"Mulas": meten la droga en los genitales de los bebés
El tráfico de drogas perfecciona los métodos. Los "mulas bebés", otro eslabón más de un negocio esclavo
“Los gendarmes observaron el estado de nerviosismo de una mujer de 30 años que viajaba con un bebé de seis meses”, dice el parte de prensa. Quise saber más. Entonces supe que sólo una madre muy desesperada puede ocultar droga en los pañales de su hijo. Contra natura. Los animales, excepto la hiena que ríe, cuidan a sus crías arriesgando su propia vida. Todas las especies lo repiten, menos esa mujer que había nacido hace 30 años en Bolivia, un país con un promedio de vida de 50. La Cuba de Batista, antes de la revolución, funcionaba como un prostíbulo del norte. Sin identidad, a un pueblo sólo lo resta revelarse, aferrarse a un hilo de conciencia. Luchar por la dignidad. Y la justicia. En Bolivia no basta con un presidente indígena para cambiar la injusticia contra natura. La que borra de los seres humanos su condición de tal. Sin conciencia y con el estómago vacío, la mamá llenó su panza y el pañal de su bebé de cápsulas de cocaína y quiso llegar a Buenos Aires. La doctora Grete Bloch, dermatóloga, dice que poner cocaína o un objeto entre un pañal y la piel de un bebé puede ser mortal y deja marcas imborrables. Huellas que el bebé ya tiene inscriptas en su conciencia bajo el estigma de ser esclavo del narcotráfico. Plantar cocaína en los genitales y la cola de un hijo es la metáfora de lo cagado que estamos.
A nadie le importa demasiado. El juez camarista Roberto Atilio Falcone, un especialista en estos temas, me contaba su preocupación “por la esquizofrenia de la ley 23.737 que trata al consumidor como enfermo y a la vez lo condena por drogarse”. Falcone cree que con el proyecto de ley sobre la despenalización de la droga que ya está en el Congreso, “se sancionará a los verdaderos narcotraficantes”. Para no repetir lo que ocurre con los pibes pobres presos por las dudas, con este proyecto ¿se pretende combatir? a los verdaderos narcos y no a los consumidores ¿Y las madres mulas? Bien, gracias. Falcone dice que “cuando en el gobierno se habla de lucha contra la droga, en realidad es como quien dice la taza es mala, porque la taza no responde. Acá no hay una decisión política de luchar de verdad contra el narcotráfico”. Es una lucha abstracta. Por miedo, por pobreza, por desocupación (tan funcional a veces) nadie mete preso a quienes manejan el negocio blanco. Sólo se cortan los eslabones de una cadena mucho más poderosa.
Por estos días se realizaron operativos en La Matanza, Luján y Quilmes, donde la Bonaerense incautó en total 17 kilos de cocaína, paco y elementos de corte y hay 15 detenidos. Pequeños eslabones del sistema. “En Argentina se cocina un 20 por ciento de la droga que circula y muchas veces es para estirarla. El otro 80% entra al país ya como cocaína”, coinciden en decir las fuentes de la SeDroNar. La pasta base ya aparece en las estadísticas. El año pasado, la Bonaerense secuestró 12 kilos (poco, pero el doble que el año anterior). Además, encontró 15 cocinas, todas ubicadas en el primer cordón del Conurbano, en las que se secuestraron unos 200 kilos de cocaína ya procesada. En general, la pasta base se entrega como moneda de pago y las bandas internacionales pagan con pasta base la logística que les dan las bandas locales. La “cristalización” de la pasta base -a través de precursores-, deja por un lado el alcaloide puro (comercializado como paco) y, si se lo sigue refinando, se llega a la cocaína que es el producto más refinado obtenido de la cristalización de la pasta base.
