La recaudación sigue “viento en popa”
El hogar camuflado de Grassi
En medio del escandaloso desalojo en la sede de Felices los Niños en Chacarita por abuso sexual entre menores, sale a la luz una asociación civil, dedicada a pedir donativos para “chicos y adolescentes”, a nombre de los colaboradores del sacerdote.
Pese al escándalo en el hogar de Chacarita, el sacerdote no da el brazo a torcer: la maquinaria financiera de la Fundación Felices los Niños debe seguir en marcha. ¿Cómo hará para continuar recibiendo donaciones?
Cual gladiador romano, Raúl Portal se abalanzó entre la muchedumbre y ante las cámaras para resistir el desalojo de los menores quebrando un par de leyes que hablan de obstrucción a la Justicia. Lo hizo en nombre de los chicos allí alojados. Sin embargo, es ese Hogar de Chacarita, San José Obrero, donde funcionaba a todo vapor el corazón financiero de Julio César Grassi.
Lo cierto es que 24CON intentó comunicarse con el centro de llamados, pero no lo logró. “Sucede que los teléfonos explotan de llamadas”, dijo Mónica, una eterna devota de Grassi, pero enseguida cambió su discurso a uno más real: “Con lo que pasó, el call center va a ser trasladado a otro lugar, pero va a seguir funcionando”.
Claro que con la intromisión de los defensores de los derechos del niño, el sistema de donaciones tuvo que cambiar abruptamente. Ahora, las llamadas son dirigidas a la sede central de la Fundación Felices Los Niños, en Hurlingham, donde Mónica, conocida como “la telefonista”, atiende los llamados y ofrece una inédita forma de donar: ir a buscar el dinero a la propia casa del alma solidaria. Eso sí, “te llevamos la factura”, avisó la mujer. No vaya a ser cosa que le encuentren otro pelo al huevo.
Pero, al cura no se le puede reprochar que no sea previsor. Ante el vendaval de denuncias que se le avecinaban, habría optado por una estrategia de camuflaje para continuar recaudando dinero. Y esa maniobra lleva el nombre de “Asociación Civil Santo Padre Pío”, cuyos integrantes, Sergio Reyes, Francisco Arroyo y Diego Cuevas son unos perfectos desconocidos para la mayoría, pero son buenos conocidos de Grassi. De hecho, ellos tres desplegaron una férrea defensa del sacerdote en la Sala de los Tribunales de Morón.
Dicha Asociación funciona en el Barrio Lomas de Mariló, en Moreno, y los hombres del sacerdote acusado por 17 situaciones de abuso y malversación de fondos, habrían dado rienda suelta al pedido de su jefe espiritual, abriendo un símil del hogar fundado por Grassi.
Como buen hombre de negocios, el cura sabe que todo lo que esté ligado a su nombre, pierde, así que la mejor solución habría sido exponer a sus colaboradores para seguir recaudando como si nada hubiera pasado. Y, fue así, y no como figura en la página web de la Asociación Civil –“se comenzó a gestar el 16 de Julio de 2004 luego de realizar un diagnóstico de las problemáticas educativas de los niños y adolescentes”- como habría nacido esta nueva obra del padre Grassi.
Cual gladiador romano, Raúl Portal se abalanzó entre la muchedumbre y ante las cámaras para resistir el desalojo de los menores quebrando un par de leyes que hablan de obstrucción a la Justicia. Lo hizo en nombre de los chicos allí alojados. Sin embargo, es ese Hogar de Chacarita, San José Obrero, donde funcionaba a todo vapor el corazón financiero de Julio César Grassi.
Lo cierto es que 24CON intentó comunicarse con el centro de llamados, pero no lo logró. “Sucede que los teléfonos explotan de llamadas”, dijo Mónica, una eterna devota de Grassi, pero enseguida cambió su discurso a uno más real: “Con lo que pasó, el call center va a ser trasladado a otro lugar, pero va a seguir funcionando”.
Claro que con la intromisión de los defensores de los derechos del niño, el sistema de donaciones tuvo que cambiar abruptamente. Ahora, las llamadas son dirigidas a la sede central de la Fundación Felices Los Niños, en Hurlingham, donde Mónica, conocida como “la telefonista”, atiende los llamados y ofrece una inédita forma de donar: ir a buscar el dinero a la propia casa del alma solidaria. Eso sí, “te llevamos la factura”, avisó la mujer. No vaya a ser cosa que le encuentren otro pelo al huevo.
Pero, al cura no se le puede reprochar que no sea previsor. Ante el vendaval de denuncias que se le avecinaban, habría optado por una estrategia de camuflaje para continuar recaudando dinero. Y esa maniobra lleva el nombre de “Asociación Civil Santo Padre Pío”, cuyos integrantes, Sergio Reyes, Francisco Arroyo y Diego Cuevas son unos perfectos desconocidos para la mayoría, pero son buenos conocidos de Grassi. De hecho, ellos tres desplegaron una férrea defensa del sacerdote en la Sala de los Tribunales de Morón.
Dicha Asociación funciona en el Barrio Lomas de Mariló, en Moreno, y los hombres del sacerdote acusado por 17 situaciones de abuso y malversación de fondos, habrían dado rienda suelta al pedido de su jefe espiritual, abriendo un símil del hogar fundado por Grassi.
Como buen hombre de negocios, el cura sabe que todo lo que esté ligado a su nombre, pierde, así que la mejor solución habría sido exponer a sus colaboradores para seguir recaudando como si nada hubiera pasado. Y, fue así, y no como figura en la página web de la Asociación Civil –“se comenzó a gestar el 16 de Julio de 2004 luego de realizar un diagnóstico de las problemáticas educativas de los niños y adolescentes”- como habría nacido esta nueva obra del padre Grassi.