Vidal y Massa se llevan cada vez mejor

Desde hace algunas semanas se ha venido instalando el rumor de que María Eugenia Vidal estaría considerando adelantar las elecciones provinciales de 2019, para desfasarlas respecto de las nacionales.

Desde hace algunas semanas se ha venido instalando el rumor de que María Eugenia Vidal estaría considerando adelantar las elecciones provinciales de 2019, para desfasarlas respecto de las nacionales.

La alternativa ha generado las reacciones más diversas a lo largo de todo el espinel político, ya que, más allá del eventual cambio de fechas, lo que subyace son las diversas interpretaciones sobre las razones que motivarían esta decisión.

Lo primero que debe tenerse en cuenta para analizar las intenciones que se ocultarían tras esta decisión es la profunda ruptura interna que atraviesa desde hace bastante tiempo el espacio de Cambiemos, entre sus dos líneas políticas: la oficial, liderada por Jaime Durán Barba y Marcos Peña Braun, avalada plenamente por Mauricio Macri, y la denominada "ala peronista", referenciada fundamentalmente en el cuarteto que componen Horacio Rodríguez Larreta, Vidal, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó. En medio de ellos, Ernesto Sanzdeambula tratando de conseguir algún beneficio para la UCR, excluida desde siempre de la mesa chica de esta alianza electoral.

En un primer momento, los primeros rumores sobre esta posibilidad fueron barridos de un plumazo por la entente Macri - Durán Barba - Peña Braun, ya que la estrategia del ecuatoriano, una vez más, consiste en alentar la polarización tan redituable entre el presidente y Cristina Fernández de Kirchner, con el argumento de que, en un eventual ballotage entre ambos, el mandatario en funciones sacaría una luz de ventaja. Por esa razón se desechó inmediatamente y sin mayores consideraciones esta opción, ya que se consideraba que, con un Macri en caída libre, los votos que arrastraría la gobernadora -que, pese a su caída en las encuestas, aún constituye la mejor candidata que presenta el espacio de Cambiemos- hacia una boleta en común resultarían indispensables para obtener el resultado esperado. 

La negativa se acompañó, inicialmente, con la difusión de una serie de encuestas de dudosa credibilidad encargadas por la propia Casa Rosada, en las que Cristina iba incrementando su caudal de votantes, aún cuando mantenía un techo muy bajo de crecimiento. 

Incluso algunas sostenían que Macri resultaría derrotado en una segunda vuelta por Sergio Massa o por Juan Manuel Urtubey, y que sólo saldría airoso en caso de ser beneficiado por el espanto que un eventual retorno de Cristina provocaba en la mayoría de los votantes. Una vez más, por entonces, Vidal mantuvo su subordinación a la figura presidencial y desmintió la información, con un agregado que no pasó desapercibido, ya que puso en cuestión incluso su deseo de renovar su cargo.

Las luces rojas comenzaron entonces a encenderse, debido a que una hipotética deserción de la gobernadora de la boleta de Cambiemos ponía entre puntos suspensivos la pretensión electoral del propio Mauricio Macri. Los días fueron pasando y nuevas encuestas, menos amañadas que las anteriores, permitieron comprobar que la intención de voto de CFK subía efectivamente, con un dato adicional: su techo bajo comenzaba a subir, aunque aún no de manera alarmante, a partir del acercamiento que se estaba confirmando con Felipe Solá, la CTEP de Juan Grabois -con la aprobación del papa Francisco-, el Movimiento Evita y diversos sectores del sindicalismo, que incluían un amplísimo arco que iba desde Hugo Moyano a las CTAs, sumado al tradicional respaldo de los intendentes peronistas del conurbano, auspiciado por el arquitecto tradicional del kirchnerismo clásico, Alberto Fernández.

Fue por entonces que el rumor sobre la disociación de fechas electorales entre la provincia de Buenos Aires y la Nación comenzó a cobrar cuerpo nuevamente, ya que el "ala peronista" dejó filtrar subrepticiamente la tesis de que, en caso de alcanzarse un entendimiento entre la gobernadora y los intendentes peronistas, a los que se les garantizaría la reelección, estaría acompañada del compromiso de estos últimos de dejar en libertad de acción a su tropa para las elecciones generales, lo cual redundaría en una caída de las posibilidades electorales de Cristina Fernández de Kirchner, en beneficio de Mauricio Macri

Al fin y al cabo, la relación entre la ex presidente y la mayoría de los alcaldes dista de ser armoniosa y se sustenta más en la conveniencia mutua que en la valoración mutua. En este escenario, los intendentes saldrían favorecidos, porque computarían a sus votos como propios y no como aportados por la Dama del Látigo, que sumaría muchos menos sufragios yendo en una lista corta. Esta hipótesis comenzó a circular incluso dentro de la Casa Rosada, aunque siguió siendo vetada de plano por el ala oficial de Cambiemos, que siguió evaluando que, sin polarización, difícilmente Mauricio Macri podría optar a su reelección.

