Los niños son los más perjudicados por la cuarentena
Hace noventa días que niños y adolescentes están impedidos de salir, de visitar a sus familiares y amigos, y de asistir a la escuela. Un atentado a su salud, educación y crianza.
A diferencia de "cuidarlos", encerrar a los chicos incrementó su apetito, sus miedos, los casos de maltrato y aceleró su envejecimiento. Millones de niños "encarcelados" pasan su tiempo escuchando la cantidad de contagiados y muertos que produce una enfermedad que a ellos mayoritariamente no los afecta. Pero no se les informa los números de otras enfermedades que sí los dañarán, como las psiquiátricas.
Se autorizaron insuficientes salidas recreativas, que en realidad son terapéuticas porque sirven para oxigenarse, ejercitarse y no enfermar. A pesar del esfuerzo del Ministro de Educación por "vendernos" la eficacia de la educación a distancia, lo cierto es que la enseñanza virtual no se equipara ni al diez por ciento de la presencial.
Lo auténticamente educativo es levantarse, desayunar, calzarse el uniforme, colgarse la mochila e ir a la escuela. Ver a los compañeros, hablar con los amigos, escuchar al profesor, salir a jugar, correr, razonar, aprender, soñar, enamorarse..., y luego despedirse con ganas de volver al día siguiente, eso sí es educación.
La verdadera enseñanza fue reemplazada por imágenes de docentes que le hablan a una pantalla, y del otro lado hay niños que se conectan y atienden, otros que solo encienden la computadora, sin prestar atención, y muchos que directamente se ausentan porque las clases ficticias los aburre o prefieren dormir de día y jugar y vivir durante la noche.
Los niños no aprenden, porque la educación virtual los desconcentra, e involucionan porque la cuarentena les quita buenos hábitos de sueño, alimentación e interacción y los pone nerviosos porque absorben las preocupaciones de sus padres que pierden su empleo o reducen sus ingresos.
Fue un contrasentido encerrar a los jóvenes que son la única población que no enferma por el virus, pero sí necesitan salir para inmunizarse naturalmente, por contacto con sus compañeros. El aislamiento forzoso aumentó sus kilos, bajó sus defensas y elevó sus temores. Cuando les permitan volver a clases verdaderas, muchos chicos enfermarán por carecer de defensas y otros ni siquiera querrán salir por el miedo que les infundieron. El encierro y bombardeo informativo está creando cantidades de jóvenes temerosos que fracasarán en la vida.
La culpa no es de la pandemia sino de la cuarentena, que debió ser la última decisión, no la primera (así lo escribí en Perfil el 22/3/2020 https://www.perfil.com/noticias/opinion/marcelo-peretta-coronavirus-antes-y-despues-del-medico.phtml), ya que no puede extenderse por más de veinte días. La culpa es también de los "infectólogos" que tienen miedo y aconsejan todo lo contrario a lo que nos enseñan en la Facultad. Se demoraron con los barbijos y testeos masivos y encerraron a la gente antes de tiempo. Adelantar la cuarentena fue desacertado porque el pico de contagios nos encuentra a todos en la calle.
Se sabe que el covid19 es menos mortal que la gripe y que los problemas cardiológicos, oncológicos, metabólicos y de automedicación, hoy desatendidos, causan más enfermos y muertos, por tanto, es evidente que la sobreactuación de los gobernantes tiene el fin de construir poder, decretar, expropiar y quitar derechos. Yo "prefiero ser un hombre libre, con posibilidad de enfermarse, que un esclavo que ni siquiera gozará de buena salud."
Es un disparate que el Ministro de Educación diga que "las clases volverán cuando haya vacuna covid", considerando que, a pesar de la existencia de vacunas contra gripe y neumonía mueren treinta mil argentinos por año por dichas enfermedades, y cuatrocientos mil por todo concepto. El ministro dice cuidarnos y pide vacuna covid pero calla que su gobierno no adquirió suficiente vacuna antigripal que potencia los contagios y muertes.
La cuarentena (no la pandemia) ya mató noventa mil empleos registrados, aniquiló cincuenta mil empresas, creó tres millones de nuevos pobres, y producirá más fallecidos que en 2019; razones suficientes para volver a la producción y el trabajo, con protección y distanciamiento.
Cuando el árbol del covid deje de taparnos el bosque de la verdadera pandemia, deberemos pedir disculpas a Donald Trump y a Jair Bolsonaro que fueron menos hipócritas y más líderes apostando a la educación, la producción y el trabajo, que hará que sus países tengan menos muertos glogales, se recuperen antes y sigan más grandes y desarrollados que el nuestro.