Carlos Damin, profesor de Toxicología de la UBA, explica que contrariamente a lo que se cree, el paco no es la basura que queda de este proceso sino el resultado de un paso anterior. No es un residuo sino un producto en sí mismo y más redituable que el clorhidrato. El sentido común indica que si se encuentra pasta base (sulfato de cocaína) es porque alguien piensa procesarla.
La pasta base que llega a la Argentina tiene a Salta como un punto clave. Y un tráfico propio que está en pañales. Gendarmería Nacional detectó una organización con sede en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que marca los panes de cocaína con la figura de un escorpión rojo (artistas narcos). Esta banda mete cocaína y pasta base por aire y por tierra. El 27 de mayo Gendarmería secuestró una tonelada de hojas de coca en estado natural, que eran transportados por 4 hombres, todos eslabones detenidos. En uno de los procedimientos intervino la sección aviación de la Fuerza donde se detuvo a 4 personas cerca de un paraje conocido como Pozo del Halcón. El Escuadrón 20 lleva incautado en lo que va del año 13 toneladas de hoja de coca en la provincia de Salta, la frontera más importante con Bolivia, país que se empecina en hacer crecer sus cultivos verdes. Se necesita mano de obra desocupada. Manos, estómagos y bebés (en pañales).
Mientras tanto, la mujer viaja con su bebé. Lleva cápsulas en su estómago, dentro de un envase de yogurt, de un acolchado y entre los pañales de su hijo. El comunicado de prensa se repite una y otra vez: “Gendarmería Nacional detuvo a una mujer de nacionalidad boliviana que viajaba en un ómnibus trasladando cocaína bajo la modalidad de capsulero, y ocultándola en los pañales de su bebé de 6 meses, en un envase de yogurt y en un acolchado. El hecho ocurrió en la localidad jujeña de Tres Cruces. Los integrantes del Escuadrón detuvieron la marcha de un ómnibus que se dirigía desde La Quiaca hacia la Ciudad de Buenos Aires. Los gendarmes observaron el estado de nerviosismo de una mujer de 30 años. Durante el control el personal de la Fuerza constató que el menor llevaba oculto en los pañales 25 cápsulas con cocaína. Al continuar con la requisa los uniformados hallaron en un recipiente de yogurt y en un acolchado, propiedades de la mujer de nacionalidad boliviana 26 cápsulas más. Posteriormente el personal femenino constató que la madre del pequeño transportaba debajo de su corpiño otras 60 cápsulas. La mujer fue trasladada al hospital de la Quiaca para ser examinada y en las placas radiográficas se detectó la presencia de seis cápsulas alojadas en su estómago. En total fueron 117 cápsulas con un peso de un kilo 290 gramos de cocaína. Intervino el Juzgado Federal de Jujuy”. Quise saber más y supe que el tráfico de cocaína (y de paco) está en pañales. Otra vez Salta.
A nadie le importa demasiado. El juez camarista Roberto Atilio Falcone, un especialista en estos temas, me contaba su preocupación “por la esquizofrenia de la ley 23.737 que trata al consumidor como enfermo y a la vez lo condena por drogarse”. Falcone cree que con el proyecto de ley sobre la despenalización de la droga que ya está en el Congreso, “se sancionará a los verdaderos narcotraficantes”. Para no repetir lo que ocurre con los pibes pobres presos por las dudas, con este proyecto ¿se pretende combatir? a los verdaderos narcos y no a los consumidores ¿Y las madres mulas? Bien, gracias. Falcone dice que “cuando en el gobierno se habla de lucha contra la droga, en realidad es como quien dice la taza es mala, porque la taza no responde. Acá no hay una decisión política de luchar de verdad contra el narcotráfico”. Es una lucha abstracta. Por miedo, por pobreza, por desocupación (tan funcional a veces) nadie mete preso a quienes manejan el negocio blanco. Sólo se cortan los eslabones de una cadena mucho más poderosa.