En este punto apareció un nuevo elemento de juicio, que hasta entonces no había sido considerado seriamente, ni dentro de la alianza en ciernes entre Cristina y el peronismo que se manifestó dispuesto a seguir oficiando como su furgón de cola, ni dentro de los estrategas macristas: el aceleradísimo crecimiento de un espacio opositor, calificado como "neo-menemista" por algunos, fundado por Mario Pichetto, Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa y Juan Schiaretti, con el aval de Clarín y del denominado Círculo Rojo, decepcionados por la debacle sin rede del gobierno actual. 

En menos de quince días, la Alternativa Federal ha conseguido sumar a diez gobernadores -puesto que a los ya mencionados se sumaron Juan Manzur (Tucumán), Rosana Bertone (Tierra del Fuego), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Domingo Peppo (Chaco), Sergio Casas (La Rioja), Hugo Passalacqua (Misiones) y Mariano Arcioni (Chubut) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero)-, mientras otros cuatro están cada día más decididos a incorporarse a esta iniciativa: Sergio Uñac (San Juan), Lucía Corpacci (Catamarca) y Carlos Verna (La Pampa), y que se habían tirado líneas con Alberto Weretilneck (Río Negro). A esto habría que adicionarle el avanzadísimo grado de avance en las negociaciones con el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, y con diversos referentes de un atomizado radicalismo, como Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, y de otros referentes políticos, empresariales y científicos, como por ejemplo Daniel Scioli, Francisco De Narváez, Marcelo Tinelli y Facundo Manes.

El gobierno intentó desactivar, sin mayor éxito, la consolidación de este espacio republicano y comenzó a tomar conciencia de que los fantasmas sobre los que alertaba el radicalismo y que había desestimado, cobraban visos de realidad. Así, Rogelio Frigerio y Emilio Monzó no habrían sido únicamente garantes de la gobernabilidad, como sostenían algunos, sino que habrían actuado como artífices indispensables para la consolidación de este peronismo republicano. Vidal y Rodríguez Larreta, por su parte, tendrían en realidad relaciones mucho más fluidas de lo aceptado con este espacio y no debería descartarse su migración, en caso de constituirse como una alternativa electoral con posibilidades de triunfo. Más aún, para Clarín y el Círculo Rojo, la UIA, las pymes y la economía en general, la confiabilidad de Alternativa Federal excede, con mucho, las nulas expectativas que despierta hoy en día el presidente Macri y se distingue claramente del temor que despierta un retorno de Cristina.

Vista desde esta nueva óptica, la disociación de la fecha electoral en la provincia de Buenos Aires genera grandes temores entre los tradicionales beneficiarios de la grieta y la polarización que trae aparejada, ya que, como es sabido, el Peronismo Federal encuentra muchas dificultades para crecer en la provincia de Buenos Aires, y su principal referente, Sergio Massa, ha sufrido constantes sangrías en su Frente Renovador

Un adelanto de las elecciones, sostienen algunos, convertiría a María Eugenia Vidal en una especie de candidata informal de este espacio, debido a su excelente relación con la mayoría de los intendentes, a los que les garantizaría su reelección dificultando el armado de una competencia sólida, además de generosas contribuciones del Tesoro provincial. 

Para los intendentes, ir a una elección con boleta corta, con el aval de la gobernación, significaría una garantía de triunfo seguro, al tiempo que la posibilidad de quitarse de encima el insoportable tutelaje de Cristina Fernández de Kirchner en la elección presidencial. Con Vidal y los intendentes reelectos, la opción de la polarización se extinguiría inmediatamente y una tercera fuerza política, un Frente Popular liderado por el peronismo republicano, con aporte de radicales, socialistas e independientes, fundada en el consenso y el diálogo, correría con todas las de ganar.

En sus últimas declaraciones públicas, Vidal viró drásticamente su tono. Ya no descarta la disociación de fechas, sino que le imprime un tono condicional, aceptando explícitamente que se trata de una decisión a tomar en el mes de marzo. ¿Por qué marzo? Hay tres razones fundamentales para ello: 1) El nivel de deterioro que experimentará el gobierno de Cambiemos en los meses más álgidos del ajuste brutal que imprime a la sociedad argentina, y que permitirá saber, a ciencia cierta, si conserva expectativas o ya será oficialmente una especie de cadáver electoral; 2) Es el punto límite para poder viabilizar la disociación, según los plazos electorales; 3) Evaluar el grado de consolidación que va cobrando la Alternativa Federal; y 4) Frente al eventual hundimiento de Cambiemos y el crecimiento de esta tercera opción, sería posible constatar cuántos peronistas seguirían pensando que Cristina es la mejor opción, o volverían al redil con la frente marchita.

Para bien o para mal, María Eugenia Vidal, hoy en día, parece ser una de las figuras determinantes en la definición del drama argentino. Su decisión aparece como fundamental para definir el clivaje electoral del próximo año. Esa, al menos, es la opinión de los tres espacios políticos en pugna. Para todos ellos, la gobernadora es hoy la Dama que concentra sus esperanzas. La noticia que se acaba de conocer sobre la decisión de Juan Schiaretti de disociar las elecciones en Córdoba complica el horizonte electoral de Cambiemos y podría acelerar un aluvión de las provincias que aún no la habían implementado. ¿Formará parte del esperado efecto dominó para desactivar la polarización la de Buenos Aires?.

Fuente: Real Politik

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