Lula podrá salir de la cárcel para el entierro de su nieto
La Fiscalía brasileña aceptará el pedido del expresidente brasileño, quien solicito la excarcelación para ir al velorio del niño de siete años.
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue autorizado por la Justicia a salir por primera vez de la cárcel donde cumple dos condenas por corrupción, para asistir al entierro de su nieto de 7 años, quien falleció este viernes a causa de una meningitis.
La jueza Carolina Debbos, de la Sala de Ejecución Penal de Curitiba, aceptó la solicitud que hizo la defensa del exmandatario, tras conocer la muerte del menor, basada en la Ley de Ejecución Penal que permite a los condenados salir de prisión para asistir al velatorio de familiares cercanos.
Aunque la Justicia no dio mayores detalles, se prevé que el exmandatario saldrá de la prisión para participar en el sepelio previsto para el mediodía del sábado y que será transportado a la ciudad de Sao Paulo en una aeronave cedida por la gobernación del estado de Paraná a petición de la Policía Federal.
"Él está muy triste y dijo que nunca había esperado recibir una noticia como esta y que debería ser prohibido que un padre tenga que enterrar a un hijo o a un nieto", aseguró la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), diputada Gleisi Hoffmann, tras reunirse con el ex Jefe de Estado en su celda.
Otra tragedia en la vida del ex presidente
La muerte del nieto se produjo exactamente un mes después de la de Genival Inácio da Silva, su hermano mayor, conocido como Vavá, que tenía 79 años y que luchaba contra un tipo raro de cáncer que afectó sus vasos sanguíneos.
Así como ocurrió tras la muerte de Vavá, su hermano más cercano y su guía al comienzo de su carrera sindical, Lula inició una batalla judicial para que se le permita acudir al entierro del nieto.
El exlíder obrero de 73 años quería acudir al entierro de su hermano pero la Justicia tan solo le autorizó una reunión familiar cuando el cuerpo de Vavá ya había sido sepultado, por lo que decidió permanecer en su celda.
Pero otras tragedias ya habían sacudido al que fuera considerado como el presidente más carismático en la historia de Brasil desde que fue sucedido por su ahijada política, Dilma Rousseff, que fue destituida por el Congreso en 2016.
La que más lo afectó fue la muerte de la ex primera dama Marisa Leticia a los 66 años, ocurrida en febrero de 2017.