Beliz le dobló el brazo a Cristina y puso a una afrodescendiente en el Vaticano

María Fernanda Silva, una diplomática de carrera, es la elegida por Alberto Fernández para ocupar ese cargo. "Ya mandé el pliego", dijo el presidente desde Roma. María del Carmen Squeff, la candidata de Cristina, perdió la pulseada.

Horas antes de concretar su primer contacto con el Papa Francisco, como presidente en funciones, Alberto Fernández develó el misterio. El presidente ya había visitado el Vaticano antes de ganar en las urnas y colocarse la banda, el 10 de diciembre. Pero ciertamente son diferentes los momentos de una y otra cumbre, y se mantenía -hasta ahora- la expectativa por la definición de la Embajadora en la santa sede de la iglesia católica. 

Pero Alberto ya bajó el martillo y le puso nombre a ese cargo. "Ya mandé el pliego", reconoció el presidente desde Roma. Cuando todo indicaba que la candidata cristinista paladar negro, María del Carmen Squeff, sería la elegida, comenzó a sonar muy fuerte desde las usinas del albertismo una postulante alternativa. Se trataba de María Fernanda Silva, una diplomática de carrera y la primera mujer argentina afrodescendiente incorporada al servicio exterior del país, hace tres décadas. 

Y finalmente, Gustavo Beliz le ganó la pulseada a la vicepresidente y Silva se quedó con ese importante nombramiento, central para las ideas del Presidente, quien reconoció que restan las cuestiones protocolares pero ya es un hecho su nombramiento.

La santa sede es un lugar conocido para ella, porque fue la segunda en esa delegación hasta el 2015. Con el pliego ya presentado en la Nunciatura Apostólica resta recibir el placet correspondiente para poder desembarcar en su nuevo destino. 

Silva es católica, y en su extensa experiencia como diplomática acompañó a Alicia Castro, cuando la dirigente política estuvo al frente de la embajada en Venezuela, y fue ministra de la embajada en Ecuador, país en el que también cumplió funciones ante la secretaría de UNASUR.

Desde el albertismo pensaron en ella para tener la bendición de Francisco, al destacar su militancia en las vertientes populares del catolicismo y su defensa de los derechos de los migrantes, una de las banderas del santo padre, desde que asumió su pontificado.