Por estos días se realizaron operativos en La Matanza, Luján y Quilmes, donde la Bonaerense incautó en total 17 kilos de cocaína, paco y elementos de corte y hay 15 detenidos. Pequeños eslabones del sistema. “En Argentina se cocina un 20 por ciento de la droga que circula y muchas veces es para estirarla. El otro 80% entra al país ya como cocaína”, coinciden en decir las fuentes de la SeDroNar. La pasta base ya aparece en las estadísticas. El año pasado, la Bonaerense secuestró 12 kilos (poco, pero el doble que el año anterior). Además, encontró 15 cocinas, todas ubicadas en el primer cordón del Conurbano, en las que se secuestraron unos 200 kilos de cocaína ya procesada. En general, la pasta base se entrega como moneda de pago y las bandas internacionales pagan con pasta base la logística que les dan las bandas locales. La “cristalización” de la pasta base -a través de precursores-, deja por un lado el alcaloide puro (comercializado como paco) y, si se lo sigue refinando, se llega a la cocaína que es el producto más refinado obtenido de la cristalización de la pasta base.
Carlos Damin, profesor de Toxicología de la UBA, explica que contrariamente a lo que se cree, el paco no es la basura que queda de este proceso sino el resultado de un paso anterior. No es un residuo sino un producto en sí mismo y más redituable que el clorhidrato. El sentido común indica que si se encuentra pasta base (sulfato de cocaína) es porque alguien piensa procesarla.
La pasta base que llega a la Argentina tiene a Salta como un punto clave. Y un tráfico propio que está en pañales. Gendarmería Nacional detectó una organización con sede en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que marca los panes de cocaína con la figura de un escorpión rojo (artistas narcos). Esta banda mete cocaína y pasta base por aire y por tierra. El 27 de mayo Gendarmería secuestró una tonelada de hojas de coca en estado natural, que eran transportados por 4 hombres, todos eslabones detenidos. En uno de los procedimientos intervino la sección aviación de la Fuerza donde se detuvo a 4 personas cerca de un paraje conocido como Pozo del Halcón. El Escuadrón 20 lleva incautado en lo que va del año 13 toneladas de hoja de coca en la provincia de Salta, la frontera más importante con Bolivia, país que se empecina en hacer crecer sus cultivos verdes. Se necesita mano de obra desocupada. Manos, estómagos y bebés (en pañales).
Mientras tanto, la mujer viaja con su bebé. Lleva cápsulas en su estómago, dentro de un envase de yogurt, de un acolchado y entre los pañales de su hijo. El comunicado de prensa se repite una y otra vez: “Gendarmería Nacional detuvo a una mujer de nacionalidad boliviana que viajaba en un ómnibus trasladando cocaína bajo la modalidad de capsulero, y ocultándola en los pañales de su bebé de 6 meses, en un envase de yogurt y en un acolchado. El hecho ocurrió en la localidad jujeña de Tres Cruces. Los integrantes del Escuadrón detuvieron la marcha de un ómnibus que se dirigía desde La Quiaca hacia la Ciudad de Buenos Aires. Los gendarmes observaron el estado de nerviosismo de una mujer de 30 años. Durante el control el personal de la Fuerza constató que el menor llevaba oculto en los pañales 25 cápsulas con cocaína. Al continuar con la requisa los uniformados hallaron en un recipiente de yogurt y en un acolchado, propiedades de la mujer de nacionalidad boliviana 26 cápsulas más. Posteriormente el personal femenino constató que la madre del pequeño transportaba debajo de su corpiño otras 60 cápsulas. La mujer fue trasladada al hospital de la Quiaca para ser examinada y en las placas radiográficas se detectó la presencia de seis cápsulas alojadas en su estómago. En total fueron 117 cápsulas con un peso de un kilo 290 gramos de cocaína. Intervino el Juzgado Federal de Jujuy”. Quise saber más y supe que el tráfico de cocaína (y de paco) está en pañales. Otra vez Salta.
Periodista. Cronista del Programa GPS. Especial para 24CON