia, que en realidad, la mujer se hizo cargo de un delito cometido por su yerno, David Algañaráz (alias Quiqui). Dejó a su mujer actual embarazada y con un pequeño niño a cargo.

24CON pudo saber que, en medio del tiroteo, cuando Alegre cayó arrasado por una ráfaga de tiros, los uniformados festejaron: creían que habían “bajado” a Javier “El Rengo” Pacheco quien es incluso más temido que el propio Goncebat.

Luego de una hora y cuarto, la lluvia de balas cesó y la policía se llevó siete detenidos -calificados como “de alta peligrosidad” por Salvador Baratta, jefe de la zona Norte- recolectó 300 vainas y secuestró ocho pistolas 9 milímetros, tres calibre 45, una pistola 38 y dos chalecos antibalas.

Por otro lado, aparece en la trama la figura de un narco de menor calaña: “El Negro Gómez”, un hombre con serias intenciones de quedarse con el negocio en la 9 de julio. Con anterioridad a la muerte de Kleyer, Gómez estaba formando una especie de ejército armado y reclutando transas en el barrio Libertad para disputar el territorio a Goncebat y los Pachecos.