Cada vez más se eligen carreras "raras"

Balística, geofísica, enología son algunas de las que están creciendo en cantidad de alumnos. Las tradicionales, si bien se mantienen en el "top ten", registran menos inscriptos

Los estudiantes universitarios argentinos están protagonizando una lenta pero sostenida tendencia. Se ponen selectivos. Y sofisticados. Van a de la geofísica a la enfermería, de la enología a la balística y, de ahí, a la arquitectura y las ingenierías (éstas, alentadas por un programa de becas de la Nación). Claro que las carreras tradicionales siguen siendo dominantes desde el número bruto. Aplastan, pero en varias de ellas la cantidad de ingresantes decae mientras que otras, de nombres y objetos de estudio desconocidos para muchos, tienen subas porcentuales notables.

Esta afirmación se desprende del análisis comparativo 2003/2007 de inscriptos en todas las universidades del país, un documento del Ministerio de Educación, el último disponible. Lo corroboran también distintas universidades consultadas por Clarín.

"No podemos ir en contra de la vocación, pero sí orientar. El estudiante tiene que saber que hoy al estudiar una ingeniería en suelo, o geofísica, tiene un futuro", dice Alberto Dibbern, secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación. El programa nacional de Becas Bicentenario, con apoyos al estudio de carreras consideradas estratégicas -que empieza en $ 500 por mes por alumno y termina en $ 1.200- explica parte del fenómeno, no todo.

Algunos datos surgen del relevamiento oficial. Crecieron de modo exponencial carreras muy nuevas, aunque en números absolutos los inscriptos son todavía pocos. Es el caso de enología y frutihorticultura (420%, de 73 ingresantes en 2003 pasó a 380 en 2007); martillero público (283 %, de 1.433 a 5.493); geofísica (211%, de 42 a 131), balística (159%, de 91 a 236) y organización de la producción (104%, de 1.638 a 3.349). En otros casos, el porcentaje es menor, pero la cantidad de alumnos es más elevada: nutrición (62%, de 2.914 a 4.721); ingeniería mecánica (43%, de 2.387 a 3.425) y comercio exterior (20,6%, de 2.508 a 3.025). Un caso singular es la carrera de enfermería que, alentada por planes de becas oficiales, aumentó un 35% (de 10.082 a 13.622).

Desde el conurbano profundo, explica Fernando Gasalla, del Equipo de Orientación Vocacional y Apoyo Pedagógico de la Universidad de General Sarmiento: "Se combina un principismo, el qué me gustaría hacer, con un pragmatismo: qué tengo cerca de casa y qué me puede dar trabajo".

Desde el sur del Gran Buenos Aires, Francisco Lavolpe, secretario académico de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), comenta: "El estudiante busca en la zona y cambia. El que estudiaba publicidad, va a turismo; el de comunicación, a diseño audiovisual. Se advierte en el joven tiene una enorme expectativa, quiere estar mejor; prevalece la idea del ascenso social y el prestigio que da la universidad".

En la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), Sara Pérez, secretaria académica, rescata "la lectura que hacen los estudiantes de la realidad nacional e internacional; perciben, por ejemplo, que el comercio internacional es importante en una economía global; vemos crecer el interés en áreas como terapia ocupacional, biotecnología y nuestra estrella en ascenso, la tecnicatura universitaria en programación informática".

A la vez, en ciertas carreras tradicionales se ve un declive. Medicina cayó un 21% (de 13.484 a 10.597); comunicación social bajó el 21% (de 12.504 a 9.828) y derecho, el 6% (de 44.292 a 41.523). "Mirando los grandes números parecería que se conservan las propuestas habituales, pero en carreras pequeñas se ven modificaciones importantes", dice Edith Litwin, secretaria académica de la UBA. "Por ejemplo, producción general orgánica pasó de casi nada a 87 inscriptos. O la licenciatura en edición, que tiene 108 nuevos estudiantes. Las carreras más convencionales, las de prestigio, siguen siendo atractivas. Pero estamos tratando de alentar la creación de otras, los nuevos cruces disciplinarios y profesionales, lo que tiene que tener relación con el desarrollo económico y tecnológico del país".

Lavolpe defiende la necesidad de una orientación de la oferta académica en la educación superior. "Hay que tener herramientas de estímulo para los sectores que lo necesitan y de control para los que no", termina.

 

(Fuente: Clarin)